El mundo se ha dividido en dos propuestas de relaciones comerciales e internacionales. El plan Trump es obligar a comprarle petróleo y gas. El plan chino es vender componentes de energías renovables. Como ven, no hay color
1- El mundo ha cambiado varias veces de mundo desde la última vez que nos vimos, cuando, como siempre, tú vestías de azul y los alemanes de gris.
2- El martes 8A el mundo estaba, recuerden, al baño maría. El único beneficio bursátil planetario llamativo ocurrió en la Bolsa de Sydney, cuando un corredor de bolsa, especialmente visionario, le mangó el bocata a una señora de la limpieza. El miércoles 9A, no obstante, el mundo cambió, zas. A las 9:37, hora Este, Trump animaba en su red social –tal vez, más concretamente, a sus amigotes– a invertir en bolsa –así: “Este es un gran momento para comprar”, un mensaje incomprensible en aquel contexto bursátil sin la agregación de las partículas “matarratas”, “e”, “ingerirlo”, “como”, “si”, “no”, “hubiera”, “un” y “mañana”–. Pero esa tendencia pesimista se invirtió a las 13:18, cuando Trump, desde Truth Social, otra vez, comunicaba una pausa de 90 días en el arancelicidio. En ese momento, las bolsas EEUU –y en menor medida, las europeas y asiáticas– subieron de manera inusitada –las de EEUU como nunca jamás desde 1940, cuando las Hermanas Andrews–. Al día siguiente, 10A, las bolsas, no obstante, volvieron a la tendencia ya habitual con Trump. El castañazo. Con la novedad de la subida estratosférica del oro. El oro es un mineral que vino de otro mundo –literalmente; nos llegó a través de meteoritos–. Por lo que, cuando sube a lo bestia ilustra un intento de huir por piernas de este mundo, al que no se entiende. Entendámoslo. ¿Qué pasó en esas 24 horas? ¿Por qué pasó?
3- Empezaremos analizando la cosa qué-pasó. Es divertido analizar el proceso de toma de decisiones que va desde el Día de la Liberación –el 2A– hasta el Día del Raje –9A–. Permite visualizar cómo toma las decisiones el trumpismo. Las toma con el XXXX. Aparten a los niños.
No había teoría, balance, autoridad, programa, Excel alguno que respaldara el arancelazo
4- Se intuía que la toma de decisiones que condujeron al arancelazo del día 2A era un tanto dadá. Pues bien, el periodista Piergiorgio M Sandri –una gozada; por cierto: ¿por qué nadie cita a nadie en el periodismo español, ese trabajo colectivo, como cualquier otro periodismo?; no lo sé, pero ese fenómeno alude a una impostura colectiva rarísima–, haciéndose eco de la prensa EEUU, informa de que el economista de cabecera de Trump es, en efecto, y como casi todas las cabeceras de cama del mundo, de madera. Fue encontrado en la nada por un cazatalentos trumpistas, buscando en Google los palabros economista + China + hay que darles para el pelo. Se trata de Peter Navarro. A pesar de su nombre de DJ, es alguien sin mucho ritmo, que suele apoyar sus posicionamientos –dogmáticos antes que científicos– en un economista al que nadie conoce. Eso, que en Europa, me temo, hubiera colado, en EEUU condujo a un periodista a investigar y, finalmente, a descubrir que ese economista, en efecto, no existe. Vamos, que Trump ha ido a los aranceles como los europeos fuimos a las cruzadas: en la creencia de que así lo deseaban seres de existencia no verificada. Es decir, que no había teoría, balance, autoridad, programa, Excel alguno que respaldara el arancelazo. Era, simplemente, lo dicho, política por otros medios. Como la batalla del Somme. La pregunta es, dos puntos, ¿cómo una creencia, una apuesta no sustentada en nada más que en el juego, se tambalea y cae el día 9A, tan ricamente?
5- Vete a saber. Pero se apuntan dos razones. La menos determinante fue a) una revuelta –moderada– de representantes republicanos –moderados–. Es curioso, y dibuja la época, que ese pequeño motín no se dio tanto en el Capitolio como en un electrodoméstico que en este siglo XXI sigue siendo determinante. La tele –ese cacharro en sus mínimos históricos de audiencia parece ser lo único que centraliza algo de información en un mundo sin centro–. Concretamente en la Fox, concretamente en Hannity, el programa de Sean Hannity. Se trata de un programa nocturno, diario, que vertebra cultura trumpista –con los materiales fake, batalla cultural y política sentimentalizada crea un mundo más apasionante, lógico y repleto de ira que el que nos brinda la realidad, esa moñas; ya tú sabes–. Pues bien, en ese programa, la noche del 8A hablaron varios representantes republicanos amotinados, con los que, parece ser, posteriormente Trump habló por teléfono. Y, se supone, cayó de la mula. ¿Fue la razón a) importante para el raje del 9A? Puede ser. Pero lo fue mucho más la cosa b).
6- La cosa b). El lunes 7A, los intereses del pago de la deuda soberana de EEUU estaban al 3,86%. Como les decía en el último artículo, el arancelazo –la caída de las bolsas y, con ella, la búsqueda de inversiones seguras– había hecho bajar la deuda del 4%, ese marrón. Pero, desde ese mismo día, la cosa volvía a subir. El miércoles 9A estaba a 4,50%. Mucho. La razón: la deuda de un Estado que ha anunciado y demostrado explícitamente que busca la inflación, y que desea devaluar su moneda –y no de cualquier forma, sino en modo Nerón, tocando la lira mientras se observa por la ventana cómo arden el dólar y el mundo–, no interesa a nadie, por lo que se dejaron de comprar bonos, ese valor, de pronto, cutre e inseguro –por lo mismo, por cierto, es poco probable que, ya puestos, alguien invierta en la reindustrialización de EEUU, esa olla de grillos económica y arancelaria–. Es por ello posible que ese prólogo, condensado y rápido, a la crisis de deuda, motivara el raje de ese mismo día. Por lo mismo, ese raje ilustraría el valor ascendente de Scott Bessent, secretario del Tesoro. En tanto que uno de los pocos señores/as con estudios y con trayectoria profesional previa –junto a Soros, por cierto– es el Speer de la semana del Gobierno Trump. Alguien de la minoría conocedora del hecho de que, en caso de DANA –es un decir–, un gobierno puede acabar en el trullo –o peor, en el paro– si no hace algo. Mucho más si es ese gobierno quien crea la DANA, como ha sido el caso.
7- Entonces, ¿por qué, tras el raje del 9A, y el subidón histórico de las bolsas, se volvió al bajón bursátil más absoluto, el 10A? Pues aquí viene el chiste. Porque el 9A hubo raje, sí. Pero solo la puntita. Trump protagonizó ese día dos humillaciones. Una en tiempo real: reconocer un error y cambiar de opinión, lo que es un signo de debilidad y de improvisación. Y otra en diferido: reconoció el error y se expuso al descrédito por ello, sí. Pero, además, no cambió de opinión, no movió ficha, no realizó cambios.
8- Es decir, los aranceles, que antes del denominado Día de la Liberación eran del 8%, el 9A seguían siendo solo –¿¿¿¿solo????– del 10%. Lo que no elimina el riesgo de recesión EEUU y alrededores –es decir, el planeta–, sino que, muy posiblemente, la garantiza. Los aranceles generales del 10% –del 145% para China– son los nuevos aranceles. Hasta ver lo que pasa dentro de 90 días, con sus noches.
9- ¿Qué va a suceder en el mundo –ese Nuevo Mundo– creado en ese ínterin de 90 días en los que el mundo debe, o no, negociar con EEUU, los aranceles del 10% o del 145%, según el caso? Nadie lo sabe.
10- Básicamente, el mundo se ha dividido en dos propuestas de relaciones comerciales e internacionales, que responden a dos planes o, al menos, dos tendencias. El plan Trump es obligar al mundo –a Europa, por un tubo– a comprarle petróleo y gas, a cambio de rebajar un poco –¿volver al 8%, esa pasada?– los aranceles. El plan chino, en síntesis, es vender al mundo componentes de energías renovables. Como ven, no hay color. Es decir, que el debate está en la violencia que empleará EEUU. Paralelamente, EEUU y China están en guerra. Comercial. Que históricamente es la obertura de esa ópera llamada guerra. La guerra entraña una lógica propia, alejada de la realidad. De las relaciones diplomáticas, incluso, de pronto suspendidas, sin sentido ni sensibilidad. El futuro de este encontronazo es un enigma interpretativo absoluto.
11- ¿Del punto 10 se colige que en todo este combate absurdo hay algún tipo de combate democrático?
12– No, en absoluto. Lo que ha pasado, desde el Día de la Liberación de los XXXXXX, es algo que, en cierta manera, ya pasó en 2022 y en UK, cuando Lyz Truss –¿la recuerdan?– quiso bajar impuestos a lo bestia, y el mercado decidió que no podía hacerlo sin prescindir del Estado, ese colaborador necesario en el neoliberalismo, por lo que creó una crisis de deuda que se comió con patatas a Lyz Truss. Ha pasado eso, pero más bestia, en EEUU, donde todo es más grande. El Estado, en fin, hoy carece de control en el planeta, de manera que el único control efectivo sobre él es un monstruo más salvaje aún. La economía financiera, tal y como ha quedado tras casi 50 años de neoliberalismo. No sabe hablar, por lo que habla a través de la deuda nacional.
No es un combate entre el bien o el mal, que como que no, sino entre lo mejor y lo peor
13- Si el conflicto no es democracia-no democracia, ¿qué conflicto es? Es, entre otras variables, multilateralidad o unilateralidad. Reconocimiento de nuevos sujetos políticos y económicos en el Sur, o no. Cierta autonomía estratégica, o no, para Europa. Orden internacional, ciertas normas en las RR.II. y en el comercio internacional, o no. Cierta estabilidad en los acuerdos, o no. Aproximación a una potencia estable en sus decisiones, o no. No es un combate entre el bien o el mal, que como que no, sino entre lo mejor y lo peor, ese algo más laxo. Esa es la épica del siglo XXI, parece. Como la democracia, parece también algo del XIX, por ahora.
14- Sobre la evolución del conflicto. Parece que Trump ha enseñado sus cartas. El trumpismo es, así, tres grandes ámbitos. A) La inmigración –es espectacular en ese campo, pero sus resultados son discretos; ha expulsado menos personas de las que mueren al año en el Mediterráneo, y menos que el promedio Biden–. B) La supremacía del Ejecutivo frente al Legislativo –empezó bien, pero empiezan a proliferar sentencias en contra; veremos–. Y la cosa C), o los aranceles. Es decir, un mecanismo de bullying en las RR.II., que rápidamente ha comprendido el mundo, al punto de que el mundo está haciendo cosas inesperadas hace tan solo unas semanas. El 22M hubo, por ejemplo, una cumbre entre China, Japón y Corea. Tres enemigos feroces desde inicios del siglo XX, negociaban. Negociaban acuerdos comerciales. Trump ha posibilitado lo imposible, por lo que puede provocar más imposibles.
15- China –su PIB creció un 5% en 2024; aspira a repetir nota en 2025– lidera el enfrentamiento entre no-democracia y no-democracia contra EEUU –su PIB creció un 2,8% en 2024; es muy posible que no revalide, tal y como está el patio; Trump ha sometido a arancel también a la industria EEUU; glu-glu-glu–. Veremos en qué consiste ese enfrentamiento tras 90 días. Esos meses pueden ser como las semanas que separaron el atentado de Sarajevo del inicio de la IGM, ínterin en el que el Zar y el Kaisser se escribían cartas mediadoras que empezaban con un “Querido primo Willy”, o un “Querido primo Nicky”. Es decir, que ya era imposible sacar el pie del acelerador.
16- Europa está, como siempre, de perfil. No ha llegado, de manera explícita, a la idea de fin de época a la que ha llegado Canadá, que da por finalizado el sistema post-1945, liderado por EEUU, ese ya no-aliado. Europa sigue de perfil, incluso, después de que dos altos funcionarios de EEUU reconocieran que EEUU estuvo detrás de la cancelación del Nord-Stream. UE apuesta por la moderación, la reconducción el conflicto. Paralelamente, apuesta por una apertura a Oriente. Incómoda, de difícil simetría. Pero más estable y segura, hoy por hoy, que la longeva alianza con EEUU. El viaje de Sánchez a China –no es un viaje interno, es un viaje con el sombrero de la UE–, es eso. Hace escasas horas ha trascendido que la UE y China se han emplazado a una cumbre este mes de julio. Puede ser –es poco probable– la cumbre un millón. O puede ser –algo improbable hace semanas– un intento de orden internacional sin EEUU. Trump hace posibles esos imposibles, recuerden.
17- En el orden interno, ha durado poco la colaboración del PP con Moncloa. Lo que demuestra la dificultad del PP para abandonar su dinámica desde 1990, cuando adoptó la Guerra Cultural como animal de compañía. Es posible que le resulte imposible salir de ella. Los partidos de Guerra Cultural, en este inicio de cambio de época, han perdido –tal vez momentáneamente– pie. Por eso –todos, hasta el de izquierdas– se están lanzando de cabeza a la piscina de la Guerra Cultural. Para mantener la piel húmeda.
18- A ver qué mundo hace la próxima semana.
Guillem Martínez. Es autor de ‘CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española’ (Debolsillo), de ’57 días en Piolín’ de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de ‘Caja de brujas’, de la misma colección y de ‘Los Domingos’, una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es ‘Como los griegos’ (Escritos contextatarios).