La ley moderna dota a las instituciones económicas con los derechos legales de la gente real, de carne y hueso. Pero si la corporación es una persona, ¿qué tipo de persona es?
Un documental reciente provee una respuesta alarmante: la institución es «una persona patológica por naturaleza y por ley, que sistemáticamente aplasta la democracia, la libertad, los derechos y los instintos humanos naturales de los cuales depende una vida decente e incluso la supervivencia humana». Con entrevistas a diversas figuras, tales como Milton Friedman y Naomi Klein, The Corporation (La Corporación) es un irresistible relato del suicida sistema económico que ha llegado a ser un fenómeno global. JUSTmag habló con el co-director Mark Achbar acerca de la película, la globalización corporativa y el activismo popular.
En el sitio en internet de la película, escribes que tu objetivo principal fue «cuestionar el saber convencional que se tiene acerca del papel de la corporación en la sociedad.»¿Puede una película ayudar a cambiar el mundo? ¿Crees que las películas tienen más potencial para movilizar a la gente que, digamos, los libros?
Depende del libro, depende de la película. La película es una experiencia más manipulada, más emocional; los libros son sumamente más racionales. Mucha más gente ha visto La Corporación que los que han leído el libro. Cuán profundo fue, como experiencia, el libro para sus lectores comparado con la intensidad del impacto de la película en los espectadores: nadie lo sabe.
Sin embargo, he visto que esta película cambia la opinión de la gente y su conducta. Puedes encontrar alguna evidencia de esto en los foros de discusión en el sitio www.thecorporation.com, pero también hablo desde la perspectiva de haber asistido a cientos de proyecciones de ésta. La gente queda profundamente conmovida. Ellos no pueden ver el mundo de la misma manera después de la película. Me dicen que manejarán sus negocios de manera diferente o que cambiarán su forma de observar las cosas. Las personas que afirman haber estado apáticas declaran que se convertirán en activistas, etc. La película está usándose en cientos, posiblemente ya miles de universidades y preparatorias (hay muchas guías de estudio disponibles en línea, incluso una para los maestros de los estudiantes en administración de empresas).
Se ha regalado la película a los jefes ejecutivos de las principales compañías de la revista Fortune 500. Está provocando paneles de discusión, foros de debate, reuniones con el DVD en casa y ha generado miles de páginas en la prensa. Millones de personas la han visto y millones más lo harán en tanto que vaya llegando a las audiencias a través de los DVD teatrales y la televisión. Sí, las películas pueden ayudar a cambiar el mundo.
Lo que sucede, quizá, es que lo mejor está por verse.
¿Recibiste alguna reacción de las compañías mencionadas en la película o de defensores del capitalismo que aparecieron en ella, como Michael Walker o Milton Friedman? ¿Han sido amenazados con demandas?
El día después de nuestra entrevista con el antiguo vicepresidente de la IBM, me pidieron que retirara la entrevista y en su lugar pusiera en pantalla su escrito de respuesta oficial al libro de Edwin Black, IBM and the Holocaust (IBM y el Holocausto). Yo les ofrecí no usar la entrevista si me dejaban hablar con sus jefes ejecutivos, pero al final desistieron de sus intentos.
Después de que se estrenara la película, una persona de relaciones públicas de Pfizer dijo que si hubieran sabido que íbamos a caracterizar a la corporación como psicópata no habrían participado. El antiguo presidente de Royal Dutch Shell escribió un artículo sobre la película en el Financial Times, que, aunque crítico de ésta, la recomendaba ampliamente. El jefe ejecutivo de relaciones públicas de la firma Burson Marstellar quería que fuera a su oficina la próxima vez que estuviera en Nueva York para «discutir» la película. La invitación se sintió un poco amenazante, pero no creo que llegue a algo físico. El jefe ejecutivo de Interface, Ray Anderson, ha promovido la película como un gran espacio de acuerdo entre sus colegas y clientes. Carleton Brown, el comerciante de artículos del 11 de septiembre, asistió a una proyección de la película y le dio una garantía de calidad; la audiencia lo elogió por su franqueza. El director ideólogo de derecha Michael Walker dijo a un reportero que él no recuerda haber hecho la entrevista. Hasta la fecha no ha habido demandas. Tres razones: la película dice la verdad; el énfasis de la película está en la institución, no en los individuos; y el escritor y el co-creador de la película, Joel Bakan, es un profesor de leyes muy listo.
¿Qué tipo de reacciones obtuvo la película en los medios, por ejemplo, en las reseñas de las revistas? Desde luego hubo criticas duras de la derecha. Pero, ¿cómo la recibieron los medios liberales, los medios de izquierda? ¿la entendieron?
Las críticas duras que se han hecho son aproximadamente el 2% de las reseñas, a lo más. Nosotros recibimos reseñas respetuosas y artículos de toda la prensa de negocios: The Economist, The Wall Street Journal, Fortune Magazine, Business 2.0 y muchas otras. La mayoría de los periódicos y revistas dieron a La Corporación su más alta o su segunda más alta clasificación. Algunos de los medios liberales o medios de izquierda sólo estuvieron de acuerdo con la película y la apoyaron. Díganos algo que no sepamos. A algunos escritores de izquierda que trabajan para intereses comerciales -o quizá sus editores- no les gusta ver que este tipo de cosas sean demasiado exitosas y te apuñalan por la espalda. Incluso una revista de ecología regional en línea nos criticó violentamente porque decía, básicamente, que ya no necesitamos exponer los problemas a los que nos enfrentamos: la película debería ocuparse sólo de las soluciones; después reconsideraron, se disculparon y ayudaron a promoverla. (Casi una quinta parte de la película, e incluso más de los dos discos DVD, se ocupa de las estrategias para lograr un cambio).
Me parece que -aquí en Alemania y en cualquier parte en Occidente- hay una arraigada creencia entre la población en general de que el bienestar de la economía supone el bienestar de la sociedad. ¿Cómo continúa aún esta ilusión tan viva? ¿Tiene alguna justificación en el pasado?
Pienso que hay un defecto lógico aquí. Puede que sea cierto que el bienestar de la economía resulta en el bienestar de la sociedad en general, pero el bienestar de la economía no es la razón por la cual vivimos. No es un misterio el por qué los medios de masas orientados a las ganancias e incluso medios públicos patrocinados por corporaciones promoverán una visión del mundo que pone el rol benéfico de éstas en el centro del universo. Hasta donde yo sé, siempre ha sido así: la gente con poder buscará convencer al resto del mundo de que ellos tienen derecho a hacer esto. Ellos tendrán éxito en la medida en que nosotros se lo permitamos.
Una pregunta relacionada: ¿por qué los países pobres continúan en calidad de miembros en la OMC y entran a tratados en similares condiciones con las naciones ricas? Resulta demasiado obvio que ellos son los perdedores del proyecto neoliberal y, a pesar de esto, parecen estar ansiosos de participar.
Debemos ser cuidadosos acerca de a quién nos referimos con «ellos»: si al gobierno o a las personas. Con frecuencia en los países pobres la democracia es débil y la corrupción es rampante. No es que esto nunca pase en las democracias ricas, pero toma diferentes formas y es típicamente menos sistemático. Quizá sólo es menos obvio. Pero estoy pensando en países como Indonesia. El gobierno equivalía a enormes intereses de negocios. De hecho, el gobierno le pertenecía a los Suhartos y a sus amigos.
Así que algunos gobiernos de naciones en desarrollo quieren acceso a los grandes mercados. Pero entiendo tu punto de vista. Es como si les hubieran lavado el cerebro. Cada uno debe pensar que serán la excepción de la regla.
Comenta por favor el papel de la OMC, TLCAN, Mercosur, etc. Es correcta la noción de «tratados de libre comercio», usada por los medios dominantes? O ellos implementan -como dice Chomsky- un nuevo tipo de sistema mercantilista cuidadosamente controlado con algunas liberalizaciones sumamente selectivas?
Preferiría, cualquier día, más el análisis de Chomsky que el mío.
Tu película aborda el tema de que las corporaciones en un sistema capitalista son instituciones amorales por necesidad. ¿Aplica esto a los negocios en pequeña escala y a los llamados jugadores globales de igual manera?
No, hay una distinción qué hacer. El objetivo principal de nuestra crítica es a la comercialización pública, las corporaciones transnacionales, las cuales no son amorales «por necesidad». Es por decisión. Puede ser diferente. Depende de nosotros el hacerlo así. Ahora, esto no quiere decir que Joe’s Garage no puede ser una institución opresiva, ni quiero insinuar que IBM no pueda tener un sistema efectivo para reparar, digamos, el acoso sexual en el lugar de trabajo en el sentido en el que Joe’s Garage no podía soñar. Así que pequeños negocios que se tengan en privado pueden ser tan tiránicos o tan benevolentes como su dueño decida que serán y como sus empleados los permitan ser. Los dueños pueden escoger maximizar sus ganancias o dárselas a sus empleados para el bien de la humanidad. La corporación que cotiza en Bolsa, en contraste, está diseñada, por ley, para ser psicópata. Está forzada por la legislación y el precedente legal para poner las ganancias por encima de todas las demás preocupaciones. Alemania es puesta, con frecuencia, como modelo, en tanto que implica a otros poseedores de apuestas en el proceso de toma de decisiones corporativas y esto es, de hecho, un paso importante en tanto que se dirige hacia la democratización de nuestras instituciones económicas, aunque es un paso pequeño.
¿Cuál es el obstáculo más serio al que se enfrentan los activistas anticorporativos? ¿Es que las personas no saben la verdad acerca de las instituciones económicas o quizá que ellos no saben cómo trabajar por un cambio?
Esa es una pregunta extremadamente difícil. Pienso que nosotros (en el Norte, el mundo desarrollado), actualmente, tememos a la verdadera democracia y todo lo que ésta implica. El verdadero acuerdo puede significar mucho sacrificio y mucho tedio. Pienso que estamos reacios a poner nuestros privilegios y nuestro poder en riesgo.
A propósito, yo no me llamaría a mí mismo anticorporativo. Es un término demasiado amplio. Hay corporaciones sin fines de lucro, corporaciones públicas y, en Canadá y Gran Bretaña, corporaciones estatales. Para clasificar a las empresas de fondos públicos en esta película tuve que crear la categoría de corporación pro-ganancia (pero no comercializada públicamente).
Supón que tú película cambia la forma de ver las corporaciones de mucha gente (como yo espero que suceda). Ahora, hay una tensión obvia: si la gente reconoce que las corporaciones son entidades patológicas que deben ser eventualmente desmanteladas, ellos ciertamente estarán temerosos de perder sus empleos, como consecuencia del activismo popular. ¿Cómo puede ser resuelta esta tensión?
Echa un vistazo a lo que está sucediendo en Argentina. La gente está, esencialmente, despidiendo a sus jefes, tomando el control de las fábricas y administrándolas ellos mismos. Están democratizando sus lugares de trabajo. La única persona que pierde su trabajo es el dueño. Las cooperativas no resuelven todos los problemas del capitalismo, pero al menos traen un ápice de democracia a uno de los principales sitios de toma de decisión económica -el lugar de trabajo.
¿Qué papel juegan los movimientos de bases, el internet, y otros medios alternativos en informar al público acerca de las fechorías de las corporaciones?
Son esenciales. La información se mueve exponencialmente más rápido hoy de como lo hacía hace sólo una década. Las corporaciones temen el reflector negativo de los medios y harán lo posible para evitarlo. Esto da a los activistas y a la población en general cierto tipo de poder sobre corporaciones que son sumamente visibles, para las cuales su talón de Aquiles es la imagen que se tiene de su marca.
¿Piensas que la no violencia es un imperativo para los esfuerzos populares contra la tiranía corporativa? ¿O puede ser justificada, digamos, la destrucción de la propiedad privada en claros y presentes casos de crimen corporativo?
Yo creo en la no violencia, pero tendríamos que llegar a ser más específicos para evaluar las hipotéticas alternativas éticas. Un acto violento contra una fábrica puede detener el flujo de producción, pero también puede poner a una madre soltera en el desempleo y, consecuentemente, perjudicar la salud del niño. Entonces, mientras la violencia no dañe inmediatamente el bienestar humano, esto no necesariamente significa que no hay consecuencias humanas. Quizá está justificada si se dice que la severidad del daño está siendo parado y cuán significativo o temporal ese paro puede ser. Si la acción es esencialmente para el efecto publicitario, debe haber mejores formas para lograr el mismo fin.
Tu película parece sacar la conclusión de que el concepto de «economía social de mercado» es una contradicción en sí mismo. Al no haber alternativa, ¿qué haces con las visiones radicales no capitalistas como la de economía participativa de Michael Albert?
Creo que el trabajo de Michael merece más atención. Yo lo entrevisté para La Corporación y, desgraciadamente, lo que salió de esa entrevista en particular no iba con la estructura narrativa con la que habíamos terminado. Él probablemente nunca me lo perdonará, pero yo, regularmente, atraigo la atención de la gente hacia su trabajo en entrevistas y tengo mucho respeto por éste (como también Chomsky lo tiene).
Tratando de implementar algunos elementos básicos de la economía participativa en mi propio ambiente de trabajo, encontré que el mayor reto es la apatía de la gente hacia los procesos necesarios y la reticencia a tomar la responsabilidad que a cada uno nos concierne. Mucha gente sólo quiere hacer su trabajo, que se le pague e irse a casa. Cuando las personas tienen habilidades especializadas ellos ejercen un poder desproporcionado y la mayoría no vacila en usarlo para tomar ventaja.
La película también afronta el tema de la guerra privatizada. ¿Son los intereses corporativos la fuerza motriz detrás del compromiso militar global de los E. U.?
De hecho, la película difícilmente toca este tema. Su importancia no puede ser exagerada y merece una película -por no mencionar un movimiento- propio. Por fortuna, un muy talentoso director de cine documental, Eugene Jarecki, acaba de terminar Why We Fight (Por qué peleamos), el cual aborda este tópico con un gran poder y elocuencia. Ganó el más alto premio en el Sundance Film Festival este año y saldrá hacia finales de 2005.
La respuesta corta a tu pregunta es: «sí».
Supón que quisiera hacer algo dentro de los próximos diez minutos para hacer al mundo un poco mejor. ¿Qué podría hacer?
En los primeros nueve minutos, siéntate callado, no consumas nada y reza. En el décimo minuto contempla cómo puedes vivir tu vida de forma más sustentable. En el último segundo, decídete a actuar.
_____________________________________________________________________________ Traducido Carlos F. Díez Sánchez y revisado por Alfred Sola
Dennis Ott y Sebastian Dalkowski son estudiantes en la Universidad de Colonia, Alemania. Ellos pueden ser contactados en [email protected] y en [email protected], respectivamente.