Tras haber resistido durante meses bajo la presión de los mercados, el Gobierno de José Sócrates se ha resignado a solicitar la ayuda de Bruselas para hacer frente a la incapacidad de Portugal de saldar su deuda. La ayuda, que ascenderá a unos 75.000 millones de euros, deberá estar disponible antes de las elecciones del […]
Tras haber resistido durante meses bajo la presión de los mercados, el Gobierno de José Sócrates se ha resignado a solicitar la ayuda de Bruselas para hacer frente a la incapacidad de Portugal de saldar su deuda. La ayuda, que ascenderá a unos 75.000 millones de euros, deberá estar disponible antes de las elecciones del 5 de junio. Una decisión que ha tomado demasiado tiempo, señala la prensa europea.
«Al primer ministro de Portugal, José Sócrates, le ha costado dos semanas aceptar lo inevitable, pero al final lo ha asumido», resumía The Guardian. El diario británico sostiene que «al solicitar un préstamo de urgencia a Bruselas, Sócrates ha adoptado la medida más radical de las que estaban a su alcance – pero al hacerlo también llevaba a cabo lo que los dirigentes europeos, los mercados financieros y mucho portugueses esperaban desde hace tiempo».
De hecho, el diario londinense considera que el primer ministro portugués «no tenía muchas opciones» tras su dimisión el pasado 23 de marzo, cuando el Parlamento rechazó su nuevo programa de austeridad. «Esa misma noche, Portugal entró en el limbo político – para los mercados financieros se convirtió en el equivalente a un hombre en el corredor de la muerte.
«No será fácil aceptar más austeridad, pero sería imposible aceptar más demagogia, más negación de la realidad, más incompetencia política o más ausencia de responsabilidad», proclama el diario Público en su editorial (que no aparece firmado). «El retorno del Fondo Monetario Internacional (FMI) representa una gran derrota para Portugal».
En este mismo periódico, la periodista Teresa de Sousa afirma que la decisión del Gobierno portugués se palpaba en el ambiente desde el día en que José Sócrates presentó su dimisión. Se había alcanzado el punto en que las tasas de interés de la deuda pública portuguesa a corto plazo habían alcanzado un nivel peligrosamente elevado que, tal y como explica el diario británico The Guardian, «Portugal debería haber pedido prestado cada vez más dinero a los mercados únicamente para satisfacer los intereses de su deuda». En definitiva, resume Teresa de Sousa, «no valía la pena continuar resistiendo».
«La solicitud de una ayuda exterior de urgencia antes de las elecciones legislativas del 5 de junio era uno de los escenarios posibles que el primer ministro había puesto sobre la mesa desde el mismo día en que presentó su dimisión», ahonda Teresa de Sousa en el artículo. «A pesar de los desmentidos oficiales respecto a los contactos con las autoridades europeas, esta posibilidad ya había sido contemplada por primera vez en el Consejo europeo de Bruselas del 24 y 25 de marzo, inmediatamente después de la dimisión del Gobierno. Los sucesos se han precipitado tras la presión pública que los principales bancos nacionales han ejercido durante los últimos tres días sobre el Gobierno para que solicite a Europa una ayuda de urgencia».
Otros factores han empujado al Gobierno de José Sócrates a dar este paso, prosigue Teresa de Sousa.
«Lo primero, la reunión informal de los ministros de Economía y Finanzas [prevista para el 8 y 9 de abril] en Budapest, donde el Gobierno portugués se iba a confrontar con las preguntas de sus homólogos europeos respecto a una clarificación inmediata de la situación, percibida cada día que pasa como más difícil de mantener. Además, el [diario] británico Financial Times había confirmado [el 6 de abril] las revelaciones publicadas la víspera en [el diario luso] Público acerca de los contactos entre las autoridades portuguesas y las europeas sobre las modalidades de ayuda de urgencia por parte de la Comisión Europea. A pesar de los desmentidos oficiales, fuentes próximas al Gobierno corroboraron a Público que los contactos entre el Gobierno, la Comisión y el FMI habían tenido lugar».
Al contrario que en los casos de Grecia e Irlanda, Bruselas se enfrenta en Portugal con una situación particular, subraya finalmente Teresa de Sousa, puesto que «debe discutir con un Gobierno, con el presidente de la República y con los partidos susceptibles de ocupar el poder tras las elecciones». La hipótesis más probable es la de una intervención del Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF) y del FMI.
Según El País, «La petición portuguesa de auxilio no ha sorprendido a nadie» y «se venía demorando por razones políticas». José Sócrates pretendía aguantar «para que fuera el Gobierno que se formará tras las elecciones el que formalizara el requerimiento». La sociedad portuguesa afronta una «situación paradójica», valora el diario madrileño, puesto que el rescate de la UE no significa que se ponga fin a los problemas económicos. La economía lusa deberá aplicar «un programa drástico de ajuste, similar o más duro al Plan de Sócrates rechazado por el Parlamento» el pasado 23 de marzo.
Respecto a las posibles repercusiones de la crisis portuguesa sobre la economía española, ésta última «es demasiado grande para caer; demasiado grande para ser rescatada», según la fórmula consagrada a la que recurre El País en otro artículo.
«Así que la posibilidad de un ataque sobre la deuda española sería en realidad una amenaza para el euro en su conjunto: España es la frontera entre esa guerra fría y un conflicto en toda regla contra el euro, contra el proyecto de UE». Y tal y como manifiesta en su editorial el diario español, «La reacción de los mercados de deuda durante los próximos días confirmará si es correcta la teoría de las fichas del dominó», puesto que «la solvencia española se ha desmarcado claramente de Portugal y de Irlanda», gracias netamente a las reformas económicas aprobadas recientemente. He ahí la razón por la cual El País concluye su editorial con optimismo: «lo más probable es que la crisis de la deuda europea acabe en Portugal».
La valoración austriaca resulta más severa, el diario vienés Der Standard menciona en titulares «la entidad engañosa» que constituye el euro.
«De alguna manera todo pasará. Pero con todas estas simulaciones y los camuflajes, la credibilidad de la zona euro se ha saldado con algo más que un simple arañazo. La Unión monetaria se transforma cada vez más en una entidad de mentira: el primer engaño fue pretender que era posible que Grecia saliese adelante sin ayuda. Irlanda y Portugal fueron cazados en flagrante delito, he ahí las mentiras 2 y 3. El Pinocho dorado, el engaño número 4, se atribuye a la zona euro, que persevera en pretender que los Estados rescatados con el dinero del contribuyente saldarán todas sus deudas sin reestructuración».
http://www.presseurop.eu/es/content/article/589221-lisboa-capitula-ante-los-mercados