Este esfuerzo de diálogo de Unasur, un nuevo intento después del fracasado intento efectuado el año pasado, fracasará nuevamente por una sencilla razón: el diálogo entre las cúpulas del gobierno y la oposición hoy no representan el interés de todos los venezolanos, ya que no tienen la voluntad de resolver los problemas del país porque […]
Este esfuerzo de diálogo de Unasur, un nuevo intento después del fracasado intento efectuado el año pasado, fracasará nuevamente por una sencilla razón: el diálogo entre las cúpulas del gobierno y la oposición hoy no representan el interés de todos los venezolanos, ya que no tienen la voluntad de resolver los problemas del país porque se alimentan de ellos para subsistir políticamente.
Debemos valorar el esfuerzo, y estamos seguros que tiene toda la mejor intención, pero si este ejercicio no parte de estar consiente que el pueblo venezolano decidió hacer un cambio profundo de sus estructuras fundacionales hace ya más de dos décadas, y hoy, después de la muerte del Presidente Chávez, se empecina en no retroceder a pesar de las adversidades, entonces Unasur, hija de Chávez, está perdiendo su tiempo.
Unasur debe saber además, que hoy Venezuela vive un momento político de recomposición de fuerzas, donde las cúpulas políticas son minoría y por ello la necesidad de una ficticia repolarización. Hoy la convocatoria a la polarización no es como cuando Chávez la convocaba, ya que la polarización de Chávez era ideológica, era de conciencia de clases en el marco de la democracia, hoy la polarización es sólo por poder de sectores económicos sin fundamentación ideológica y aún menos con conciencia de clase, es en sí, una vulgar aplicación de técnicas «House of the Cards» en esa estúpida interpretación de Maquiavelo, que pretende justificar una escuela norteamericana de marketing político que incluso muchos «dizque» revolucionarios reproducen.
Si Unasur quisiera hacer algo bueno por el país, lo primero que debería hacer es reconocer la policromía fuera de la ficticia polarización y activar mecanismos mucho más dinámicos de reconocimiento de los «otros» actores de la vida política venezolana que en un mediano plazo decidirán el futuro del país.
Por último, la Unasur debería saber que hoy existen más de 200 organizaciones políticas a nivel regional y nacional aspirando ser Partidos Políticos, y el CNE controlado por el gobierno y la oposición, tienen más de dos años sin reconocer ninguna de estas solicitudes. Quizá una solicitud de Unasur al Poder Electoral para agilizar este proceso, abriría una compuerta importante para que el diálogo fluyera de manera más natural, y no sobre una fórmula impuesta entre colas y guarimbas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.