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Lorrie Moore, una delicatesen para paladares exquisitos

Fuentes: Rebelión

En 1993 empecé los estudios de Doctorado en la Universidad de Granada. Por esa época yo ya estaba enganchado a la literatura norteamericana: Hemingway, Bukowski, Highsmith, Twain, Whitman, etc., y otros tótems sagrados me tenían absolutamente fascinado. En 1993 se publicó un libro titulado The Granta Book of the American Short Story, de cuya edición y estudio preliminar se encargó el escritor Richard Ford, autor de varias obras imprescindibles, como por ejemplo El Día de la Independencia. Sin saber muy bien cómo —en aquellos años aún era muy complicado conseguir libros en inglés en este país—, me hice con un ejemplar de aquel maravilloso libro, que terminó por convertirse en una obra de culto para mí. Se trataba de una recopilación de relatos cortos, un género tremendamente popular en los Estados Unidos. No en vano, el escritor irlandés Frank O’Connor escribió en su libro La voz solitaria que este género era la forma artística americana por excelencia y la escritora estadounidense Flannery O’Connors, refiriéndose al relato corto, dijo que era “una de las maneras fundamentales y más naturales de la expresión humana”. La selección de Richard Ford abarcaba desde el final de la Segunda Guerra Mundial —desde el año 1947, para ser más precisos— hasta el año 1990 e incluía historias escritas por autores que ya gozaban del favor del público, como Jane Bowles, su esposo Paul, Eudora Walty o la misma Flannery O’Connor y otros prácticamente desconocidos, aunque con el paso del tiempo serían muy populares, como Raymond Carver o Amy Tan. El penúltimo relato de aquel libro se titulaba “You’re ugly, too” (“También eres feo”) y su autora, Lorrie Moore, una escritora prácticamente desconocida y casi sin obra por aquellos días, se iba a convertir en una de mis cuentistas de referencia en los años venideros. En 1993 leí el relato de Moore decenas de veces. En esencia, contaba la historia de Zoë Hendricks, una profesora de Historia de los Estados Unidos que trabaja en una pequeña universidad de Illinois y que viaja a Nueva York a pasar la fiesta de Halloween con su hermana y el novio de ésta. Una historia que, básicamente, trataba de las relaciones entre personas, tema recurrente en la obra de Moore, pero que, en realidad, iba mucho más allá. Recuerdo haber leído la historia de Zoë una y otra vez, y en cada lectura, encontraba un matiz que había pasado inadvertido previamente. Siempre había algo nuevo, alguna palabra en la que antes no había reparado, una frase deslumbrante, una idea oculta que le daba al relato una perspectiva que antes no tenía. Desde aquel momento, siempre estuve muy atento a las noticias que tenían que ver con la sorprendente y desconocida autora de “También eres feo”. Hasta hoy.

Para quien aún no haya tenido la suerte de leer alguno de sus libros, hemos de decir que Lorrie Moore (nacida Marie Lorena Moore en la pequeña población de Glens Falls, en el estado de Nueva York, el 13 de enero de 1957) es una de las escritoras más destacadas de la literatura estadounidense del último cuarto de siglo. En 1977, el año de la explosión punk y de la muerte de Elvis, una jovencísima Lorrie Moore que aún no había cumplido los veinte, ganó un concurso de relato corto que convocaba la revista Seventeen. Su relato, titulado “Frambuesas”, ya apuntaba todo lo que estaba por venir: fina ironía, amores disfuncionales, pequeñas tragedias cotidianas, dolor vital. Aquel primer relato acabaría formando parte de Self-Help (Autoayuda en su traducción castellana) su primera colección de relatos cortos, publicada en 1985. Desde entonces, Moore ha ido creando un estilo muy original, pasito a pasito, con absoluta parsimonia, ajena a las fanfarrias del mundo editorial, construyendo una obra con un marcado acento autobiográfico, tremendamente reconocible y original. A aquel primer libro, Lorrie Moore ha añadido otros tres libros de relatos: Like Life (1990) traducido al castellano con el título de Como la vida misma —a este libro pertenece “También eres feo”, mi primer contacto con la obra de la escritora de Nueva York—; el genial Birds of America, de 1998, (Pájaros de América, en su edición castellana) un libro absolutamente imprescindible, y Bark, editado en 2014 (Gracias por la compañía, en castellano).

Además, Lorrie Moore ha escrito y publicado durante estos años tres novelas. Un año después de su debut literario, en 1986, se publicó Anagrams (Anagramas en su versión castellana); en 1994, Who Will Run the Frog Hospital? (El hospital de ranas) y la que es su última novela hasta la fecha A Gate at the Stars, editada en el año 2009, y cuya traducción al castellano se llamó Al pie de la escalera.

Se completa su extraordinaria obra con el libro infantil The Forgotten Helper (1987), que también fue publicado en nuestro país en 2001 con el nombre de El ayudante olvidado.

En una entrevista realizada en 2001, Moore confesaba que había empezado a escribir para combatir su patológica timidez, el día que descubrió que era mucho más sencillo expresarse con un bolígrafo y un trozo de papel que hablando con la gente. A eso habría que añadirle el amor por la cultura, en general, y por el teatro, en particular, que adquirió tanto de su padre como de su madre, ambos, actores aficionados. También eran muy aficionados a leer la Biblia en casa, algo que hacían todas las noches, después de la cena, y que hizo que la futura escritora valorara la Biblia como una gran obra literaria. Más recientemente, ha declarado que para ella, escribir “siempre es un desafío”, que se va acentuando con la edad.

Lorrie Moore es una mujer muy celosa de su intimidad, a la que no le gustan las entrevistas, hacerse fotografías con personas a las que no conoce, las ruedas de prensa, las campañas publicitarias para vender su propia obra, ni nada de lo que lleva aparejado el mundo editorial. Y tampoco le gusta Donald Trump. Sobre el actual Presidente de su país, señaló en una entrevista:

La presidencia de Trump es un disparate que nos afecta a los escritores y artistas porque no podemos dar una entrevista sin que aparezca una pregunta sobre Trump. Los estadounidenses no pensaron que podía ser elegido presidente, ni siquiera él mismo. Trump no sabe nada de política. Él no quería ser presidente, y ahora quiere ir por la reelección y ganar, como si la presidencia fuera una extensión del show de televisión America’s Got Talent. Quiere ganar, pero no quiere gobernar.

Sobre la actitud política de Lorrie Moore, la novelista Lauren Groff, que fue alumna de Moore en uno de sus cursos de Escritura Creativa en la Universidad de Madison, en Wisconsin, y es una profunda conocedora de la obra de Moore, sostiene:

En los últimos años, el trabajo de Moore parece haberse hecho más explícitamente político con sus referencias al conflicto de Oriente Medio, al 11S, a Abu Ghraib, pero los críticos a menudo pasan por alto que su literatura siempre ha sido bastante política. Cuando vives en un patriarcado, es intrínsecamente político insistir en que la vida interior de las mujeres es de gran interés y digna de investigación, en que sus vidas amorosas merecen la atención  nítida del arte literario y en que la esfera doméstica es un campo de batalla de igual importancia que la mayoría de los espacios masculinos. La escritura de Moore ha sido siempre subversiva, a veces tanto que su subversión es invisible para sus propósitos.

Hace unas semanas se publicó traducido al castellano A ver qué se puede hacer (Eterna cadencia, 2019), el libro más reciente de la escritora estadounidense. Moore, autora de varias novelas y de varias colecciones de relatos cortos, género en el que despuntó a comienzos de la década de los noventa del siglo pasado, revelándose como una de las voces más poderosas de la literatura en lengua inglesa, recopila en esta nueva obra algunos de sus artículos más destacados de las últimas tres décadas para distintas publicaciones como The New York Review of Books, The New York Times Book Review o The New Yorker.

En estos artículos la escritora americana se aproxima, con una prosa caracterizada por su elegancia y precisión, sin que por ello se pierda el sentido del humor típico de toda su producción prosística, a la obra de destacados escritores contemporáneos, como Margaret Atwood, Philip Roth (escribe sobre el autor de Pastoral americana que “es difícil pensar en un artista contemporáneo con el que pueda compararse”),  Kurt Vonnegut, ­John Updike,  V. S. Pritchett, Don DeLillo, Joyce Carol Oates, John Cheever o Alice Munro, a quien define como “tal vez la mejor escritora de cuentos que haya existido”. También escribe sobre populares series de televisión que triunfan en el mundo entero, como True Detective, Homeland o The Wire (“no encontré nada que criticarle, nada en absoluto”, dice de la serie creada por David Simmons); sobre las canciones de amor que han marcado su vida; sobre las costumbres de los habitantes de lo que se denomina el Medio Oeste americano, donde ella vive y trabaja como profesora universitaria desde hace años; o sobre acontecimientos político-sociales de primerísima magnitud, como fueron la elección de Barack Obama como Presidente de los Estados Unidos, o el affair sexual entre el todopoderoso presidente Bill Clinton y la becaria Monica Lewisky.

Sin duda alguna, este nuevo libro viene a completar la obra de una escritora que, sin ser demasiado popular en nuestro país, tampoco se puede decir que sea una absoluta desconocida. Me atrevería a afirmar que Lorrie Moore, es, sin duda, una delicatesen para paladares exquisitos y ningún lector o lectora que disfrute con la prosa elaborada e inteligente de otras narradoras americanas como Amy Hempel o Alice Munro, por poner sólo un par de ejemplos, debería dejar de leerla, si es que no lo ha hecho aún. Porque como dice Lauren Groff, “Lorrie Moore es exactamente como su literatura: brillante, cálida, divertidísima, perspicaz, sabia.”