La última novela del escritor y periodista Alfons Cervera (Gestalgar, Valencia, 1947) enlaza con otras que componen el Ciclo de la memoria (principalmente Maquis, de 1997, también El color del crepúsculo; La noche inmóvil; La sombra del cielo y Aquel invierno); se trata de El boxeador (Ed. Piel de Zapa, 2024), cuya estructura remite a la historia oral, con escasos adornos; “No existe un narrador que todo lo sabe ni tampoco un solo protagonista”, resume el autor durante la presentación –el 6 de marzo- en la librería Primado de Valencia.
En las novelas y conferencias, Alfons Cervera no aboga por una memoria histórica neutral, sino de carácter “democrático” y “antifascista”; en la librería Primado subrayó la importancia del movimiento por la exhumación de las fosas comunes. Por ejemplo, un papel dentro de una botella ha permitido la identificación de Germán Pérez Sánchez, calderero de 50 años y vecino de Utiel, una de las 13 personas fusiladas –en 1941- y soterradas en la fosa 146 del cementerio municipal de Paterna (Diputación de Valencia, febrero 2024).
El periodista –que actualmente publica artículos en los periódicos Levante-EMV e infoLibre- menciona en sentido contario el caso de Aragón: en febrero de 2024 fue derogada la Ley de autonómica de Memoria Democrática (asimismo el censo y las Rutas de memoria), cuya aprobación se produjo en noviembre de 2018; el gobierno de coalición, formado por el PP y Vox, ha promovido la supresión del citado texto legal.
“Siendo él un niño, la familia de Román busca en el exilio francés la vida que aquí hubiera sido imposible después de la derrota republicana frente al fascismo en 1939. Han pasado 80 años desde entonces y nunca había vuelto a Los Yesares”, cuenta Alfons Cervera en relación con El Boxeador; Los Yesares es un pequeño municipio de la comarca valenciana de Los Serranos, donde el autor de Todo lejos; Otro mundo o El año en que los Beatles llegaron a Barcelona sitúa las narraciones.
“‘La única manera de cerrar las heridas del pasado es contarlas’: lo dice Lola, una joven de 19 años que guarda de ese pasado la herencia de una dignidad familiar nunca vencida”, agrega Cervera (subraya que sus personajes de 85 años tienen la misma determinación que –cuando eran jóvenes- defendían la II República).
El narrador elige el ángulo desde el que escribe; en concreto, “las novelas han de plantear un conflicto, moverte a actuar”, sin embargo “hoy se lleva –en muchos casos- la escritura pálida, de distracción y consuelo”, valora el periodista valenciano.
En términos similares se expresaba el escritor Franz Kafka, en una carta de 1904 dirigida a su amigo Oskar Pollack: “Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado que tenemos dentro”; en el ensayo La cena de los notables, el crítico y editor Constantino Bértolo abordó la escritura y la lectura como actos de responsabilidad, del que habla y de quien escucha.
¿De qué modo se inserta la última novela -de 150 páginas y editada en febrero- en la obra general de su autor (incluido el libro de poemas Los cuerpos del delito? Es El boxeador “el lugar donde la memoria se hace eco, como la vieja canción de Simon&Garfunkel (…). Y la pregunta final: si no escribimos para que desaparezcan de nuestras vidas el olvido, el miedo y el silencio, ¿para qué demonios escribimos?”
Con este principio rector (la recuperación de la memoria de la guerra de 1936 y la posguerra), el coautor de El otro Oeste y autor de Algo personal o Claudio, mira reivindica el trabajo de escritoras como Annie Ernaux, quien –ya octogenaria- recibió el Premio Nobel de Literatura en 2022; la escritora francesa ha defendido el valor de la literatura como un “cuchillo” en la búsqueda de la libertad; o el de escritoras y ensayistas como Natalia Ginzburg (diputada electa en 1983 por el Partido Comunista Italiano –PCI-).
Tal vez pueda considerarse que Alfons Cervera llegó tarde a la lectura de los grandes narradores: Flaubert, Stendhal, Dostoyevski, Faulkner o Virginia Woolf; de hecho, menciona entre sus maestros a otros, a quienes –en ocasiones- se les ha despreciado al ubicarlos en la subliteratura; como Silver Kane (Francisco González Ledesma), quien escribía una novela del oeste a la semana; o Edward Goodman (seudónimo del periodista y escritor anarcosindicalista Eduardo de Guzmán), autor de novelas policiales y del oeste que podían adquirirse en los kioscos.
En la librería Primado Alfons Cervera ha reivindicado la obra de escritoras -a menudo desconocidas o silenciadas- como Concha Alós, autora de Los enanos (1962) y Las hogueras (1964), quien tuvo problemas con la censura franquista; o de la poeta alicantina Paca Aguirre, Premio Nacional de las Letras Españolas en 2018; también destacó la poesía y el compromiso de Ángela Figuera Aymerich, represaliada en la posguerra; y de la poeta del exilio republicano –en la Unión Soviética y México- Carmen Castellote, autora de Con suavidad de frío (1976).
En un artículo (A golpes con el presente y el pasado) del 13 de marzo en infoLibre, el profesor de Literatura Española en la Universidad de León, Jacobo Llamas, resalta algunos episodios de El Boxeador (Esteban Ventura); los vividos por personajes como Román, Luciano, Jacinto, Angelín (nonagenario que escucha la música de los Beatles), Sunta o Fausto: “El corredor que se dejó ganar una carrera para no honrar a las autoridades franquistas”.
O bien Rosario, “asesinada cuando bajaba de llevar comida a los del monte”; y la experiencia vital de Guadalupe, madre de Angelín, “molida a palos por dos guardias civiles”. ¿Qué ocurrió con la trompeta del payaso Charly?, detalla el profesor de Literatura Española.
Memoria y presente; también en infoLibre, Alfons Cervera tituló y concluyó un artículo –el 14 de marzo- con la idea de que para el PP, Vox y una parte significativa de los jueces españoles “ser antifascista es un delito”.
El motivo del texto radica en que los citados partidos de derecha y ultraderecha hayan suprimido el nombre de “Guillem Agulló” del premio que –anualmente- otorgaban las Cortes Valencianas por la lucha contra los delitos de odio (el joven Guillem Agulló, militante antifascista e independentista, fue asesinado en 1993 por una banda neonazi en el municipio castellonense de Montanejos).
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