Si los depredadores consumidores parasitarios del petróleo, EU y Gran Bretaña, poseen sus bolsas energéticas, a fortiori, los países productores se han posicionado para imitarlos Los estrategas de Rusia e Irán parecen haber asimilado en plenitud lo que los filósofos alemanes llaman zeitgeist (el «espíritu de la época»): la nueva era geopolítica de los energéticos. […]
Si los depredadores consumidores parasitarios del petróleo, EU y Gran Bretaña, poseen sus bolsas energéticas, a fortiori, los países productores se han posicionado para imitarlos
Los estrategas de Rusia e Irán parecen haber asimilado en plenitud lo que los filósofos alemanes llaman zeitgeist (el «espíritu de la época»): la nueva era geopolítica de los energéticos.
Habría que definir antes el significado de la «derrota» anglosajona en su aventura unilateral en Irak: no haber podido capturar los yacimientos petroleros del país ilegalmente invadido. Pues bien, tal derrota desencadenó una serie de eventos geofinancieros, geoecónomicos y geoestratégicos de carácter estructural irreversible que se reflejan primordialmente en el fin del dolarcentrismo, lo cual ha despertado las veleidades libertarias tanto de una superpotencia de la talla de Rusia como de una potencia mediana del tamaño de Irán, para liberarse de los grilletes de la hegemonía del fenecido paradigma del petrodólar, mediante la creación de sus propias bolsas petroleras que competirán con el duopolio anglosajón del NYMEX y el IPE, con sedes en Nueva York y Londres respectivamente, y propiedad del binomio energético-bancario de las trasnacionales estadunidenses y británicas.
Si los depredadores consumidores parasitarios del petróleo, específicamente EU y Gran Bretaña, poseen sus bolsas energéticas, a fortiori, los países productores se han posicionado para imitarlos.
Una semana después a las bravatas provocativas que vertió Richard Bruce Dick Cheney en Vilnius (Lituania), a las puertas del Kremlin, el zar ruso Vladimir Putin replicó con el anuncio, durante su informe anual a la nación, que la divisa rusa, el rublo, sería transformada en una moneda «convertible» a nivel internacional a partir del 1º de julio, seis meses antes de lo programado (Novosti, 10/5/06).
Con el fin de promover la «convertibilidad» del rublo serán creadas las bolsas de valores rusas para comerciar su petróleo y gas, respectivamente la segunda y la primera reserva a escala planetaria.
Rusia participa con 15.2 por ciento en la exportación mundial de petróleo y con 25.8 por ciento del gas. Irán, pese a tener la segunda reserva gasera del mundo detrás de Rusia, todavía no entra de lleno a su comercialización, mientras exporta 5.8 por ciento del petróleo mundial, lo que le confiere un significado singular al lanzamiento bursátil ruso que golpeará en pleno rostro los intereses hegemónicos del duopolio anglosajón del NYMEX y el IPE.
Irán detenta una carta muy bien ocultada, mucho más peligrosa que el enriquecimiento de uranio y hasta su dotación con armas nucleares, con la que ha jugado espléndidamente: el lanzamiento de su bolsa petrolera en la isla de Kish, en pleno golfo Pérsico, y su comercialización en petroeuros en lugar de los devaluados petrodólares.
Las razones «técnicas» que se han esbozado sobre su atraso (se esperaba para el 20 de marzo, inicio del Nouruz, la primavera persa) tendrían más que ver, a nuestro humilde juicio, con las cerradas negociaciones tras bambalinas de la agenda múltiple entre el gobierno bushiano y la teocracia chiíta persa.
La isla Kish, zona especial de libre comercio, tiene una superficie de 91 kilómetros cuadrados, con los que Irán piensa rivalizar con Dubai, el centro financiero de los Emiratos Arabes Unidos bajo la férula anglosajona. Con solamente 20 mil habitantes, la isla recibe en forma increíble más de 1.5 millones de visitantes al año, que seguramente incrementarán su número con el lanzamiento bursátil que negociará contratos de petróleo, gas y petroquímicos cotizados en euros.
El consorcio bursátil de Kish, que incorporará preceptos islámicos, será conformado por la Bolsa de Valores de Teherán y el grupo Wimpole en el que figura nada menos que Cris Cook, anterior director de la bolsa petrolera británica IPE (Ver Bajo la Lupa, 15/2/06).
En forma curiosa, para no decir chistosa, Kazem Vaziri Hamaneh, ministro de petróleo iraní, anunció que debido a «fallas técnicas» (sic) el lanzamiento de la bolsa de Kish había sido pospuesto, sin fijar una fecha de su inauguración, para luego desdecirse, y volver a redesdecirse (Asia Times, 22/3/06 e Iranian WS, 26/4/06). Ahora resulta que es más sencillo enriquecer el uranio que lanzar una bolsa de valores. ¡Cómo los sofisticados iraníes, de corte multidimensional, han de traer mareados a los burdos negociadores estadunidenses, de corte unidimensional!
La columna Politcom del periódico ruso Pravda (14/5/06) refiere en forma caústica que Irán registró su bolsa petrolera el pasado 5 de mayo, que «será única en su género porque se desconocen las compañías que participarán, así como la fecha de su apertura».
Reconoce que si se permite a las trasnacionales petroleras negociar sus cotizaciones en euros en el piso de remates de la nueva bolsa iraní, entonces «el dólar corre el riesgo de perder su posición en el mundo petrolero». Comenta también que el precio del petróleo se encuentra muy bajo y continuará su alza, mientras el dólar seguirá su declive frente al euro como una tendencia general, con o sin Irán. Identifica que la devaluación del dólar brinda a EU mayor competitividad para vender sus bienes. Desecha la mutua influencia bidireccional entre EU e Irán, pero alerta de que un «error de cálculo de Irán podría llevar a la liquidación de sus aspiraciones atómicas». Viene una frase ominosa: «la creación de esta nueva bolsa petrolera y los juegos (sic) de Irán seguirán hasta que el Tío Sam decida poner su pie encima (sic), lo que llevará al fin de los juegos» (sic). No concede importancia económica a la apertura bursátil y considera que muchas decisiones de la teocracia chiíta son religiosas, además de políticas. Con o sin Irán, la dinámica alza de los precios del petróleo y el gas seguirán su trayecto que desembocará en una crisis que afectará a China, India, Europa y EU (en ese orden).
De dos cosas una: o los rusos están celosos de la competencia de la bolsa iraní, o se frotan las manos para que EU cometa el grave error estratégico y caiga en la trampa de bombardear Irán y así autocolocarse el último clavo en su propio féretro ante la comunidad internacional.
La desesperación energética de los impopulares gobiernos bushiano y blairiano, ambos en caída libre, es tan evidente que hasta perdonaron en forma poca elegante al sátrapa libio Muamar Khadafi de todos sus pecados «terroristas» con los que lo habían exorcizado durante casi cuatro décadas, con tal de obtener algunas gotas de hidrocarburos del Sahara. La intratable adicción al petróleo de la dupla anglosajona es de tal magnitud que hasta el periódico thatcheriano The Times (11/5/06) calificó al presidente Hugo Chávez como el «nuevo rey (¡súper sic!) de Latinoamérica».
En el próximo número de la revista Harper’s aparecerán las notables investigaciones de Greg Palast, connotado periodista de la BBC (entrevista con Amy Goodman; «Democracy Now!», 15/5/06), sobre la «sacudida geopolítica» que estremecerá al mundo cuando se anuncie que Venezuela posee mayores reservas que Arabia Saudita, lo cual Bajo la Lupa había adelantado mucho tiempo atrás por simple cálculo aritmético al sumar su petróleo convencional con el no convencional (la variedad pesada del Orinoco).