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Las mentiras del TLC

Fuentes: Rebelión

Los promotores del TLC son fieles creedores en el concepto de que repetir una mentira muchas veces la convierte a la larga en una verdad en la mente de un pueblo poco deliberante. Afortunadamente, esto no ha sido el caso en Ecuador, país donde tal vez ha surgido la más recia y vertical lucha en […]

Los promotores del TLC son fieles creedores en el concepto de que repetir una mentira muchas veces la convierte a la larga en una verdad en la mente de un pueblo poco deliberante. Afortunadamente, esto no ha sido el caso en Ecuador, país donde tal vez ha surgido la más recia y vertical lucha en contra del nefasto tratado.

Hablaba yo un día en el aeropuerto Simón Bolívar con el Lic. Juan Francisco Ballén, en aquel entonces principal asesor de la Ministra Ivonne Baki, y le preguntaba si de ella había nacido la idea de iniciar las negociaciones del Libre Tratado de Comercio. «No, para nada,» me contestó el Lic. Ballén. «Eso vino de Lucio.» Me sentí desconcertado, puesto que yo suponía que ella era la fuente de la gestión debido a su afinidad con ese país del Norte y con los grandes empresarios de allá como el famoso Donald Trump. No obstante, casi de inmediato me llegó la fuerte sospecha de que no era Lucio el de la idea tampoco, si no su Patrón, el Emperador George Bush, quien tal vez al oír de la boca de su vasallo que Ecuador era el mejor aliado de Estados Unidos, le ordenó que se lo mostrara en un infame tratado que estaría por encima de la propia Constitución del país andino y encadenaría esta generación y futuras generaciones ecuatorianas a los caprichos del Pulpo Imperial y sus tentáculos llamados Transnacionales.

Por eso es tan importante desenmascarar este convenio mal llamado Tratado de Libre Comercio (digo «mal llamado» porque aquí no se trata nada de libre comercio sino de imposición, mentiras y trabas por parte del Gigante del Norte) que se lo pinta como la gran panacea para todas las dolencias del Ecuador pero que en realidad es un lobo disfrazado de cordero que viene a asaltar y saquear este país a través de las insaciables Transnacionales y las secuaces élites económicas nacionales.

Empecemos por la noción de que el desarrollo de un país depende de sus exportaciones y que por lo tanto necesitamos el TLC para desarrollarnos económicamente. Esto es falaz. Hay ejemplos mundiales claros que indican lo opuesto. Países como Togo, Camboya, Yemen, Gambia, Angola y Guinea Ecuatorial esgrimen economías paupérrimas y, sin embargo, exportan porcentajes en referencia a su PIB más altos aun que Estados Unidos y Japón: Togo y Camboya exportan en 47% del PIB, Yemen el 50%, Gambia el 59%, Angola el 93% y Guinea Ecuatorial el 97%; esto contra el 10% del PIB en exportaciones por parte de Estados Unidos y el 11% por parte del Japón. Por lo tanto, el axioma de que exportar es equivalente a desarrollo es errado. Más allá de esto, el Ecuador no debería sentir jamás ningún complejo de inferioridad si no se convirtiese en mega-exportador agrícola, puesto que el 85% del mercado mundial de alimentos se realiza dentro de las fronteras nacionales. Es decir que casi la totalidad de l a comida se produce y se comercializa dentro de las fronteras de cada nación.

A la vez es imprescindible indicar como en el caso de México después del NAFTA (versión mejicana del TLC) sus exportaciones incrementaron de US $51.886 millones en 1993 a US $160.682 millones en 2002, mientras que su PIB creció apenas al 1% anual. Además, a pesar de sus exportaciones de frutas y hortalizas a Estados Unidos, su balanza comercial agrícola con dicho país cayó de un superávit de US $581 millones en 1995 a un déficit de US $2.148 millones en 2001. Y por otro lado los precios de sus medicamentos se fueron por los techos, de manera que hoy son los más altos de América Latina.

La otra falacia que los vendedores del TLC esgrimen como pañuelo saturado de lágrimas es que los negociadores y ellos han dedicado muchos meses y un esfuerzo inmensurable para finiquitar el convenio, y por lo tanto ahora nadie se puede bajar de la camioneta y si hay que entregar a la madre de uno o a la abuela o bisabuela del otro, se hace porque sin TLC nos hundimos. Este argumento fraudulento es desechable simplemente por las siguientes razones: 1) el pueblo nunca les mandó a los negociadores a que comenzaran por lo más fácil y dejaran para el final los más duro y controversial, Propiedad Intelectual y Agricultura (tal vez a la inversa estos distinguidos ciudadanos rápidamente se hubieran dado cuenta de que en esos temas el Imperio era inflexible e intransigente y venía sólo a imponer no a negociar, a dictar y no a escuchar, a ser abusivo y no solidario, de tal manera que se hubieran evitado muchos viajes y rondas costosos e infructuosos y «mamaderas de gallo» como dicen lo s colombianos); y 2) si los negociadores y minorías excluyentes que más se van a beneficiar del TLC quieren entregar alguna madre, que entreguen la suya, porque la nuestra, Agricultura, y su hermana Propiedad Intelectual, ni las vendemos ni las entregamos. No vamos a permitir que se haga un asqueroso quid pro quo con nuestra manera de ganarnos la vida, nuestra salud, y nuestra seguridad alimentaria.

La otra gran mentira es que Estados Unidos no nos presiona. ¡Falso! Estados Unidos no solamente nos presiona sino también nos chantajea. Constantemente la jefa negociadora estadounidense, Regina Vargo, ha reiterado que, una vez que se venza la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de Drogas (ATPDEA) el 31 de diciembre de 2006, lo más probable es que el Congreso de EE.UU. no la renueve. Esto es puro chantaje. Pero pausemos aquí un momento. Según los peritos del tema, el beneficio arancelario real del ATPDEA para el Ecuador es de sólo US $40 millones (para Colombia es menos de $US 60 millones) al año en total, mientras que la ampliación del plazo de protección de patentes generará un costo anual de US $151 millones a este país. Esto es, sin lugar a duda, el perfecto embudo.

Simultáneamente, se impone la presión de que acabemos las negociaciones en el mes de noviembre, debido a que comienzan las campañas electorales en Estados Unidos por una parte y por otra que en diciembre arranca la Ronda de Doha en Hong Kong y los negociadores estadounidenses tienen que prepararse para ella. Y nos preguntamos, ¿por qué EE.UU., un país tan grande y poderoso, no puede hacer las dos cosas al mismo tiempo? ¿Acaso ellos no pueden masticar chicle y caminar a la vez? ¡Absurdo! Lo que pasa es que en esa Ronda en Hong Kong se va a tratar uno de los temas más controversiales de este siglo para el mundo entero, los subsidios de los países desarrollados a su agricultura, los cuales el resto de las naciones quieren que se desmantelen y desaparezcan puesto que causan grandes estragos económicos a los agricultores suyos, en particular los más pequeños. Aunque Estados Unidos hace alardes de que quiere reducir sus subsidios (siempre y cuando, por supuesto, la Unión Europea ta mbién siga los mismos pasos), las acciones del gobierno de Bush hipócritamente proclaman lo opuesto, ya que el mandatario estadounidense firmó el 13 de mayo de este año una legislación que incrementa los subsidios a sus agricultores a la cifra escalofriante de US 190.000 millones durante los próximos 10 años y que alza el apoyo a los precios de trigo, maíz, soya, arroz y algodón (algunos de estos productos sensibles para nosotros) y a la vez crea nuevos subsidios para lentejas, maní, y leche, entre otros rubros. Es importante recalcar que el 78% de dichos subsidios en EE.UU. van al 8% de los productores, es decir, a las empresas agrícolas corporativas oligopólicas, de esa manera mostrando que ese país no siente la más mínima simpatía por el pequeño agricultor ni dentro de sus confines ni fuera de ellos.

Además sabemos que la Ronda de Doha en Hong Kong va a fracasar ruidosamente en lo referente a agricultura. Los subsidios de los países poderosos a su agricultura quedarán inamovibles y las naciones en desarrollo pondrán el grito en el cielo, pero no pasará nada, como siempre, y menos si ya están convenientemente firmados los Tratados de Libre Comercio. Entonces EE.UU. se nos reirá en la cara. ¡Gol! Para Estados Unidos y George Bush contra Ecuador.

Esto es fácil de inducir puesto que Jacques Chirac, Primer Ministro de Francia, ya ha declarado que sus subsidios se quedan donde están. La simple lógica es la siguiente: si Francia vota en contra de reducir o desmantelar los subsidios, la UE., dentro de la cual Francia tiene poder de veto, quedará paralizada en cualquier afán de promover cambios con respecto al tema. EE.UU., al ver que la Unión Europea se mantiene proteccionista por el obstáculo de Francia, se echará para atrás y mantendrá sus subsidios. Y para Ecuador esto significará que el pensar que pronto el Coloso del Norte levantará la guillotina que mantiene sobre los agricultores de este país y los del resto del Tercer Mundo a través de la distorsión y la injusticia de los subsidios se convertirá en un sueño de tontos, no muy diferente al sueño de tontos en el cual los inescrupulosos y apátridas Mercaderes del Tratado de Libre Comercio nos quieren embarcar por medio de un sofisticado lavado de cerebro televisivo y r adial para que en un futuro no muy lejano despertemos de repente cayéndonos vertiginosamente por las Cataratas del Niágara del fracaso económico y entonces no tengamos otra opción que entregar a los Amos del Universo y a sus súbditos incondicionales lo poco que ya nos queda a precio de gallina con gripe aviar.

Presidente de ARAS (Asociación Riosense de Arroceros y Soyeros)