Recomiendo:
0

Las mejores películas extranjeras del 2011 en Cuba

Fuentes: La Jiribilla

En estos días cuando nos apresuramos a cerrar un año caracterizado, entre muchas otras cosas, por las excelentes películas que vimos, quisimos preparar un resumen de los títulos perdurables, aquellos que se permanecieron en la memoria, y marcan un antes y un después, y nos permitirán luego recordar este año con mejores luces y más […]

En estos días cuando nos apresuramos a cerrar un año caracterizado, entre muchas otras cosas, por las excelentes películas que vimos, quisimos preparar un resumen de los títulos perdurables, aquellos que se permanecieron en la memoria, y marcan un antes y un después, y nos permitirán luego recordar este año con mejores luces y más acogedoras sombras. En este texto me refiero solo a filmes extranjeros, puesto que el audiovisual cubano ocupará La Butaca la semana próxima.

Luego de poner en claro algunos de los títulos y los directores que más impresionaron este año, quiero aludir al argumento de la película, para que mi lector le sea posible recordarla con claridad, y determinar con mayor precisión si coincide o no con mi selección. Hay películas de los más variados temas, géneros, estilos y procedencias.

La italiana Vincere, de Marco Bellocchio se ubica a principios del siglo XX, cuando un joven revolucionario socialista llamado Benito Mussolini conoce a Ida Dalser, una mujer apasionada que lo seguirá en la lucha política y lo secundará también cuando cambie de rumbo y sustituya el socialismo por el fascismo. Del mismo país procede Baaria, de Giuseppe Tornatore, que retoma el pasado de la península mediterránea a través de tres generaciones de una familia, en un período que va de 1930 hasta 1980, en un intento de caracterización abarcadora que recuerda la épica 1900, de Bernardo Bertolucci.

Y de familias, solidaridad y épicas migraciones, bajo la presión de circunstancias sociales o históricas, también discursan las canadienses Cielo, dirigida por Deepa Mehta, y Gemelos, de Denis Villeneuve , además de la francesa Welcome, de Philippe Lioret. Cielo sigue el itinerario de una joven que viaja a Canadá desde India para casarse con un hombre que no conoce, mientras que Gemelos describe la búsqueda de dos hermanos, por el Oriente Medio, de un padre que ellos creían muerto y de un hermano cuya existencia ignoraban. Welcome también habla de viajes, y se refiere al recorrido de un emigrante árabe de diecisiete años, que ha cruzado el Oriente próximo y Europa para reunirse con su novia emigrada en Inglaterra y solo le queda un obstáculo: cruzar el Canal de la Mancha.

El mundo de la intimidad femenina y doméstica también inspiró grandes filmes vistos en Cuba durante 2011. Una mujer agobiada por la rutina familiar en la brasileña La casa de Alice (de Chico Texeira), la complicada relación madre-hija en la francesa La chica del tren (de André Téchiné) y en la mexicana El premio (de Paula Markovitch), la culpa y el remordimiento enorme del personaje que interpreta Kristin Scott Thomas en la también francesa Hace mucho que te quiero (de Philippe Claudel) y el viaje que emprende la joven protagonista de My Blueberry Nights, el primer filme hablado en inglés del maestro chino Wong Kar Wai, se cuentan entre los personajes y momentos más poderosos, cinematográficamente hablando, de este año.

El cine español nos regaló un thriller, o más bien una película de robos, ambientada en un periodo histórico complicado con El baile de la victoria, de Fernando Trueba, mientras que En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerín, hay un hombre que vuelve a la ciudad de Estrasburgo, en la que se enamoró locamente cuatro años atrás, para buscar a la chica y recuperar aquel mágico momento. Aunque ambientada en Londres y hablada en inglés, Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen, está producida por entidades españolas y tiene en papel importante a Antonio Banderas. Se trata de la típica película coral, con personajes cuyas aspiraciones y deseos se cruzan en torno a los pronósticos de una cartomántica.

Procedente del Reino Unido nos llegó, un muy pulido y convincente drama de época, El discurso del rey, propulsado por la soberbia actuación de Colin Firth como el monarca tartamudo, y 127 horas (de Danny Boyle) que basada en la historia real de un intrépido escalador de montañas que sufrió una caída y quedó atrapado. Y acosado, pero por oscuros e ignotos militares que quieren asesinarlo, está el protagonista de Matar o morir, filme polaco dirigido por Jerzy Skolimowski, con Vincent Gallo en el papel de un prisionero de las tropas norteamericanas, acusado de haber matado a tres soldados, y que consigue escapar, e inicia así una dramática carrera por su supervivencia.

La violencia, el rencor y la intolerancia fueron temas dominantes en varias películas. Entre las mejores estuvieron las danesas En un mundo mejor, de Susanne Bier y Submarino, de Thomas Vinterberg. La primera gira en torno a la amistad de dos niños maltratados y el peligroso juego que ambos generan, en tanto Submarino es la historia de dos hermanos cuya infancia estuvo marcada por un hecho terrible e intentan lidiar con las consecuencias. La brasileña Tropa de elite 2, de José Padilha, mostró el lado corrupto e institucional de la violencia policial, y triunfó en el recientemente concluido Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.

Del cine norteamericano, destacaron el retro sicológico, parsimonioso y filosófico El árbol de la vida, dirigido por el arriesgado Terrence Malick, quien dirige a Brad Pitt, con la intención de que jamás se adivine en su caracterización al blondo divo de siempre. Nos sorprendió también Ben Affleck dirigiendo y protagonizando un thriller exhibido entre nosotros como Atracción peligrosa, pero originalmente titulado The Town, que combina con eficacia los recursos de la violencia y el suspenso, con algunos dejos de tragedia griega y romance.

Un hombre y una mujer, la eterna y universal historia, ya se encuentren en un pequeño pueblo italiano, o en el viaje de un camión-rastra de Asunción a Buenos Aires, fueron los motivos principales de la franco-iraní Copia certificada, que dirigió Abbas Kiarostami, y de la argentina Las acacias, debut en la dirección de Pablo Georgelli. Historias sobre un hombre y una mujer amenazados por ciertas crisis de incomunicación cuenta el director coreano Kim Ki-duk, a quien se dedicó uno de los ciclos de Cinemateca más sugestivos del año.

Aplaudido a rabiar, adorado por una secta de fanáticos fieles y conocedores, el coreano Kim Ki-Duk se ha convertido en uno de los autores representativos del cine asiático realizado en la primera década del siglo XXI. De esta etapa nos llegó un ciclo, largamente esperado, con siete de sus mejores largometrajes realizados entre la controvertida y violenta La isla (2000) y la surrealista y mucho más intrigante Sueño (2008). En el intermedio, el realizador devino una celebridad internacional, con premios máximos en los festivales de Berlín y Venecia, distribución en el mercado norteamericano, europeo y asiático, cultivó un estilo que se movía entre el ímpetu del montaje y la languidez pictórica, y se dedicó a relatar historias dominadas por temáticas como la alienación, la soledad, el dolor físico, el placer sensual y extremo, la brutalidad humana y los largos silencios que siempre suceden al vértigo. Todo ello ocurre entre los personajes que parecen obsesionar al prestigioso autor: las frágiles prostitutas, la violencia inherente a la masculinidad, y la redención posible para hedonistas y brutales, disolutos y canallescos.

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2011/n555_12/555_31.html