4. Política de contención de Washington: Alianza con los Estados afines La alianza con los Estados proclives a la integración del Bloque Regional de Poder Latinoamericano (BRPL) fue la estratagema central de toda la política integracionista de Hugo Chávez en el hemisferio occidental. De hecho, esa alianza ha sido vital en varias coyunturas de alto […]
4. Política de contención de Washington: Alianza con los Estados afines
La alianza con los Estados proclives a la integración del Bloque Regional de Poder Latinoamericano (BRPL) fue la estratagema central de toda la política integracionista de Hugo Chávez en el hemisferio occidental. De hecho, esa alianza ha sido vital en varias coyunturas de alto peligro para el gobierno del Presidente, como muestran los siguientes ejemplos.
La negativa de los Estados latinoamericanos más importantes, de reconocer al gobierno golpista de Carmona, fue fundamental para frenar el intento de Bush y Aznar de generarle legitimidad y estabilidad en la escena internacional. Asimismo, el apoyo del Presidente Cardoso durante el golpe petrolero en diciembre del 2003, secundado por Lula, debilitó sustancialmente a la subversión petrolera y fue un aliciente psicológico importante para los sectores bolivarianos.
La derrota de Rumsfeld y Uribe en la VI Conferencia de Ministros de Defensa de América, en Quito, en noviembre del 2004, al negarse las Fuerzas Armadas de Brasil, Argentina, Ecuador y Chile, entre otras, a constituir una fuerza multilateral de intervención en Colombia y servir como lacayos paramilitares a Washington, es otro ejemplo. Y el último es el apoyo dado a Venezuela en el secuestro de Rodrigo Granda que aisló y debilitó a Uribe.
La fuerza de este dique de contención externo contra la subversión de Washington debe entenderse dialécticamente. El «dique» se encuentra bajo permanente agresión de Bush para romperlo. Y ni bien ha fracasado un intento, ya está montado el siguiente, porque el imperio no se detiene ante reveses tácticos, sino solo ante una derrota estratégica, que no se ha dado aún. El caso de Granda es paradigmático al respecto.
Parar la conspiración Uribe-Bush fue un éxito real de Venezuela y sus aliados, porque frenó la primera fase del plan tendiente hacia la escalación bélica. Altas fuentes militares colombianas confirman, off the record, que la iniciativa de llamar por teléfono a Fidel partió enteramente de Uribe, muestra de su debilidad y derrota táctica. Fue esa derrota táctica la que le obligó ir, de mala gana, a Caracas. Ahí se nivelaron las cosas. Ambas partes aceptaron un empate diplomático, por el simple hecho, de que ni la alianza Chávez-Brasil-Argentina-Cuba, ni la alianza Uribe-Bush tuvieron la fuerza suficiente, para infligirle al adversario una derrota decisiva.
El «conflicto Granda» ha entrado, por lo tanto, en una fase de acumulación de fuerzas —hasta el encuentro entre los cancilleres de ambos países, en abril— en la cual el Presidente Chávez podría tratar de lograr el apoyo de los demás gobiernos latinoamericanos hacia una iniciativa de de facto-reconocimiento del status de fuerza beligerante de la guerrilla, debido a que esa parece ser la única medida capaz de arrebatarle a Uribe-Bush la iniciativa estratégica.
La alternativa a un paso ofensivo de este tipo consiste en seguir con la defensiva estratégica de Venezuela, que es la esencia de la política actual frente a Colombia, realizada con la conciencia de que Uribe no es más que un criminal de guerra al servicio de Bush y que nunca será otra cosa.
Mientras se da esa fase de acumulación de fuerzas entre ambos bandos, Washington sigue aumentando la presión sobre la alianza latinoamericana. El secuestro y la muerte de la hija del ex Presidente Cubas en Paraguay —que muestra todos los elementos del modus operandi de los escuadrones de muerte que Washington utiliza en su nueva modilidad de «outsourcing» del terror de Estado— fue aprovechado hábilmente por Washington para incriminar a las FARC y presionar sobre la integración de una política latinoamericana en la «guerra contra el terrorismo». El escándalo del narcotráfico de la Fuerza Aérea argentina sirvió al mismo fin, al igual que el ataque de Condoleezza Rice contra el movimiento político (MAS) de Evo Morales, el 17 de febrero.
La política de contención del imperialismo estadounidense en América Latina sólo será exitosa a través de los próximos años, si se realiza con la conciencia de que se trata de una agresión sin cuartel por parte de Washington y sus lacayos regionales. Cualquier ilusión sobre el orden de batalla y el plan de operaciones de Bush-Rice-Rumsfeld en América Latina, será fatal.
La política de contención de Uribe-Bush tiene su aspecto constructivo en las alianzas estratégicas que se están forjando con Cuba, Brasil, Argentina y Uruguay. Esta política tiene por base la concepción del canciller Alí Rodríguez —quien acaba de tener una brillante actuación antimonroeista en la reunión extraordinaria de la OEA, en Washington— de cimentar la integración latinoamericana y caribeña sobre el eje energético, en el cual radica el principal poder económico y político de integración de la Revolución venezolana.
La alianza con Brasil es clave en este engranaje y avanza rápidamente. Hace poco, el sectarismo trasnochado había declarado imposible la alianza entre Venezuela y Brasil y pontificado que cualquiera a quién le pareciera posible, era un idiota. Ahora, que Hugo Chávez y Fidel no sólo la han declarado posible, sino necesario y que, además la construyen con enorme intensidad: ¿Qué diagnóstico de estado mental le aplicarán a ambos líderes?
5. El Nuevo Proyecto Histórico de Hugo Chávez
Hugo Chávez ha configurado en dos años un Nuevo Proyecto Histórico (NPH) regional y global, que la «izquierda» y sus intelectuales no habían logrado construir en tres lustros. Ese Nuevo Proyecto Histórico ha sido expresado en sus lineamientos principales durante las últimas visitas del Presidente a Brasil (FSM) y Argentina y en el documento sobre los diez objetivos estratégicos de su gestión hasta las elecciones del 2006, «Líneas estratégicas de actuación para los próximos años». Las características de ese NPH son las siguientes.
5.1 Chávez ha separado con notable acierto metodológico y político las dos etapas principales del Nuevo Proyecto Histórico que forman una unidad dialéctica: 1. la fase final, el socialismo del siglo XXI y, 2. la fase de transición para América Latina, el bolivarianismo.
El Presidente no ha disertado mucho sobre el horizonte estratégico de la lucha, el socialismo del siglo XXI, como destino de la humanidad. Sin embargo, cuando lo hará construirá su discurso sobre el conocimiento científico actual que revela la siguiente institucionalidad anticapitalista del futuro: 1. una economía democráticamente controlada por los productores inmediatos, que opera sobre time-inputs (valores); 2. una democracia real, determinada en sus tres magnitudes principales, la formal, la social y la participativa, por sus ciudadanos y, 3. un Estado de derecho de la voluntad general; dicho mediante una contradictio in adiecto (formulación contradictoria), un Estado no-clasista.
5.2 La integración bolivariana es para el cristiano Hugo Chávez la fase de transición hacia un reino terrenal en el cual caben todos, es decir, una sociedad sin clases. Por eso, la construcción del Bloque Regional de Poder (BRP)-Comunidad Sudamericana de Naciones es la tarea inmediata. Si se fracasa en ella no habrá necesidad de elucubrar sobre el futuro socialista de América Latina. La barbarie imperialista será la respuesta al naufrago. La dramática consigna «Unión o Muerte», usada por el Presidente en el Cono Sur, expresa esa coyuntura de vida o muerte que vive la Patria Grande.
5.3 Junto con la definición del horizonte estratégico (socialismo) y la alternativa de unión o muerte, el Presidente dio a conocer una tercera bandera de lucha: la alianza estratégica entre los Estados y los movimientos populares. Expresó que los Estados latinoamericanos estaban avanzando en la integración y que era muy urgente que los movimientos populares hicieran lo suyo para fortalecer y acelerar el proceso.
5.4 La cuarta consigna fue la crítica al sectarismo que ha declarado a Lula, Kirchner y Tabaré Vázquez como enemigos a combatir. Chávez dio un espaldarazo enorme a Lula, que repitió durante la declaración oficial de la «alianza estratégica» de ambos Presidentes durante la visita de Lula a Caracas, el 14 de febrero, y que fue reforzado por Fidel Castro con palabras de inequívoco apoyo para el brasileño.
5.5 El documento «Líneas estratégicas de actuación para los próximos años», dado a conocer ante gobernadores y presidentes municipales, el 12 de noviembre en la Academia Militar, complementa las líneas de actuación anteriores. Es una guía de lucha para la actual etapa estratégica. Guardando las diferencias, la importancia orientadora de este documento es comparable al texto de Fidel, «La historia me absolverá», en su momento.
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