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Las transnacionales de fiesta por los TLC

Fuentes: Rebelión

Las empresas transnacionales están de fiesta ya que los Tratados de libre Comercio (TLC) previstos para entrar en vigor este años entre varias naciones latinoamericanas y Estados Unidos, les abrirán las puertas para poder controlar aún más el mercado, la industria, los servicios y grandes extensiones de tierra en esos países. Las ventajas que otorgan […]

Las empresas transnacionales están de fiesta ya que los Tratados de libre Comercio (TLC) previstos para entrar en vigor este años entre varias naciones latinoamericanas y Estados Unidos, les abrirán las puertas para poder controlar aún más el mercado, la industria, los servicios y grandes extensiones de tierra en esos países.

Las ventajas que otorgan los TLC a esos consorcios son enormes pues las frágiles economías de El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, República Dominicana, Perú, Ecuador y Colombia, (todas involucradas en TLC) no podrán competir individualmente con la tecnología de avanzada procedentes de Estados Unidos y de esas compañías.

Tras el revés sufrido en noviembre pasado por el mandatario estadounidenses George W. Bush durante la IV Cumbre de las Américas, efectuada en Argentina, al oponerse los presidentes de Venezuela y del MERCOSUR (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) a la creación del Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA), los TLC pasaron a ser la razón primordial de la política económica de Washington para la región.

El esquema de negociaciones de los TLC son prácticamente idénticos al ALCA y provocarán profundos perjuicios para las naciones firmantes.

Entre sus preceptos aparecen la protección y el trato no discriminatorio para productos digitales como software, música, texto y vídeos y fortalecen las patentes, marcas y secretos comerciales estadounidenses.

Todos los servicios públicos estarán abiertos a la inversión privada y en especial sus mercados en sectores como telecomunicaciones, mensajería rápida, servicios de computación, turismo, energía, transporte, construcción e ingeniería, financieros, seguros, entretenimientos, salud, educación y agua, entre otros.

Los acuerdos establecen un marco legal seguro y predecible para inversores privados y sus compañías y los desacuerdos o contravenciones podrán dirimirse en un tribunal internacional, obviando prácticamente a las instancias legislativas nacionales. Esos futuros juicios supondrán altas erogaciones por parte de los involucrados, los que serán difíciles de sufragar por entidades o el estado perjudicado.

Más del 80% de las exportaciones procedentes de Estados Unidos y de sus compañías quedan con arancel cero tras la entrada en vigencia de los acuerdos y el resto de los impuestos se eliminarán en 10 años.

En la agricultura sucede casi lo mismo pues cerca del 60% de las exportaciones agrícolas procedentes del norte entrarán sin aranceles como los cortes de carne bovina, avícola, algodón, trigo, soja, arroz, maíz y vino entre otros.

La pregunta que inmediatamente viene a la mente de cualquier persona, por profanos que sean sus conocimientos en economía es: ¿podrán competir esas débiles economías ante tales golpes?

Los datos proporcionados por la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) son impresionantes. Las ventas realizadas en el 2004 por las 100 principales multinacionales fueron equivalentes a las tres cuartas partes del comercio mundial.

El documento de la ONU asegura que la comercialización del centenar de transnacionales más importantes del mundo, encabezadas por firmas de capital estadounidense, alcanzaron en ese año 3 billones 984 000 millones de dólares y el 55% de ese monto fue facturado en países distintos a donde esas empresas tienen su oficina matriz.

Solo las ventas fuera de sus países de orígenes de las cinco multinacionales punteras del orbe superan el valor total de las exportaciones anuales del conjunto de los países de América Latina. Esos consorcios son General Electric, Ford Motor Company, Royal Dutch/Shell, General Motors y Exxon Corporation.

Asimismo, la apertura de los sistemas eléctricos al capital privado ha permitido que en pocos años, 10 empresas multinacionales controlen una cuarta parte de los proyectos en operación en 83 países.

Un estudio del Banco Mundial indica que los principales negociantes privados en ese sector han realizado inversiones que en conjunto suman 100 000 millones de dólares para financiar 198 proyectos de generación eléctrica, de ellos 99 en América Latina.

De los 6 000 millones de habitantes en el planeta, la mitad están involucrados en las áreas de la agricultura o dependen de esta y cada día más su destino se determina por los intereses de unas cuantas empresas transnacionales y por las políticas pro empresariales de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que tienen el poder de determinar el precio de los productos.

La fuerza y el poderío con que cuentan las compañías multinacionales es incalculable y peligroso hasta para mantener la soberanía e independencia de los países donde se instalen pues al controlar las principales esferas económicas y sociales de una nación pueden también, si peligran sus intereses, derrocar a gobiernos democráticamente elegidos.

Los Tratados de Libre Comercio son en definitiva convenios que benefician en grado sumo las proyecciones expansionistas de Estados Unidos y de sus abarcadoras compañías.