En este artículo el autor sostiene que el único plan que mueve a la oligarquía brasileña es impedir el acceso de Lula a la presidencia de Brasil; si Bolsonaro no pudiese ser la alternativa, no les importaría avanzar por una ‘tercera vía’. El objetivo es continuar con la devastación del país.
La búsqueda del bloque dominante de una mal llamada “tercera vía”, una candidatura anti-Lula viable, no surge de una contradicción fundamental de las oligarquías con el programa del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro. El problema, como es bien sabido, es simplemente de cálculos electorales.
El banquero Roberto Setúbal pide optimismo. “Tenemos que creer en la tercera vía”, proclama el copresidente del Directorio de Itaú-Unibanco, institución que en 2020 tuvo ingresos netos de 3.360 mil millones de dólares. El periodista Matheus Leitão inyecta optimismo: “la investigación trae buenas noticias a la tercera vía”, escribe en la revista Veja, explicando que la encuesta “Genial / Quaest aporta un número interesante a los grupos de ni/ni (ni de Jair Bolsonaro, ni Lula)”, subió del 24% al 29%.
Si hubiera vislumbrado la posibilidad de derrotar a Lula con Bolsonaro, esta lumpen-burguesía no estaría inventando la llamada tercera vía, pues ya se habría embarcado en la campaña por la reelección del sociópata-genocida, como lo hizo en 2018 en lo que se celebró como «una elección muy difícil» entre el maestro y la aberración fascista.
Sectores mayoritarios de los millonarios empresarios y de la derecha tradicional son categóricos al rechazar a Lula, pero nunca descartan el voto a Bolsonaro. Lo que está en juego para ellos es la continuación de la devastación ultraliberal.
Los reveses proporcionados por Bolsonaro crearon impresionantes condiciones de saqueo, robo de fondos públicos y concentración de riqueza. En la pandemia, el banco Itaú y los buscadores de rentas nacionales y extranjeras acumularon ganancias indecentes. Y un par de personas ricas figuraron en la lista de multimillonarios de la revista Forbes, mientras que 120 millones de personas desesperadas sufren inseguridad alimentaria.
Las oligarquías no simpatizan con la matanza de 600.000 brasileños y brasileños, aun sabiendo que al menos 400.000 vidas podrían haberse preservado si no hubiera sido por la criminal gestión gubernamental de la pandemia. Tampoco simpatizan con los 20 millones de personas que padecen hambre y los 15 millones de trabajadores desempleados.
La amenaza fascista-autoritaria tampoco sensibiliza a los poderosos, que no tienen el menor aprecio por la democracia porque solo quieren seguir acumulando cada vez más, a pesar de la barbarie que los rodea. El banquero del Itaú defiende, por ejemplo, “una [nueva] reforma laboral que aumente la productividad”. ¿Qué significa esto, después de la completa destrucción de la CLT y la “uberización” de las relaciones laborales? ¿Están planeando un régimen más esclavista?
Esta lumpen-burguesía, que en 2016 golpeó a Dilma y que en 2018 detuvo a Lula en la mayor farsa judicial del mundo para poder elegir a Bolsonaro, no tiene un proyecto a favor de Brasil y del pueblo brasileño. Solo existe el plan anti-Lula .
Como afirmó el ministro de offshore Paulo Guedes en un evento de la Cámara de Comercio Internacional [27/9], el plan anti-Lula del capital es bastante ambicioso y representa el secuestro del presente y futuro del país.
El plan para los próximos 10 años, explica Guedes, es “continuar con las privatizaciones. Petrobras, Banco do Brasil, todos se suman a la cola”. También se incluye la contrarreforma administrativa que refuerce el poder de las castas que capturaron el Estado y golpearon la democracia, y la destrucción final de la previsión social con la adopción del mismo régimen de capitalización financiera que hizo de Chile el país con mayor número de suicidios del mundo.
Brasil es quizás el único país del mundo que impulsó un proceso de reestructuración capitalista en medio de una pandemia. Una reestructuración basada en la precariedad del trabajo y la desprotección radical de los trabajadores, con el objetivo de incrementar la explotación y la tasa de ganancia del capital.
El bloque dominante, insaciable en su apetito por una acumulación de capital en constante expansión, quiere aún más. Y no importa si para eso necesitas recurrir a la barbarie fascista.
Lula es el detonante del banquete de las oligarquías servido a costa de la hecatombe humana; es el gran obstáculo para la continuidad de este plan anti-civilización, anti-pueblo y anti-soberanía que unifica los intereses de todas las fracciones de las clases dominantes.
Por ninguna otra razón, la escoria oligárquica se une en un intento desesperado por hacer viable una alternativa anti-Lula. De fallar el intento, no dudarán en partir hacia la ruptura institucional para continuar y profundizar el brutal proceso de devastación en el país.
Jefferson Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Fuente: https://estrategia.la/2021/10/19/las-oligarquias-brasilenas-solo-tienen-un-plan-anti-lula/
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