La oposición sigue enredada en sus propias contradicciones como consecuencia de la incapacidad para resolver los conflictos electorales que tiene por delante, de cara al proceso comicial del venidero 23 de noviembre. Se trata de una lucha por la conquista de posiciones, en la cual predomina un discurso unitario, que se contradice a cada momento […]
La oposición sigue enredada en sus propias contradicciones como consecuencia de la incapacidad para resolver los conflictos electorales que tiene por delante, de cara al proceso comicial del venidero 23 de noviembre. Se trata de una lucha por la conquista de posiciones, en la cual predomina un discurso unitario, que se contradice a cada momento con las mas diversas y maniobras destinadas a imponer determinadas candidatures y cerrarle el paso a otras.
La pugna no solamente se expresa en circunscripciones electorales donde la oposición es la que manda en el patio, como fue el caso de Baruta y sigue siendo la situación en Chacao y El Hatillo.Alli en teoría no existe el peligro de que la división provoque el triunfo del chavismo. Pero el ejemplo negativo que transmiten los partidos protagonistas de las peleas no es nada conveniente para unas fuerzas que quieren movilizar a un electorado escéptico no solo por las derrotas que en otros procesos ha sufrido la oposición sino porque basicamente existe una gran insatisfacción frente a los liderazgos que pretenden promoverse como alternativas de poder frente al actual gobierno del presidente Hugo Chavez.
Hay problemas internos en el partido Un Nuevo Tiempo que tarde o temprano pondrán a prueba la unidad de esa organización. El conflicto entre Liliana Hernández y Grateron es apenas un primer episodio en la lucha entre Leopoldo Lopez y Manuel Rosales. Pero tampoco los de Un Nuevo Tiempo se entienden con Primero Justicia, del cual provienen dirigentes como Gerardo Blyde y Leopoldo López. Y los adecos tampoco se quieren doblegar frente a las tentativas de Un Nuevo Tiempo de lanzarle candidaturas que le saboteen los planes electorales al otrora poderoso partido blanco. El lanzamiento de la candidatura de William Ojeda a la Alcaldía Mayor revive esa pugna, porque los adecos, balo el liderazgo de Henry Ramos, quieren ver a Antonio Ledezma en el despacho que hoy ocupa Juan Barreto.
No esta facil el panorama porque lo que se ve a lo lejos es una pugna adelantada por los nuevos escenarios. Los partidos opositores, viejos, nuevos y no tan nuevos tienen los ojos puestos en la Asamblea Nacional, y , obviamente, en la eventual selección de un candidato presidencial que enfrente al chavismo. Se habla de unidad pero la procesión va por dentro. También ocurre esto, y para que negarlo, en el seno de los factores que respaldan al presidente Chávez. Es tiempo de campana electoral y lo mejor es correr la arruga hasta donde se pueda. Lo que pasa es que no puede esconderse toda la tierrita bajo la alfombra.
El problema para la oposición es que la falta de sinceridad en el discurso unitario afecta el animo de sus electores, y esto puede traducirse en un perjuicio doble. Por una parte, la abstención producto de las pugnas opositoras favorece al gobierno, y por la otra la existencia de mas de una candidatura opositora anti Chávez le abre el camino al triunfo a los candidatos del PSUV en regiones que pintan como de difícil pronostico.
La carrera electoral de cara al 23 de noviembre apenas esta comenzando y no esta descartado que en el camino se procesen las diferencias que hoy existen tanto en las fuerzas pro gubernamentales como en la oposición. En este ultimo caso la situación es mucho mas complicada porque los factores que adversan al gobierno carecen de liderazgos que cuenten con la fuerza necesaria como para hacer que se solventen esas dificultades, las cuales hoy muestran a los factores políticos anti gobierno como movimientos y grupos que solo buscan unirse porque ninguno es capaz, en solitario, de representar una verdadera alternativa de poder.
El drama de la oposición es que ese sector vendió la idea de que noviembre deparararía una victoria arrolladora frente al gobierno. Y, por ahora, al menos, las cuentas no dan. Y con división mucho menos.