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La Feria del Libro en Santo Domingo inicia con desagradable tumulto

Lo que Zoe no se pregunta

Fuentes: El Nuevo Diario

Cientos de personas protagonizaron la noche del 25 de abril un episodio sin precedentes en la historia de la Feria Internacional del Libro. En las puertas de la Sala de la Cultura del Teatro Nacional, invitados a través del programa general de la Feria, más de doscientas personas se vieron impedidas de entrar al salón […]

Cientos de personas protagonizaron la noche del 25 de abril un episodio sin precedentes en la historia de la Feria Internacional del Libro. En las puertas de la Sala de la Cultura del Teatro Nacional, invitados a través del programa general de la Feria, más de doscientas personas se vieron impedidas de entrar al salón donde la escritora de Miami de ascendencia cubana Zoe Valdés dictaría una conferencia sobre la realidad cubana.

Mas de 50 policías y miembros de la seguridad de la Feria, impidieron el paso de los ciudadanos alegando seguir órdenes superiores, sin que se explicaran cuáles eran las razones por las cuales se impedía entrar a casi todas las personas.

Durante el incidente, que duró varias horas, se vio a funcionarios de la Secretaria de Cultura y a funcionarios del gobierno actual, entrar al salón con la anuencia del personal de seguridad, lo que ocasionó un descontento colectivo que encendió los ánimos hasta llegar a forcejeos y empujones por parte de la seguridad de la Feria.

La actitud arrogante y arbitraria de los funcionarios de la Secretaria de Cultura ocasionó que la multitud los acusara de «comecheques» y corruptos. Se pudo ver al ex escritor y funcionario, Pedro Antonio Valdés observar desde arriba mientras los cientos de invitados discutían con la seguridad, sin que ellos como funcionarios de la Feria, actuaran.

El incidente, donde participaron personas de todas las edades: ancianos, niños, y de todos los estratos sociales, causó un malestar generalizado en todas las inmediaciones del Teatro Nacional por ser un acontecimiento sin precedentes en la historia de la Feria Internacional del Libro; nunca antes, la policía y la seguridad de la feria, habían impedido la participación de invitados a las actividades públicas de la Feria.

La confusión reinaba, ninguna autoridad de la Secretaria de Cultura se apersonó al lugar para explicar las razones por las cuales los invitados no podían entrar. Muchos de los presentes, que se habían trasladado desde temprano de sus casas, se incomodaron por la negativa de acceder al evento público. La confusión fue generalizada.

Un grupo de jóvenes, que se denominaron como «Brigada de Abril», exigieron que se «respeten los derechos de los ciudadanos que pagan sus impuestos y exigieron que se castigue a los funcionarios que cometieron este atropello y arbitrariedad para con los invitados de la Feria. Rafael Lantigua y su equipo deben renunciar» ―apuntó su vocero.

Algunos entrevistados indicaron que la prohibición de entrada se debió al temor por parte de las autoridades de que se cuestionara públicamente la presencia de una escritora polémica, anticubana y defensora de Posada Carriles en el país. Así se prohibió la entrada de cientos de personas, sin razones, a la actividad.

Guillermo Peña, uno de los presentes, sin embargo, afirmó: «si lo que se pretendía era no empañar la imagen de Zoe Valdés, se empañó de una malísima manera la imagen de la Feria Internacional del Libro, que en esta ocasión comenzó con un mal pie».

A la actividad, que al principio no podían acceder ni los periodistas, no pudieron entrar distinguidas personalidades del país como pintores, escritores y profesores universitarios.