Han transcurrido en Venezuela las elecciones del 3D con un rotundo éxito para reelegir al presidente Chávez como todos esperaban y sabían. Creo que es un buen momento para repasar algunas de las características de la revolución bolivariana, como ganar por el 63% de los votos, lo cual significa un 6% sobre el referéndum solo […]
Han transcurrido en Venezuela las elecciones del 3D con un rotundo éxito para reelegir al presidente Chávez como todos esperaban y sabían. Creo que es un buen momento para repasar algunas de las características de la revolución bolivariana, como ganar por el 63% de los votos, lo cual significa un 6% sobre el referéndum solo dos años antes.
Ese porcentaje no ha dejado de subir en cuatro oportunidades. Ganar con más del 60% elecciones presidenciales luego de ocho años de gobierno en un mundo donde las democracias están totalmente desprestigiadas, no es cualquier cosa.
Una democracia que intenta implementar mecanismos participativos y la única sometida a referéndum revocatorio o confirmatorio, tanto de presidente como de todos los cargos públicos a mitad de mandato. Una democracia que se intenta desprestigiar dentro y fuera del país por todos los medios sin importar a que mentiras y atentados se recurra.
Una democracia que se ha salido con éxito de los mecanismos internacionales de control de flujo de los capitales como el BID y el BM, y pese a golpes de estado y sabotaje petrolero, que era prácticamente su única entrada de recursos, con una pérdida de decenas de miles de millones de dólares y una caída brutal de la economía y puestos de trabajo, ha salido adelante.
Con una recuperación económica inédita en cuanto a velocidad sostenida ya por 13 trimestres, el crecimiento mayor de América Latina y casi del mundo. Pero con la particularidad que ha desterrado el analfabetismo, única además de Cuba en tal logro, y ha bajado poderosamente los índices de pobreza e indigencia.
Todo ello una vez más en medio de una guerra de baja intensidad interna y externa. Todo ello sin violencia, en plena democracia y respeto de los derechos de todos, sin presos políticos ni torturas, con absoluta libertad de expresión y respeto de las instituciones.
Y por si eso fuera poco se abre poderosamente camino hacia una nueva forma de economías complementarias, con transferencia de tecnologías, recursos, apuntando a respetar soberanías y equilibrar asimetrías entre los pueblos. Con las misiones internacionales banderas junto con Cuba, de devolverle la vista a los pueblos, tanto la física como la mental, alfabetizando.
Con misiones que buscan y recuperan los indigentes y madres con hijos abandonados y a la deriva por las calles, brindándoles el tratamiento y la capacitación necesaria a reinsertarlos socialmente con todos sus derechos. Yo comprendo a quienes les cuentan estos logros tan vertiginosos y miran con suspicacia, porque si yo no lo hubiera vivido y visto sentiría lo mismo.
Es tan poderoso y profundo el escepticismo y desconfianza, la impotencia y frustración en que nos han sumido estas décadas de gobiernos militares, torturas, campos de concentración, represión y desestructuración social y familiar.
Es tanta la inhumanidad que hemos visto y sufrido, que un paisaje como el de la revolución bolivariana resulta demasiado para nuestra coraza emocional. Es algo increíble, uno no sabe si reírse hipócritamente o ponerse a llorar por esos sueños que a fuerza de traiciones han terminado enterrados, alejados de la sensibilidad porque ya resultaba intolerable el dolor.
Hoy volver a abrir esos ataúdes en nuestras entrañas nos asusta, estamos demasiado escarmentados, sentimos que sería demasiado, nos destruiría volver a confiar y ser engañados una vez más. Pero allí está la realidad en plena transformación dando testimonio en hechos, en números, y sobre todo en sonrisas, en salud, en bienestar social.
Ese es el circuito que girando sobre si mismo se reinicia y potencia en estas elecciones del 3D con abrumadora mayoría. Es la fiesta popular que celebra la continuidad del proyecto estratégico que han hecho propio. Un pueblo que estuvo excluido desde siempre, que ni siquiera existía como número, porque ni cédula tenía, ni hablemos como actor social.
Un pueblo analfabeto que ahora sabe leer y tiene una constitución que le cuenta sus derechos y deberes. Un pueblo que por primera vez tiene medicina de calidad y remedios, alimentación para su dieta básica, estudios en todos los niveles. Y todo ello es gratuito, un derecho de humanidad, una sensibilidad que se conmueve ante la necesidad y el sufrimiento ajeno.
A mi me gustaría saber como es que este proyecto es el que se hace merecedor a la crítica despiadada de todos los medios del mundo, y aún al 40% de la misma población venezolana. Pero la respuesta no es tan difícil. Es el cuento en que el rey cuerdo era un loco para los locos súbditos que se creían cuerdos, y la solución propuesta fue que era más sencillo que el rey enloqueciera para que todos fueran cuerdos.
Del mismo modo un oasis en medio de un mundo que se desertiza, una semilla de humanidad que brota como un hermoso sueño en medio de la creciente y real inhumanidad, ha de resultar vergonzante, chocante y necesariamente ser objeto de desconfianza, crítica y satanización.
No hay otra lógica para explicar que en lugar de sumarse y aportar todos a ese sueño, lo único que se haga es buscar como criticarlo, devaluarlo, derrumbarlo para que no haga destacar las míseras y mediocres realidades cotidianas que todos vivimos.
Aún a los mejor intencionados lo ves temerosos de confiar en ese sueño y resultar demasiado ingenuos para el reinante escepticismo. Dicen que el proceso tiene muchas limitaciones, defectos y es muy vulnerable. Yo les preguntaría, ¿comparado con qué? Yo diría que es real, es un proceso viviente, que se encuentra en su camino con la necesidad de superar todas las resistencias que nos mantienen en estas condiciones.
Y los ideales son partes de esas resistencias, porque por algo no generaron jamás cambios, no movilizaron ni contaron con la voluntad para llevar a los hechos tales cambios. Y hoy todos esos ideales de salón son los primeros en criticar y en oponerse a lo que pregonaban. ¿Adónde están las izquierdas que se llenaron la boca con discursos vacíos durante más de cuarenta años? ¿Adónde están los cristianos con su compasión y su caridad? ¿Dónde y cuando hicieron alguna transformación social, fáctica y significativa? Y ahora que la tienen en plena transformación ante sus ojos, ¿qué hacen?
Pues aunque ud. no lo crea, están en la oposición. Los que han tenido la sensibilidad para sumarse a la exigente tarea de transformación social, de levantar un país completo, de educar, alimentar y sanar, de transformar todas sus instituciones, de refundar la economía y la cultura, han sido proscriptos y tienen que luchar además con los idealistas.
Además dentro de las mismas filas, muchos bien intencionados no han comprendido realmente lo que implica la inmensa tarea, no se han hecho concientes de que dentro suyo arrastran y en sus conductas repiten las mismas lacras del pasado que critican afuera.
Y todas esas son las resistencias sicológicas que la humana intención ha de reconocer y superar, para que finalmente ese sueño que mora en su corazón desde siempre, porque el que no lo siente no es humano, pueda venir a ser en el mundo.
La revolución bolivariana es un universo fáctico de transformación de la realidad. La época de los discursos ya quedó atrás. Es la hora de participar, meter los pies y las manos en el barro o callarse y seguir de largo porque ese paisaje definitivamente no te resuena, no tiene nada que ver contigo. Es algo con lo que resuenas o rechazas visceralmente, no hay más alternativas.
¿Qué sentido tiene ponerse a razonar la conveniencia y la sostenibilidad de darle de comer a un niño esquelético y famélico que llora ante ti? El único sentido es la inhumanidad, la insensibilidad compensada con nobles ideales que no solo jamás llegarán a las acciones, sino que se opondrán a ellas en caso de que otros finalmente las emprendan.
Luego del impero romano donde la conciencia humana había avanzado sobre el mundo, se replegó o cayó nuevamente en mil quinientos años de supersticioso oscurantismo que concebían un mundo estático y dogmático. Pero entonces de repente se produjo la transición medioevo-renacimiento y todo se puso en movimiento, se dinamizó, se regeneró.
Algo similar sucede hoy. La revolución económica y cultural ha generado una fuerza y ritmo de hechos que desborda y vuelve obsoletas las instituciones de un modelo o paradigma social que se desmorona completo. Pero el modelo o paradigma mental y sus instituciones no están afuera, son nuestras conductas y creencias, nuestros hábitos, nuestra programación.
Seguimos repitiendo las mismas conductas que son cada vez más ineficientes, son como palos de ciego al vacío intentando acertar al objeto. Cada vez se hace más difícil y exige más esfuerzo obtener los mismos resultados. Porque ahora es el avance tecnológico el que controla todo y son las corporaciones con gran concentración de capital las que deciden.
La nación estado ha sido desbordada por la rapidez y alcance de transporte y comunicaciones globalizando los intercambios económicos. Ahora son instituciones internacionales las que administran y ponen las reglas para el gran capital. Privatizan los servicios públicos, se apropian de los recursos minerales, energéticos, del agua.
Adquieren derechos sobre patentes de semillas, remedios, ideas creativas y hasta sobre las noticias. Ponen precio a la mano de obra y deciden quien comerá y quien no. Los suelos fértiles se desertizan, las aguas se contaminan, el clima sea altera fuertemente.
La humanidad es diezmada por hambrunas, pestes y más de la mitad vive en la miseria y la ignorancia. Para completar el panorama hay señores que lideran poderosas naciones que consideran que como no pueden ser detenidos dado su poder económico y bélico, saquean, destruyen y matan pueblos completos para democratizar su petróleo.
Sobre las ruinas construirán un mundo feliz de coca colas, pollo frito y hamburguesas. Ante este panorama es que surge en Venezuela la revolución bolivariana como una gesta libertadora de tal barbarie. ¿Y qué dirección puede tener esta gesta libertadora sino la de la generosa solidaridad con el pueblo ignorante, pobre, hambriento, expuesto a todas las enfermedades?
¿Qué dirección puede tener esa gesta libertadora sino la de cooperar con sus vecinos apuntando a equilibrar asimetrías económicas y tecnológicas, intentando una integración política, geográfica, física, social y militar, que le permita cierta capacidad de respuesta y negociación que cuando menos haga que los todopoderosos piensen dos veces el posible costo antes de meterse en tal aventura?
Ah, pero los medios de comunicación que son propiedad del poder económico y bélico bombardean la siquis colectiva aterrorizándolos con que perderán su libertad en manos de un dictador ególatra que los llevará hacia el modelo cubano, donde el gobierno es una tiranía que tiene demasiada injerencia en la vida civil, convirtiéndola en una esclavitud.
Y como nuestras mentalidades, creencias y hábitos viven aún en el siglo pasado y fuimos desapercibidamente entrenados para competir por las migajas del banquete real, se da la paradoja de que el 40% de la población se opone a esta dirección de hechos.
Dice que es opuesto a la modernidad, a la libre competencia ejercida y asumida como adultos que se responsabilizan de sus acciones. Opinan que el otro 60% son tradicionalistas, inválidos sociales que necesitan al papá Estado, incapaces de hacerse cargo de si mismos.
No quieren esa injerencia del estado, defienden implícitamente, aún sin saberlo la supervivencia del más fuerte y que cada cual se las arregle como pueda en una batalla sin fin. Y es así como surge la paradoja de que en un mismo pueblo hay dos diferentes tiranos y enemigos, dos luchas por la libertad que son mutuamente contradictorias.
¿No les hace acordar a las luchas de la luz contra las tinieblas, de los hijos del buen dios contra los del maluco del diablo? Estas son las paradojas mentales humanas que el libre albedrío hace posibles. La óptica lineal e ingenua de los ideales y teorías no logra abarcar y desentrañar tal complejidad de realidades fácticas dialécticas.
Porque no comprenden ese refrán popular de que de la idea al hecho hay un gran trecho, un gran abismo. No comprenden que ese abismo está constituido por aquello que desapercibidamente te impulsa a la acción y te da dirección.
Entonces cuando un modelo comienza a ser desbordado por la fuerza de los hechos y resulta inoperante para dar respuesta a la nueva realidad, cuando simultáneamente comienza a dar señal uno nuevo, quedan atrapados en la contradicción invisible de tales modelos que son tácitos, implícitos, pero con un enorme poder de reacción. Nuestros hábitos y creencias.
¿Qué es la libertad? ¿Libertad de qué, de quién, para qué? Eso lo definen los modelos mentales, los intereses epocales, los compromisos pre-racionales que establecemos con nuestro entorno. Se podía soñar o pretender ser personal y físicamente libre en un mundo poco poblado y desarrollado, retirándote a un lugar aislado y viviendo de la caza por ejemplo.
Digo físicamente, porque mental, emocionalmente nunca podrás renunciar a ser humano y vivirás siempre dentro del mundo de ideas y sentimientos que te inculcaron en tu infancia. Pero en un mundo donde las transnacionales van tomando el control completo del mercado y asfixian cada vez más las economías locales, tradicionales, eso es un sueño imposible.
No puedes seguir jugando a la irresponsable libertad de hacer lo que se te de la gana, cuando las posibilidades de satisfacer tus necesidades son cada vez más reducidas, al punto de que media humanidad ya no lo logra y tu entorno vital da señales de colapsar. Es un juego anacrónico y disociado de la realidad. Es pura y simple enajenación, alucinación.
Es justamente por eso que la revolución bolivariana plantea la inclusividad social en que todos tengan los mismos derechos y deberes, con pleno acceso a la satisfacción de todas sus necesidades y derechos. Y es ese simple planteo o intención lo que actualiza todas las resistencias del modelo anterior.
De ese modo intentando concretarlo en los hechos luego de haber sido aprobado por más del 80% en referendo, es que vamos cayendo en cuenta que la actual legislación e instituciones no lo posibilitan. Detrás de tal legislación y burocracia están los intereses de una élite y de todos los que vivimos habituados y crédulos dentro de ese sistema, como animalitos domésticos.
Continuando con nuestro intento de canalizar los recursos del estado hacia el pueblo discriminado, excluído, hambreado y analfabeto, dejado en total desamparo, caímos en cuenta de que esa élite tiene todo el poder económico y comunicacional en sus manos y está en estrecha interrelación y tejido global, planetario con las élites de todos los pueblos.
No nos dimos cuenta porque somos muy inteligentes ni porque habíamos leído mucho, sino porque nos atacaron desde todas partes del mundo, nos chantajearon, boicotearon, asesinaron, calumniaron.
Porque se llevaron los capitales e intentaron paralizar el país y hacerlo ingobernable, porque sacaron del mercado los ingredientes de la dieta básica y el gas para cocinar, intentando demostrarle al pueblo quien mandaba y doblegarlo por temor y hambre.
Y son los triunfos en esa batalla cotidiana rodilla en tierra, contra un modelo inhumano que solo nos conduce a la barbarie y la extinción como seres humanos, no solo por hambrunas y enfermedades, sino por insensibilidad, analfabetismo emocional y alienación, lo que festeja en las calles el pueblo bolivariano, el espíritu humano que ha vuelto a la vida, a la existencia.
Como repito siempre aquí no hay ideal ni teoría que valga, es cada día, superando cada resistencia y en los hechos no en las palabras. Es dar de tu tiempo, de tu afecto, de tu bolsillo y plato de comida si es necesario.
Es ampliar y ventilar tu espacio íntimo, embellecerlo, hacerlo acogedor y hospitalario para dar cabida a tantos seres que han sido convertidos en inútil desecho social, sin darnos cuenta que al hacerlo estábamos perdiendo nuestro mayor valor, nuestra humanidad. Es como dice el Sr. Chávez disponerte a renunciar a tus más íntimos afectos en aras de un amor mayor.
No se necesita ser muy culto para ser sensible a las necesidades y sufrimiento del otro, especialmente cuando eso abarca a más de la mitad de la población. No se necesita saber si mañana tendrás para comer, si tu acción será sostenible o si podrás dar de comer a todos los pobres del mundo, a la hora de sentir la mirada del que padece hambre en la tuya.
Hay sin duda un bloqueo, un analfabetismo emocional que nos permite pasar en medio de la más desesperante miseria, sin que surja la menor reacción para intentar un correctivo en esa dirección. Todo ello no es sino una programación que se forma en el ejercicio de vida según la dirección que le imprimas a tus actos. Muy amplia y esencialmente, generosidad y egoísmo.
La generosidad, la solidaridad social es sin duda una dirección de acción que amplía la conciencia de tu entorno. Mientras que el egoísmo la va reduciendo hasta el punto en que caes en el narcisismo, solo sabes mirarte el ombligo, te has reducido a una hiperconciencia de ti mismo que ignora, niega y se resiste a todo lo que le rodea.
Por lo tanto te sientes solo, aislado, enajenado y ensueñas compensatoriamente la reunión o re-ligión. Pero todo eso lo ensueñas desde tu encerramiento, y por tanto todo lo que piensas y haces solo realimenta tu encierro. La salida de tal oscuro callejón de soledades implica volver a abrir tu conciencia al mundo, ampliar tu conciencia de lo que te rodea, del alcance de tus actos.
Y para ello has de reconocer la atmósfera o clima emocional que respiras todo el tiempo, un aire viciado por el encierro o ensimismamiento mental. Una coraza mental que teme ser lastimada, defraudada, engañada y por tanto vive replegada sobre su intimidad y ensueños. Todo ello no es más que los hábitos y creencias que has grabado en tu ejercicio de vida.
Así pues cuando hablamos de inclusividad, decimos que hasta ahora ha predominado el imponerle formas hechas a la humana sensibilidad. Desde la tierna infancia se nos obliga a someternos a la autoridad y a desconfiar de nuestros sentimientos e ideas.
Para encajar en el modelo social e instituciones heredadas, debemos superponernos el vestido epocal de moda por estrecho y asfixiante que nos resulte. O eso o la extradición, excomunión, exclusión familiar y social. Y las tiernas e ingenuas emociones no pueden soportar tal presión y chantaje afectivo.
Por tanto el precio es convertirnos en habitación y vehículo generacional de modelos ajenos de pensar y sentir, y vivir temiendo nuestros verdaderos y profundos sentimientos por el resto de nuestras vidas, que por negados se han convertido en extraños para nosotros.
Toda esa fractura y abismo interno es lo que es necesario reconocer y salvar para restablecer una sociedad inclusiva. Porque nosotros somos los ensimismados, alienados, los que discriminamos y excluimos. Verlo de otro modo sería personalizar instituciones que no tienen existencia más que en nuestras mentes, hábitos y creencias.
Dicho así puede parecer sumamente abstracto y difícil de comprender. Pero como dije no hace falta mucha cultura para ser sensible a la necesidad ajena. De hecho mucha cultura, mucho conocimiento no digerido, se convierte en peso y obstáculo, en una limitación o determinismo en la relación preestablecida con tu entorno, algo muy difícil de cambiar luego.
Pero en los hechos son las diferentes organizaciones que se han ido formando a instancias del proceso revolucionario, hoy agrupadas bajo los Consejos Comunales, las que comienzan a responsabilizarse de sus comunidades y administrar las diferentes misiones sociales en conjunto con los ministerios y organismos a ellos designados.
Desde la medicina, alimentación, indigentes, madres sin recursos para sostener a sus hijos, construcción de viviendas, etc., todo ello va pasando a manos de los Consejos Comunales sin intermediación de partidos políticos. El gobierno les ha asignado un presupuesto para que comiencen a ejercitar y familiarizarse con sus nuevas responsabilidades y derechos.
Para ello se han constituido los Bancos Comunales y la Contraloría Social que los supervisa no solo a ellos, sino a todas las instituciones del Estado que han de poner a su disposición todos sus gastos y discutir junto con la comunidad sus planes de inversión social.
La profundización de este proceso de inclusividad social es la que festeja en las calles rojas rojitas el pueblo, el gran excluído, el gran silenciado y ausente. Ese que lo produce todo, ese que es el sostén de toda estructura y organización social.
Ese pueblo gracias a cuyo trabajo y sudor cotidiano pueden conversar cómoda y abstractamente los intelectuales. Mientras discuten eruditamente los problemas del mundo sin enterarse de lo que es el calor ni el esfuerzo físico, ni el dolor de un estómago vacío o un cuerpo sin suficiente abrigo, especialmente cuando es el de un niño o una madre.
Este gran triunfo de la revolución bolivariana en las elecciones del 3D significa la profundización de toda esta dirección inclusiva social. Porque de los consejos comunales, del pueblo que se autogestiona, surgirán las nuevas instituciones, los voceros de tales comunidades, que serán sus representantes directos, sus líderes naturales.
De ese modo el que más se ocupe y responsabilice por sus semejantes ya ocupará por propia naturaleza y disponibilidad tal función. No habrá intermediarios ni politiquerías clientelistas que se repartan puestos ni que decidan desde su oficina lo que es mejor para las comunidades. Ellas mismas decidirán cuales son sus prioridades, estudiarán los proyectos y presupuestos, decidirán quien lo hará y supervisarán las obras. Ellas mismas resolverán los posibles problemas de sus integrantes, o los enviarán adonde y con quien esté designado para hacerlo.
De este modo se ha puesto al ser humano sensible por encima de las instituciones y se le ha entregado nuevamente el poder para hacerse responsable de sus propias acciones y gestión comunitaria. Este es el ejercicio que este triunfo revolucionario posibilita continuar y profundizar. Incluyendo una revisión y adaptación completa de la joven constitución.
Y esto, una vez más, se hace día a día, reconociendo las resistencias que has de superar para poder corregir las direcciones que arrastramos del pasado, de la organización que está siendo superada por una nueva sensibilidad que crea sus propias formas de expresión acorde a sus necesidades.
Por ello transformar ese mundo que parece estar allí afuera implica reconocer los sentimientos, los compromisos afectivos que te encadenan a él, la dirección repetida de acciones que ha configurado tus hábitos y creencias. Transformar ese mundo limitante implica transformar lo que en ti está identificado con ello.
Porque a fin de cuentas tu personalidad, tu conducta, la estructura de tus respuestas al mundo, no es sino una herramienta de adaptación a tu entorno. Por tanto si tu entorno cambia te exige cambiar a ti, readaptarte a las nuevas circunstancias.
Si pretendes cambiar a tu entorno has de cambiar necesariamente tú, reconociendo que la conciencia y el mundo son una sola estructura, una realidad interdependiente. Quiero terminar con unas pocas palabras. La humanidad ha sido el arca portadora de un sueño a través del tiempo, de la historia social. Un largo viaje cuyo destino se hacía imposible de vislumbrar.
Ese sueño ha vivido, vive y alienta en el corazón mismo de la humanidad, es su motor, su propio impulso vital, su motivo de ser. Es lo que a veces cree perdido en el lejano y apenas recordado pasado y otras en el inalcanzable futuro que nunca termina de llegar.
Pero han llegado los tiempos y al beso del príncipe despierta la bella y durmiente princesa del hechizo del tiempo, de la interminable espera. Una nueva sensibilidad resuena en el alma o conciencia colectiva, los pueblos despiertan, la Tierra toda se conmueve en sus entrañas.
Y al influjo de esa nueva sensibilidad los viejos tiempos son desplazados, todo un modelo o forma de vida está muriendo para que lo nuevo pueda ser, para que el sueño y la promesa que ha vivido hasta ahora en la intimidad de los corazones encuentre sus caminos hacia el mundo.
El vertiginoso huracán bolivariano será solo una mansa brisa primaveral para lo que viene en estos seis nuevos años, por hablar de períodos eleccionarios. Estamos en tiempos de elegir si acompañaremos a lo que nace o a lo que muere.
Cada acción es valiosa y definitiva. De aquí en adelante elegimos generosidad, solidaridad, inclusividad o egoísmo, discriminación, exclusión. El resto solo es adorno. Ahora es el corazón, la intuición quien guía, las excusas ya no tienen sentido. Porque cada cual está eligiendo la dirección de sus actos y en consecuencia los frutos que ha de cosechar. 2007 es el año de las definiciones. O eres molusco o eres marisco.