Con motivo de la celebración del 8 de marzo, surge en el equipo de Rebelión un debate sobre cuál es el modo en el que un medio de comunicación alternativa de izquierdas debe abordar la cuestión de género. Compañeros y compañeras debatimos sobre el sentido de contar con secciones específicas de mujeres, apartados especiales, o […]
Con motivo de la celebración del 8 de marzo, surge en el equipo de Rebelión un debate sobre cuál es el modo en el que un medio de comunicación alternativa de izquierdas debe abordar la cuestión de género.
Compañeros y compañeras debatimos sobre el sentido de contar con secciones específicas de mujeres, apartados especiales, o si es más coherente incorporar los contenidos en las secciones geográficas o temáticos que correspondan.
Detrás de estas discusiones, bastante frecuentes en muchos foros y organizaciones sociales y políticas de izquierdas, existe un debate mucho más amplio, que obedece a que la cuestión de la mujer, desde mi punto de vista, aún no se encuentra resuelta en el seno de la izquierda, incluso en la que se percibe como más radical.
En el caso concreto de nuestro medio, Rebelión, un rápido y superficial análisis muestra que la presencia de la mujeres es bastante escasa en todas las secciones, no sólo por la abrumadora diferencia en la proporción de autores y autoras, diferencia que para mí es la menos importante, o porque no se incluyan contenidos sobre la explotación y subordinación de las mujeres y la mayor incidencia de la pobreza y la violencia sobre ellas proporcionales en cantidad al porcentaje de seres humanos a los que afectan.
La mayor ausencia en los medios de comunicación, fiel reflejo de lo que sucede en muchas organizaciones, es el relato de la historia, de la política y de los procesos que hacen las mujeres y que es bastante diferente al que hacen los hombres.
Pongo un ejemplo. Cuando hablamos de ocupación de fábricas, podemos ver que las fábricas ocupadas mayoritariamente por hombres, los asuntos centrales que se trabajan son la puesta en marcha de los procesos productivos, la colectivización de los medios de producción, la formación de redes de comercialización , la consolidación de la asamblea de trabajadores, etc.
Las fábricas ocupadas por mujeres, además de todo lo anterior cuentan con un sistema paralelo de puesta en funcionamiento de guarderías, comedores colectivos, redes de mujeres que se autoorganizan para cuidar de sus parientes mayores, de familiares discapacitados, de hijos e hijas de compañeras enfermas, etc. Esto es así, porque las mujeres son muy conscientes de existen una serie de trabajos, imprescindibles para el mantenimiento de la vida, que forman parte del trabajo y que condicionan la organización del empleo remunerado.
Esta concepción del trabajo, que integra la organización de lo doméstico con lo público, desde mi punto de vista responde bastante mejor a la conceptualización marxista del trabajo. Está profundamente imbricada en el territorio y por tanto tiene un potencial transformador mucho más grande. Por ello, en África, América Latina, en India o en Europa muchas iniciativas de las mujeres, aunque mucho menos espectaculares, se mantienen mejor.
En general, desde que colaboro en la sección Otro Mundo es Posible de Rebelión, he tenido la suerte de disponer de un observatorio privilegiado para poder comprobar que las iniciativas que más se sostienen en el tiempo son las de las mujeres, porque forman sólidas redes en el territorio que les permiten articular mejores y más efectivas formas de resistencia. La estrategia de las mujeres para buscar el éxito, es una estrategia adaptativa similar a la que la naturaleza ha desarrollado a partir de la creación de la biodiversidad y que ha demostrado ser bastante eficaz durantes los últimos millones de años. Esta estrategia se basa en una sólida implantación en el territorio y en la creación de densa redes de interrelación que superan las dicotomías entre lo público y lo privado, lo racional y lo emocional, lo global y lo local.
Estos análisis son escasos en Rebelión, al igual que en muchos otros medios de comunicación y en una buena parte de las organizaciones sociales y políticas de izquierdas.
Creo que muchas veces no somos muy conscientes de que ser de izquierdas, incluso muy de izquierdas, no garantiza que se sepan construir relaciones horizontales (incluso cuando no hay verticalidad), que se sea ecologista, que no se tengan actitudes etnocentristas… o que no conservemos restos del patriarcado. Todas esas cosas hay que trabajarlas de modo consciente. No forman parte de un «kit» que te dan por ser de izquierdas.
El advenimiento del socialismo o de cualquier otro tipo de sociedad libertaria, por sí sólo, no resuelve el tema de género, hay que trabajarlo duramente. Lo tenemos que trabajar las mujeres, pero también los compañeros, que en muchas ocasiones pueden tener una presencia pública importante, porque hay mujeres detrás que que sostienen en sus espaldas las militancias de sus parejas. Al menos en los diversos lugares en los que yo he militado, ésa ha sido la situación.
La izquierda tiene mucho que aprender de las estrategias de las mujeres para autoorganizarse, sobre todo, si además de derribar el sistema actual, quiere construir otro. Por ello, me parece un error y un despilfarro no contar con estas experiencias, no buscarlas y estudiarlas. Tristemente en muchos casos no lo hacemos porque no las conocemos y no sabemos darle el valor que tienen.
Todavía muchos marxistas hacen relatos sobre sociedades igualitarias, que tienen medios de producción colectivos, en las que no hay acumulación. Se consideran sociedades igualitarias a pesar de que el 50% de su composición, las mujeres, se encuentran en una situación de absoluto sometimiento y sus tareas son invisibles. Se consideran igualitarias porque el análisis se hace desde un prisma exclusivamente masculino.
Las mujeres tienen experiencia histórica en multitud de alianzas ruinosas. Con frecuencia se han comprometido en luchas que se materializaron en victorias, emancipaciones y revoluciones varias, que luego no resultaron ser las suyas.
Hoy, pueden ser necesarios espacios especiales, secciones en donde se recojan estas otras visiones, al igual que hay grupos de mujeres, asociaciones, casas okupadas, etc. en donde las mujeres se hagan fuertes, porque buena parte de la izquierda todavía tiene un sesgo patriarcal.
Es fundamental que los medios de comunicación alternativa realicemos una profunda revisión que contribuya a desvelar tanta riqueza que permanece oculta. Nosotros, en Rebelión, lo vamos a intentar y como en tantos otros temas, nos formaremos colectivamente y aprenderemos juntos.
Ha pasado un nuevo ocho de marzo y al igual que la semana pasada recordamos especialmente a los saharauis, el 11 de septiembre recordaremos a Allende y a los chilenos o el 14 de abril a los repúblicanos,os invito a recordar a más de la mitad de la humanidad que lleva miles de años haciendo trabajos imprescindibles, de los que nos beneficiamos todos, en situación de absoluta subordinación.
Hoy, dentro de los proyectos que construimos, es una tarea pendiente valorar, no solo la lucha de las mujeres, sino los modos de lucha de las mujeres y sus formas de construir futuro. Para ello, el primer paso es darles visibilidad y comprenderlas.