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Latinoamérica y la crisis mundial

Fuentes: Rebelión

Los fabulosos rescates a los bancos y la intervención de los Estados para contener la crisis condujeron a la economía mundial a evolucionar a dos ritmos. Desde el 2010 el mayor crecimiento se da en los países «emergentes» mientras que en las principales potencias la producción se incrementa a ritmo moderado. Latinoamérica se encuentra entre […]

Los fabulosos rescates a los bancos y la intervención de los Estados para contener la crisis condujeron a la economía mundial a evolucionar a dos ritmos. Desde el 2010 el mayor crecimiento se da en los países «emergentes» mientras que en las principales potencias la producción se incrementa a ritmo moderado. Latinoamérica se encuentra entre los primeros, pero con grandes desigualdades: la CEPAL pronostica el mayor crecimiento en América del Sur (5,1%), menor en centroamericana (4,3%) y débil en el Caribe (1,9%) [1].

Esto viene abonando la idea de un desacople de la región y una «oportunidad histórica» gracias a la emergencia de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Sin nuevos saltos en la crisis, lo cual es mucho decir ante la posibilidad de un default en Estados Unidos o una quiebra griega o de otros países con problemas en su deuda, que llevarían a una nueva caída como sucedió en 2009 en la región luego de la bancarrota de Lehman Brothers, la economía ya viene desarrollando desequilibrios.

Los «beneficios» de la crisis

Por ahora, las medidas para recuperar las principales economías en crisis tienen dos consecuencias contradictorias. Una de ellas es que el exceso de fondos produjo la especulación en commodities. La evolución de los términos del intercambio (la evolución de la relación entre los precios de lo que se exporta y lo que se importa) es favorable para América del Sur y en menor medida para Centro América y México. Es cierto que en las cantidades demandadas están actuando elementos estructurales como el consumo de China e India y la utilización de granos como insumo para la producción de biocombustibles, pero en el nivel de los precios está incidiendo la especulación en instrumentos financieros derivados.

Por otro lado, las bajas tasas de interés en los Estados Unidos, los rescates a los bancos en las principales economías del mundo y la emisión monetaria, todas políticas para contener la crisis mundial, por el momento favorecen a las economías latinoamericanas con financiamiento barato también proveniente de capitales especulativos.

Los países latinoamericanos han aumentado las tasas de interés haciendo más grande la brecha con el interés pagado en las economías desarrolladas. Esta política encarece las monedas locales porque al promover el ingreso de divisas los dólares están disponibles en gran cantidad y son más baratos. Sumando el aumento de los precios de materias primas que también contribuyen con dólares existe una presión fuerte a la apreciación cambiaria. Por eso la CEPAL advierte sobre la necesidad de «intervenciones en los mercados de cambio, controles a la entrada de capitales y regulaciones financieras.» [2]. Se está afectando la competitividad dado que cuesta más exportar con una moneda encarecida y los países se encuentran con mayor permeabilidad al ingreso de mercaderías importadas. También el incremento de la demanda interna está subiendo el déficit comercial.

Existe un gran peligro en el caso que la Reserva Federal de los EE.UU. decida subir la tasa de interés y se corten los rescates. Aunque no es el panorama más probable en la coyuntura inmediata dado que Ben Bernanke insiste en que la FED dará todas las facilidades para contener la crisis, por ejemplo emitiendo dinero barato, la posibilidad de suba de la tasa de interés produciría lo que llaman un «vuelo a la calidad», esto es que los capitales vuelvan a los activos más seguros como los bonos de los EE.UU. si pagaran tasas más altas. Esto no sólo revertiría el flujo de capitales a América Latina, sino que además encarecería el costo del endeudamiento, lo cual no dejaría de afectar a economías altamente dependientes de capitales extranjeros como las de la región.

Mientras tanto, aunque hay un limitado proceso de inversiones productivas, las facilidades financieras alientan la formación de algunas burbujas en los activos financieros e inmobiliarios. Y no es de descartar, que se genere también una burbuja en el consumo posibilitando la compra de bienes por parte de los trabajadores con crédito, pero no con el poder de compra del salario acrecentado. El FMI también advierte que a pesar que el sistema bancario está sólido se percibe cierto apalancamiento en el endeudamiento exterior de las empresas [3].

El endeudamiento tiene un peso determinante en la estructura de la balanza de pagos y en el presupuesto de los países de la región, con lo cual la reversión del ciclo de afluencia de capitales podría dejar a las economías sin un flujo, que si bien significa una fuerte dependencia del imperialismo, resulta vital para su funcionamiento.

Demanda, inflación y pobres hambrientos

La demanda interna viene creciendo aceleradamente en los países de la región lo que conduce, junto con el alza mundial de los alimentos y los combustibles, a presiones inflacionarias.

El incremento de los precios de los alimentos afecta a los sectores más empobrecidos. Frente a los primeros signos de la crisis con las hipotecas subprime se desataron las revueltas del hambre en Haití. Más recientemente la carestía de la vida fue uno de los desencadenantes en los levantamientos en el norte de África, aún en países con crecimiento económico. A fines de 2010 el aumento de los combustibles que anunció Evo Morales en Bolivia encontró el rechazo de los trabajadores porque encarecía los precios de otros bienes y se comenzaba a sentir la escasez de alimentos. En Latinoamérica aún con la demanda interna creciendo fuertemente, el encarecimiento de los alimentos afectando a los sectores más empobrecidos de los trabajadores puede transformarse en el «eslabón débil» que abra situaciones de crisis social.

Entre los desequilibrios en curso y un nuevo salto de la crisis

La CEPAL advierte que si se deteriora la situación en Estados Unidos, Japón y la Unión Europea el crecimiento acelerado de Latinoamérica estará muy condicionado. Si hubiera un enfriamiento en China, India y la Federación Rusa para enfrentar la inflación esto significaría menor demanda. Estas posibilidades están inscriptas en la situación. De hecho, aunque partiendo de niveles altos se está desacelerando el crecimiento industrial chino. En América Latina las desigualdades en las tasas de crecimiento, en la situación cambiaria, en la exposición al encarecimiento del financiamiento y los recursos que se acumularon en los bancos centrales, pueden significar distintas posibilidades de respuesta ante un agravamiento de la crisis mundial, pero no podrán evitar una caída como en el 2009 cuando la economía retrocedió más del 2%.

Sin llegar a ese escenario, si continúan los rescates en la zona Euro y se logra un acuerdo para elevar el endeudamiento en los EE.UU., no es de descartar que el ingreso de capitales actúe como un factor desequilibrante. Aunque los capitales ingresan a la región para aprovechar áreas de rentabilidad reales, las burbujas dan cuenta de que las economías absorben más ingresos que lo que resisten. Podría darse una situación como la que experimentaron los países del este asiático en 1997 donde el ingreso de capitales en busca de rentabilidad pudo ser absorbido en determinadas proporciones que cuando se excedieron provocaron desequilibrios que estallaron con la salida violenta de los capitales e inestabilidades cambiarias. De suceder esto, la economía latinoamericana actuaría directamente como un factor de retroalimentación de la crisis mundial.

Sin llegar a ese extremo, ya están en desarrollo desequilibrios. Los países del Caribe vinculados a los EE.UU., las remesas y el turismo internacional, son más vulnerables y tienen problemas de deudas elevadas y déficit fiscal. En América del Sur, en Brasil, la principal economía de la región, el ingreso de capitales llevó la relación cambiaria a un nivel similar al de 1999 cuando el país se vio obligado a devaluar. El ministro de Hacienda, Guido Mantenga, declaró «Estamos listos para tomar nuevas medidas también para impedir esta apreciación cambiaria» [4]. Allí el déficit comercial es un problema. De hecho, Brasil ya venía practicando medidas proteccionistas para reducir su déficit generando roces con otros Estados.

En nuestro país también se está respondiendo al debilitamiento del superávit externo con intervención en el comercio exterior. Venezuela devalúo su moneda a principios de año. Es decir, que sin llegar aún a una situación extrema el desarrollo de desequilibrios por los efectos «benéficos» de las medidas de contención de la crisis ya están en curso.

[1] CEPAL, Estudio económico de América Latina, Julio de 2011, disponible en: www.eclac.org

[2] CEPAL, op.cit.

[3] FMI, Perspectivas económicas. Las Américas, atentos al sobrecalentamiento, Abril 2011.

[4] «Listos para nuevas medidas», Página/12, 26/07/2011.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.