No cabe duda que si hay algo a lo cual se le debe temer en Latinoamérica es a lo militar. Y no es ésta una frase malcriada o ligera. La historia de Suramérica y el Caribe está plagada de precedentes dictatoriales llevados a cabo por gobiernos militares de facto. Dicha maquinaria militar no solamente se […]
No cabe duda que si hay algo a lo cual se le debe temer en Latinoamérica es a lo militar. Y no es ésta una frase malcriada o ligera. La historia de Suramérica y el Caribe está plagada de precedentes dictatoriales llevados a cabo por gobiernos militares de facto. Dicha maquinaria militar no solamente se ha limitado a establecer su poderío político dentro de las fronteras nacionales: las dictaduras militares han llegado incluso a establecer mecanismos transnacionales como por ejemplo el célebremente conocido Plan Cóndor.
Dicho plan unió a las dictaduras militares latinoamericanas en una nefasta confederación del terror cuyas políticas de represión, aupadas por sus respectivas policías de inteligencia militar, no conocían fronteras en la aplicación de métodos de tortura, represión, desaparición y encarcelación.
Ahora, ¿lo antes dicho da pie a la afirmación, más que conocida, de que Venezuela arribará sin más a una dictadura, por ser su presidente, y parte de su gobierno, de origen militar?
La respuesta es no. Si hay un país que funge como excepción es precisamente Venezuela. Y ello por sus mismas características históricas, sociales y políticas.
Contrariamente a otros países Latinoamericanos, el estrato social del cual surgen la mayoría de los cuadros militares venezolanos son principalmente los «D» y «E», es decir, las clases pobres. En países como, por ejemplo, Argentina existe una tradición de cuadros militares cuyo origen social son las clases más altas de la sociedad.
Es así como al analizar los principales protagonistas de las dictaduras militares argentinas nos topamos, no solamente con intereses oligárquicos, sino también con una cosmovisión racista, elitista y excluyente, amparada en la identidad de los más altos estratos sociales.
En Venezuela, a pesar de las excepciones (que siempre existen), el origen antes descrito de sus militares ha sin duda vehiculado valores, identidades y otros elementos simbólicos que hacen referencia a la clase más humilde de la sociedad venezolana.
De hecho, si hay algo a lo cual debe temérsele en Venezuela, es precisamente a una clase alta civil que demostró a lo largo de todo su camino democrático cuartorepublicano, su separación económica, social política y cultural con el pueblo. Los mecanismos de súbita riqueza de la clase política venezolana han creado, en los últimos cincuenta años, una clase media-alta y alta de origen civil, que se ha demostrado nefasta a la hora de arremeter violentamente contra las reivindicaciones populares.
La ausencia de una memoria que, como dice Mario Benedetti escoge qué olvidar, nos ha llevado a caer en ligerezas históricas que plantean a la clase militar venezolana como la más peligrosa, más represiva y más antipopular, sin recordar los hechos maniobrados, perpetrados e institucionalizados por las elites civiles venezolanas a partir de 1958.
Hechos caracterizados por desapariciones, encarcelamientos y represiones difíciles de olvidar, incluso por una memoria conservadora que ha querido reescribir la historia civil venezolana, dándole ínfulas de un pacifismo angelical.
Si bien es cierto que durante la Cuarta República, una parte del mundo militar aupó estas prácticas convirtiéndose en su brazo ejecutor, también lo es el hecho que detrás de todo ello se encontraba la mente maquiavélica de la clase media-alta y alta venezolana que, hay que decirlo, era y es en su mayoría de origen civil.
De todo ello surge entonces una conclusión que, aunque sea cuasi pueril, debe ser recordada: si bien es cierto que lo militar no es sinónimo de dictadura, también lo es que lo civil no es sinónimo de paz. Olvidar los macabros hechos de violencia y represión perpetrados por las elites militares en América Latina, es tan peligroso como no recordar lo que nuestra estimada clase civil alta-burguesa llevó a cabo en Venezuela después del 23 de enero de 1958.
*Investigador del Instituto de Estudios Avanzados-IDEA