Traducción de Carlos Balmaceda
La posibilidad entre manos
Gar Alperovitz escribe extensamente sobre los profundos cambios económicos que están teniendo lugar por todo el país, región por región. Es uno de los muchos que lo hacen aquí y en el extranjero, como Marjorie Kelly , Massimo DeAngelis , Boaventura de Sousa Santos , Ethan Miller , Ana Margarida Esteves y muchos otros. Esta visión compartida de abundancia y solidaridad en el centro de esta dinámica emergente local y regional probablemente necesitará una generación para enraizar firmemente, si lo hace. En tres o cuatro generaciones estos cambios podrían llegar a ser una parte sustancial de la política económica de los EEUU. Quizá.
Estos pensadores y observadores no imaginan un aumento importante de «empleos», menos aún buenos. Más bien imaginan un nuevo tipo de economía que potencie la cooperación, la abundancia y la solidaridad a gran escala. Que promueve mucha solidaridad en lugar de mucha especulación o cooptación . Se fundamenta en gente normal que desarrolla una selva tropical de oportunidades y relaciones como sustituta de la dinámica abrasadora de la Tierra del neoliberalismo.
Los principios, características y procesos implicados en este tipo de desarrollo económico regional no son abstracciones. Ni tampoco deducidos de una simulación matemática. Y, en muchas vías, ni siquiera son nuevos . Más bien son reflejos de eras de realidades sociales y biológicas por todo el planeta . Son descripciones de la dinámica subyacente que dirige nuevos tipos de sistemas sociales y económicos en muchas partes del mundo como Brasil , Quebec , el norte de Italia y otros lugares. Son sistemas estables que funcionan desde culturas que promueven el mutualismo y la distribución suficiente de aquello que es verdaderamente necesario y genuinamente deseado en lugar del consumismo compulsivo y narcisista que el sistema dominante neoliberal promueve.
Yo denomino esta dinámica «economía cooperativa/solidaria». Una diversidad de enfoques emparentados de alternativas económicas se ha estado desarrollando. Ha ido acompañado de un maremágnum de nombres diversos por diferentes grupos y movimientos que buscan establecer su identidad como una alternativa al capitalismo. Los enfoques con los que más me identifico son aquellos que están profundamente orientados al desarrollo de abajo a arriba, donde la democracia puede enraizar. Aunque comparten muchos valores y objetivos, estos enfoques diversos pero democráticamente orientados todavía no se han vinculado entre sí de forma sustancial.
¿Así que como vamos nosotros, aquí en los EEUU, a llegar ahí? ¿Cómo pueden todos estos esfuerzos por todo el mundo moverse de los márgenes políticos y económicos en los que trabajamos y enraizar como una selva popular global? ¿Cuáles son las claves?
Los elementos básicos necesarios
Se sabe mucho de la infraestructura que se necesita, pero se comprende poco el tipo de cultura necesaria para movilizar a la gente y desarrollar el potencial relacional necesario.
Hay cuatro elementos clave relacionados con la infraestructura de movimientos regionales cooperativo/solidarios:
Una multitud de empresas económicas alternativas diversas.
Una red regional de empresas económicas cooperativas y solidarias que puedan mantener cadenas recíprocas de producción-distribución-y-consumo de bienes y servicios que conecten a los productores con los vendedores al por menor y a estos con los consumidores en comunicación regular. Las cooperativas obreras no pueden construir su propia economía regional, ni lo pueden las redes de huertos comunitarios, etc.
Una red regional de instituciones locales mediadoras que puedan dar base a esta economía regional cooperativa/solidaria en las comunidades en las que la gente vive o trabaja o tiene profundas afinidades. (Las instituciones mediadoras son organizaciones locales que representan la voz y los intereses de la población local). Esta red de redes es esencial para la formación de una base de consumidores importante y leal así como de la comunicación regular entre todas las partes.
Una red social para enlazar entre ellas las comunidades base, sus instituciones mediadoras, las instituciones de segundo nivel como las redes del mismo sector y las instituciones de justicia social de toda la región. Esta red de redes es esencial para la formación de una base de consumidores importante y leal. Es también esencial para la formación de alianzas políticas basadas en intereses mutuos para resolver el maremágnum de necesidades legales, de financiación y políticas para fomentar una selva de economía popular.
La cultura necesaria
Esta infraestructura sola es simplemente un esqueleto social. Por sí misma no tiene vida orgánica. Las estructuras son simplemente partes de un cuerpo, de un ecosistema como una selva tropical. Por ejemplo, esta es la descripción del cuerpo humano como una comunidad :
Bajo nuestra piel tenemos 50 billones de células, una comunidad muy funcional con tecnología que supera de lejos cualquier cosa que hayamos inventado con nuestra mente. Cuando estamos sanos, este sistema es tan impecable y armonioso que en nuestro interior tenemos pleno empleo, atención sanitaria universal, ninguna célula queda detrás. Los órganos cooperan unos con otros de forma que el sistema en su conjunto puede prosperar… En esta etapa de la evolución humana, no necesitamos que nos crezca otro brazo o un cerebro más grande. Necesitamos que crezca una mayor conciencia y conexión de la comunidad.
Conciencia, conexión y comunidad llegan a través de la cultura. Me gusta especialmente la forma en que Fritjof Capra lo plantea en Las conexiones ocultas: una ciencia para una vida sostenible :
«… la cultura surge de una dinámica compleja, altamente no lineal. Se crea a través de una red social que supone múltiples ciclos de realimentación mediante los cuales se comunican, modifican y mantienen continuamente valores, creencias y reglas.»
(Las palabras en la definición pueden sonar muy abstractas, pero quedarán claras en la explicación que sigue.)
Un movimiento cultural para desarrollar EC/S regionales tendrá tres dimensiones clave si quiere éxito en el desarrollo de una economía regional alternativa. Son inseparables. Si falta uno, faltan todos. Tiene que ser una cultura de la creencia, del empoderamiento y de Pensar cooperativamente.
Primero, tiene que ser una cultura de la creencia . Esto es: gente suficiente en el mismo lugar que esté convencida de que es posible que sistemas de economía cooperativa y solidaria lleguen a ser una gran fuerza justamente donde ellos viven. Los suficientes para creer que es razonable arriesgarse a empezar empresas locales de propiedad colectiva y con base comunitaria. Suficientes residentes y otros líderes locales que crean que pueden conectar y trabajar juntos regionalmente para construir un nuevo tipo de economía que fomentará la cooperación, la abundancia y la solidaridad. Suficiente gente que sintonice con este tipo de actividad para unirse al esfuerzo como consumidores leales para hacer que se produzca así como para adquirir los bienes y servicios ofrecidos. Y suficientes tipos entusiasmados y que lleguen a creer que vale la pena invertir parte de su riqueza sobrante para apoyar su crecimiento.
Claramente, el vehículo para hacer todo este trabajo es una infraestructura de empresas que lleguen a ser parte integrante de sus comunidades, trabajando juntas en red, y desarrollando las cadenas de producción-distribución-y-consumo. ¿Pero de donde vendra la motivación cooperativa y la destreza para llegar a construir estas infraestructuras y que permanezcan democráticas? Esto nos lleva a las otras dos dimensiones.
Segundo, una cultura así tiene que ser una cultura del empoderamiento . Los cambios políticos y económicos imaginados que estamos discutiendo aquí requieren que haya la suficiente gente normal en una región dada que quiera cambiar de una vida de miedo, derrotismo y mentalidad de escasez a una mentalidad de abundancia y mutualidad. Que quieran liberarse lentamente de la dialéctica de la opresión que han internalizado y aprendan a empoderarse por sí mismos. Que quieran moverse de estar atrapados en un individualismo que nos enfrenta a todos unos contra otros a creer que podemos ser solidarios unos con otros donde cuenta.
Este tipo de cambios son muy desafiantes y muy transformadores. Exigen sistemas especiales de educación y apoyo. Estos sistemas, a su vez, requieren un tipo diferente de cultura que aquella con la que hemos crecido. Esto es, culturas de creencia en la mutualidad y la posibilidad de que la gente normal pueda hacer que suceda -lentamente, paso a paso-. O, en palabras de Paul Loeb, «lo imposible llevará un ratito» .
Tercero, este nuevo tipo de cultura tiene que ser también una cultura de Pensamiento cooperativo. Esto es: una cultura con un compromiso incondicional a fomentar las oportunidades, actitudes y destrezas necesarias para querer comprometerse en la incesante consulta y negociación necesaria para que la gente normal gestione sus vidas colectivas juntos. Yo llamo a esta orientación a la vida pública Pensar cooperativamente. Es famoso que Rodney King preguntó «¿no podemos simplemente llevarnos bien unos con otros?». Por conmovedora que sea su súplica tenemos que reconocer que no, necesitamos entender a fondo que no basta «solo» con llevarnos bien unos con otros. Educar a un hijo es un proceso increíblemente complejo como lo es que funcione un trabajo compartido, que en un grupo multiracial lleguen a entenderse unos a otros de forma que puedan trabajar juntos, etc.
Pensar cooperativamente implica ser capaz de vaciar la mente de distracciones y extender su foco de forma que uno pueda atender a las necesidades del Todo y, tanto como sea posible, al conjunto completo de problemas. En el caso en cuestión este sería la red cooperativa/solidaria y su región, pero cualquier proyecto requiere Pensar cooperativamente para que funcione bien. Requiere que tú y yo dejemos de lado nuestros intereses particulares en el contexto de la Totalidad para encontrar lo que se necesita. Los enfoques de pensamiento autocentrados actúan en el contexto de cómo la totalidad puede servir a mis intereses, ya sean particulares o los del grupo o sector con el que más me identifico.
Todos los que estamos comprometidos en alianza construyendo redes multisectoriales sabemos lo difícil que es unir a la gente en un esfuerzo sostenido. Una cultura jerárquica quiere que los muchos difieran a unos pocos para que lo hagan. Estas estructuras consiguen su solidaridad vertical mediante el control de prebendas y la capacidad de amenazar con una pérdida importante; o mediante el carisma de un tipo especial de líder.
Las estructuras horizontales, de abajo-arriba tienen que ser muy diferentes. Se basan fundamentalmente en la creación de tantos intereses mutuos como sea posible entre las partes, una solidaridad horizontal. Estas partes pueden tener diversos intereses particulares que van desde tener poco que ver unos con otros en cualquier forma directa a ser bastante antagonistas. Las culturas horizontales requieren gente que pueda Pensar cooperativamente y tengan los medios -un espacio público y normas y rituales de comunicación, por ejemplo- para hacerlo juntos. Pensar cooperativamente exige un compromiso virtualmente incondicional para consultar y negociar unos con otros de buena fe, y hacer lo que uno pueda para fomentar la confianza y transparencia esenciales que esta relación tiene que tener. Puesto que interiorizamos tanto el individualismo y el centrado en uno mismo de nuestra cultura recibida, esto supone un trabajo constante durante toda la vida.
Cuando los individuos en un grupo pueden hacer esto, el poder del grupo puede dispararse. cuando los grupos y las organizaciones se pueden unir en este tipo de solidaridad horizontal, no solamente se dispara el empoderamiento sino también la creencia en que algo nuevo puede ocurrir también se disparará. Se vuelve contagioso.
Y dejemos que la palabra «contagioso» nos recuerde que una solidaridad horizontal potente será muy amenazadora para cualquiera que quiera mantener el status quo. Muchos buscaran matarla por el miedo y con la rabia que este miedo dispara.
¿Suena todo esto como una quimera?
Es una buena pregunta. No solo eso, es una cuestión fundamental. Tiene que ser resuelta o nuestros movimientos por una democracia económica y política no tendrán una estrategia para llegar a ser profundamente relevantes. Estoy alarmado por la ausencia de una visión y estrategia coherente de un movimiento que toca el nervio de la cuestión fundamental: ¿Cómo generamos el poder para movernos desde los márgenes y llegar a ser una parte sustancial, sostenida y ubicua del paisaje político y económico?
Estoy alarmado no solo por el atrincheramiento cada vez más profundo del capitalismo en las estructuras económicas y políticas, sino por su penetración cada vez más profunda en las culturas mismas del mundo con sus creencias, valores y prácticas. Este tipo de penetración llega hasta el tuétano del ser de cada persona y sigue hacia el corazón mismo del planeta. Capra describe como la cultura es una dinámica profunda, impulsora, que trabaja constantemente sobre sus miembros:
Se podría decir que la cultura se dedica al negocio de la «autoreplicacion». Desde el momento de la concepción, imprime sus pautas y ritmos en el sustrato neuronal en desarrollo infinitamente plástico del organismo fetal. Da forma a esta sustrato para llegar a ser preferentemente sensible a las pautas culturales. Así, el individuo buscar replicar dichas pautas cuando es adulto. Este proceso de moldeamiento continua durante toda la vida ya que la capacidad del cerebro de reorganizarse por sí mismo según los usos a los que se dirige nunca cesan.
El capitalismo elitista busca sistemáticamente moldear a todos a sus formas. No puede hacer otra cosa. Como cualquier economía debe tener una cultura que se autoreplique. Hace cuarenta años, en su Introducción a su libro El momento populista , Lawrence Goodwyn describió cómo «una cultura de la sumisión» empezó a surgir con el cambio de siglo del XIX al XX y cómo había crecido en los 70. El mundo Piketty que ahora habitamos es el vástago lógico de esta estrategia cultural por el consentimiento, el consumismo y el individualismo. ¿Qué va a hacer la gente de nuestros movimientos respecto a esto? Lo que sigo oyendo de la Izquierda son, en su mayor parte, propuestas fragmentarias: 1) llamamientos a movimientos democráticos que reclaman ser radicales pero que solo se centran en un único tema, y 2) llamamientos genuinos a un profundo cambio político y económico que ignoran cómo generar el poder para hacer que ocurran.
Un surgimiento pequeño y lento
La economía cooperativa/solidaria es una economía que sirve principalmente a la gente y al planeta, no solo al 10-20% de arriba. Define los beneficios como medios esenciales para mantener este tipo de empresas y proyectos, no como propietarios que intentan conseguir tanto como puedan. El tipo de desarrollo económico regional del que hablamos aquí es emergente. Pensemos en el fenómeno Occupy Wall Street sin la notoriedad. Imaginemos que mucha gente en sitios muy diferentes en una región empieza a descubrir nuevas formas de adaptar pautas de cooperación y solidaridad fundamentales a la naturaleza social de los humanos. Tras un tiempo, empiezan a reconocerse unos a otros, a sentir que tienen mucho en común. Se está creando una selva. Así que estamos hablando de un proceso que llevará mucho tiempo. Un tiempo mucho más allá de nuestras vidas. No hay un Plan Maestro dominante. Tales artefactos hacen básicamente que todo el mundo sienta que son simplemente engranajes en la máquina de algún otro porque esto es, en realidad, a lo que llevan estos planes. Esto sucede en parte mediante la intención activa de ls «planificadores maestros» y por el persistente consentimiento de las «víctimas». El poder innato de la gente normal de participar de manera significativa en sus vidas colectivas y de crear lo nuevo está preso en este consentimiento. Vemos la economía cooperativa/solidaria como una vía para que la gente normal pueda conectar y desarrollar sus posibilidades educativas, económicas y políticas para transformar ese consentimiento en una poderosa fuerza de mutualidad. Debemos conectar cara a cara para hacer este trabajo y necesitamos conectar regionalmente para para llevarlo a una escala significativamente transformadora. Ahora mismo están surgiendo redes cooperativas/solidarias en varias regiones del país. En el oeste de Massachusetts, el centro de Massachusetts , la ciudad de Nueva York , Filadelfia , Madison , Detroit , Jackson (Mississippi), Austin (Texas) y el Área de la Bahía . Se construyen sobre más de 100 años de actividad económica cooperativa aquí y en todo el globo. Nancy Folbre hizo notar que si se sumasen todas las empresas cooperativas obreras, de consumo y de producción en el mundo hoy, formarían la novena mayor economía del mundo .
Existen Redes de Solidaridad Económica por toda Sudamérica; en Canadá, especialmente en Quebec; en Inglaterra, Francia, España, Italia y otros países europeos. Los elementos básicos en Brasil se pueden rastrear hasta el siglo XVII, su emergencia conceptual en los 30, y su crecimiento orgánico persistente desde los 70 y 80.
Estos procesos a pequeña escala, basados en la comunidad, más o menos democráticos, con todas sus luchas, responden mucho mejor a las necesidades de todos los implicados que la política y la economía abusivas a gran escala que se arremolinan en torno nuestro a un ritmo cada vez más rápido. Los proyectos pequeños son más fáciles de diseñar adecuadamente. Nuestra intuición trabaja mejor en ellos porque están más cerca de nuestra experiencia como pequeñas criaturas, y los errores serán menores. Quizá es inadecuado llamarlos errores. Tienden a ser solo pequeñas modificaciones que necesitan ajustes adicionales más tarde, parte de un desarrollo y reparación dinámicos.
La gente que participa en estos procesos comparte mucha confusión y miedo ya que también están inmersos en los problemas que hacen necesario crear nuevas vías para trabajar juntos. Necesitan redescubrir las cualidades esenciales para compartir de la vida humana. Es un proceso transformador lento. El surgimiento de lo nuevo es siempre lento y complicado cuando se mueve de arriba abajo y a través. Todas las historias de evolución y transformación nos dicen esto una y otra vez. El desarrollo es orgánico, no impuesto. El «crecimiento» neoliberal, por otra parte, es tan insaciable como un cáncer. No comprendemos que «crecimiento» y «consentimiento» van juntos y que son tanto una elección como una imposición.
Entender cómo funciona la transformación y alinearnos con sus ritmos es la clave para el poder que necesitamos que surga desde los márgenes con toda su fuerza.
Michael Johnson nació y creció en el saliente noroccidental de Texas en 1942. Sus padres, una emigrante irlandesa y un caballero del Mississippi, se conocieron en un ascensor atascado en Nueva York. Más o menos a los 16 años se dió cuenta de que «el mundo no funcionaba muy bien», pero no tenía una pista de qué hacer con ello. Tras la universidad se implicó profundamente en dinámica de organización comunitaria de grupos, y el aprendizaje práctico en Nueva York entre 1968 y 1973, y la desegregación del sistema escolar de Austin en 1976-1980. De vuelta a Nueva York en 1980 cofundó una gran comunidad intencional. También ha sido un sitio para la investigación práctica en cultura cooperativa. Sigue allí 34 años después. En 2007 empezó a sumergirse en los movimientos de cooperativismo obrero y solidaridad económica a través de la Valley Alliance of Worker Co-operatives, la revista Grassroots Economic Organizing y el colectivo SolidarityNYC.
Escribe en su blog http://geo.coop/blogs/michaeljohnson .