Lo que ocurra hoy en Venezuela será definitorio para la continuidad y profundización del proceso de cambios políticos y sociales iniciado hace 10 años, desde la llegada al gobierno del presidente Hugo Chávez. El referendo a través del cual el pueblo decidirá si aprueba una enmienda constitucional para quitar el límite de postulaciones para los […]
Lo que ocurra hoy en Venezuela será definitorio para la continuidad y profundización del proceso de cambios políticos y sociales iniciado hace 10 años, desde la llegada al gobierno del presidente Hugo Chávez. El referendo a través del cual el pueblo decidirá si aprueba una enmienda constitucional para quitar el límite de postulaciones para los cargos de presidente, diputados, gobernadores y alcaldes, y que le permitirá al pueblo venezolano volver a presentar a su líder, el presidente Chávez, como candidato en las próximas elecciones previstas para el 2012, es una nueva prueba de fuego para los revolucionarios venezolanos.
Todas las encuestas dan por triunfador a la opción del Sí, pero no está claro si ese margen será necesario para derrotar los planes terroristas en marcha.
Como en ningún otro momento ha quedado tan clara la importancia estratégica de estas elecciones. Sin Chávez al frente de la opción revolucionaria en la batalla electoral del 2012 se abriría un proceso de debilitamiento en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y en las organizaciones sociales y políticas revolucionarias. Su liderazgo es específico e indiscutible, no hay en las filas de la revolución líder alguno como Hugo Chávez, único capaz de aglutinar a todos los sectores sociales y políticos detrás del proyecto socialista.
La derecha local e internacional así lo ha leído. Un ejemplo de esto ha sido la campaña de violencia y desestabilización golpista llevada adelante por la oposición venezolana, organizada y financiada por el Departamento de Estado y la Dirección Nacional de Inteligencia. Su estrategia electoral se sustentó en la denominada «Operación Jaque al Rey», una maniobra conspirativa tramada en Puerto Rico en una reunión a la que asistieron dirigentes de partidos opositores, el presidente del principal canal de televisión antichavista y funcionarios de Washington. La puesta al descubierto por parte de un canal de televisión estatal de esta operación, fue un duro golpe para la oposición, pero aún así continuaron llevando a cabo una campaña dirigida a criminalizar al presidente Hugo Chávez. Con movilizaciones pequeñas pero violentas, convocadas por grupos estudiantiles vinculados con organizaciones fascistas de Europa, buscaron sin éxito «un muerto», una víctima que pudiera legitimar sus acusaciones contra Chávez. La detención de bandas paramilitares en los estados fronterizos con Colombia, la revelación de la «Operación Independencia», cuyo objetivo era infiltrar con militares activos el palacio de Gobierno y la cobarde ofensiva mediática sionista creada para tachar al presidente de antisemita, luego de que este llamara «genocida» al estado de Israel por la masacre desatada en Gaza, fueron algunos de los ataques a los que se enfrentó el gobierno en la campaña electoral y que explican el tono de la confrontación.
Hoy, también se pone a prueba la capacidad de la Revolución para combatir lo que el presidente Chávez calificó como un gran enemigo: la abstención, que en 2007, en el referendo sobre la Reforma Constitucional, se calcula alcanzó a cerca de 3 millones de personas. Las causas son múltiples y complejas, y han sido explicadas como parte de las contradicciones del mismo proceso de transformaciones sociales en curso. Además de los muchos que fueron engañados por una campaña mediática perversa, en aquella sentencia de Gramsci sobre «lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer» puede expresarse el desencanto de estos sectores, en su mayoría destinatarios de los logros sociales conseguidos en estos 10 años. Mucho de lo viejo continúa cohabitando en las filas chavistas, frenando el avance revolucionario y saboteando la lucha contra la corrupción, el burocratismo y la ineficiencia. Pese a que en 2008, durante las elecciones regionales, los seguidores del presidente Chávez recuperaron más de un millón de votos, el desafío sigue siendo grande, porque una victoria por un estrecho margen es insuficiente para derrotar los planes terroristas, que incluyen caos, atentados, desconocimiento de los resultados y la oportunidad de entender ese escaso margen como un espacio para activar el referendo revocatorio contra el presidente Hugo Chávez.
La Revolución Bolivariana está a la vanguardia del proceso de cambios que se inició en nuestro continente, y, por sus características, la única capaz de garantizar que ese desarrollo avance o se detenga.
Nada menos que esa responsabilidad tiene el pueblo venezolano en sus manos este domingo.