Traducido para Rebelión por Felisa Sastre
Es un lugar común leer todos los días en los más prestigiosos periódicos (Financial Times, New York Times, Washington Post) algo relativo a las «represalias» israelíes. En los reportajes se mencionan con frecuencia los ataques palestinos a las colonias israelíes en Cisjordania o en centros urbanos de Israel. La acción-reacción siempre se sitúa en un momento determinado. La acción palestina siempre es el detonante y los ataques militares israelíes se califican de respuesta o «represalia» y, en consecuencia, se presentan como una actuación defensiva «justificable».
Así que lo que tiene la apariencia de ser un reportaje objetivo sobre el intercambio de dos acciones militares, de hecho, es una arbitraria selección de unos momentos determinados sobre los que se hace una interpretación muy parcial. La tendencia pro-israelí, que resulta evidente en la secuencia temporal y el marco elegidos, deriva del argumento ideológico generalizado que presenta a Israel como una democracia que se defiende de los terroristas árabes y musulmanes en lugar de describirla como una potencia colonial expansionista, implicada en una violenta limpieza étnica y en la expulsión de la población a gran escala y a la largo plazo.
Lo que no aparece en los reportajes de los prestigiosos «noticiarios» es la secuencia de los acontecimientos que preceden a los ataques palestinos. Aquí, vamos a presentar una serie de incursiones militares israelíes, bombardeos y asesinatos de civiles, ejecuciones sumarias de prisioneros políticos, así como detenciones arbitrarias, demolición de viviendas y apropiación ilegal (incluso para los estándares coloniales) de tierras.
Un análisis de los informes semanales, bien documentados y fácilmente asequibles, del Palestinian Center for Human Rights ( Centro Palestino de Derechos Humanos, PCHR, en su sigla inglesa), arroja una luz muy diferente sobre el contexto y situación para comprender la secuencia de los acontecimientos y, lo que es igualmente importante, la naturaleza y objetivos del Estado israelí.
Durante la semana del 8 al 14 de diciembre de 2005, el PCHR ha registrado que:
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Las Fuerzas de Ocupación Israelíes asesinaron a 10 palestinos, 7 de los cuales mediante asesinatos extrajudiciales del ejército israelí en la franja de Gaza.
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Las FOI hirieron a 34 civiles palestinos entre ellos 17 niños.
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El ejército israelí atacó objetivos civiles en la franja de Gaza.
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Las fuerzas de ocupación israelíes llevaron a cabo 40 incursiones contra comunidades palestinas de Cisjordania.
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Asaltaron viviendas y arrestaron a 91 civiles palestinos, entre ellos, profesores de universidad, candidatos al Parlamento y 4 niños.
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Clausuraron la Moslem Youth Association (Asociación juvenil musulmana) de Hebrón durante dos años.
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Confiscaron una vivienda palestina, desalojaron a sus habitantes y convirtieron la vivienda en un local del ejército israelí.
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El ejército israelí ha continuado con su asedio total en los Territorios Palestinos Ocupados y ha impuesto severas restricciones a los desplazamientos de los civiles palestinos en Cisjordania.
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Las Fuerzas de Ocupación Israelíes detuvieron a 12 civiles palestinos, incluidos 6 niños, en varios puestos de control en Cisjordania.
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El ejército israelí ha utilizado balas metálicas recubiertas de goma para dispersar manifestaciones pacíficas en protesta por el Muro de Segregación, con el resultado de un niño y 6 manifestantes heridos.
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Los colonos israelíes han seguido con sus ataques a los civiles palestinos y a sus propiedades en los Territorios Ocupados, mientras el ejército israelí confiscaba tierras de varias aldeas palestinas cerca de Belén, Hebrón y Jerusalén, expulsando a 30 familias palestinas.
En este contexto, las acciones militares palestinas son claramente actos de defensa de sus comunidades, familias y medios de vida.
Un análisis de los informes previos relativos a 2005 indica que los datos correspondientes a la semana del 8 al 14 de diciembre de este año, son palmariamente representativos de las actuaciones israelíes. ¿Qué pasaría si multiplicáramos los datos semanales por años: 52 x 5 por los ataques militares? Nos daríamos cuenta de la magnitud de las actuaciones ofensivas del ejército israelí. La abrumadora evidencia, tanto en términos de amplitud y alcance como de calendario de los ataques militares israelíes, indican con claridad que las persistentes actividades ofensivas israelíes persiguen la extensión territorial, la opresión colonial y la limpieza étnica.
Los ataques indiscriminados contra civiles y niños; las sistemáticas destrucciones y cortes de las carreteras principales para el transporte y los desplazamientos, y la intensa aplicación de castigos colectivos (el arresto de familias enteras de supuestos miembros de la guerrilla; la voladura de las casas familiares de los sospechosos) están relacionadas con la destrucción de los cimientos de la actividad económica, la construcción de la sociedad civil y las redes familiares.
La evidencia práctica ofrece argumentos para llegar a la conclusión de que los ataques militares israelíes contra los palestinos, por su carácter sistemático y continuado, no son represalias sino detonadores para las respuestas militares palestinas. Los israelíes no son las victimas sino los verdugos, tal como se manifiesta en multiplicidad de acciones: confiscación de casas y tierras, prisioneros, bloqueo de carreteras, etc. La iniciativa y la planificación de las acciones israelíes van dirigidas a intimidar y empobrecer a los palestinos para, finalmente, obligarles a abandonar su país y conseguir así el objetivo de «un Estado judío puro» basado en los «lazos de sangre», aprobados por los rabinos, que en nada difieren de otros anteriores regímenes racistas.
La constante reiteración que llevan a cabo los medios de comunicación convencionales de la retórica colonialista de la «represalia» puede verse como un arma propagandística para ocultar la limpieza étnica israelí y su expansión militar, así como el subyacente objetivo estratégico racista de conseguir un estado judío puro. La elección de palabras por parte de los medios de información – adjetivos y verbos- forma parte de una guerra cultural incrustada en la hegemonía estructural de los partidarios de Israel y de sus seguidores.