Traducido del inglés por Sinfo Fernández
El crimen de la guerra de agresión representa una de las violaciones más graves del Derecho Internacional.
El nepotismo y el favoritismo no son sino una bagatela comparados con el muy grave y ahora completamente documentado crimen de guerra de agresión contra otro Estado, que ha supuesto la matanza de miles de civiles inocentes y la ocupación ilegal de otro país. Puede muy bien haber ocurrido que el Sr. Wolfowitz haya otorgado considerables beneficios financieros a su amante Shaha Ali Riza, ella misma otra payasa neocon disfrazada de cuasi feminista, pero tal conducta ilícita no puede ser comparada con el castigo que él, su jefe, y sus compinches han infligido a los pueblos afgano e iraquí.
El Sr. Wolfowitz tiene un largo historial lleno de altibajos al servicio de los intereses del poder en los diversos puestos que ha ocupado. Como embajador de EEUU en Indonesia, se sintió muy cómodo, hasta que cayó, con el régimen de Suharto. Con anterioridad al desempeño de Wolfowitz, el régimen había recibido ya asistencia fundamental para acorralar a comunistas y para invadir Timor Oriental, pero él continuó apoyándole. Wolfowitz fue el Subsecretario de Estado estadounidense para Asia Oriental durante la presidencia del primero de los Bush, cargo en el que se hizo notar por sus alabanzas y apoyos al dictador Marcos. Durante la segunda Guerra de Iraq, el Sr. Wolfowitz reprendió a los generales del ejército turco por no haber podido controlar el firme rechazo del parlamento turco a apoyar la invasión estadounidense de Iraq y la negativa a aceptar que el ejército de EEUU invadiera Iraq desde el norte.
El Sr. Wolfowitz es responsable, al menos indirectamente, de la utilización de la tortura con los prisioneros de guerra y prisioneros políticos y de levantar campos de concentración en nombre de la guerra contra el terror. Wolfowitz y Co. son arquitectos confesos de las guerras de agresión.
Paul Wolfowitz no es el primer criminal de guerra en desempeñar el puesto de presidente del Banco Mundial. Comparte también esa distinción con uno de sus predecesores, Robert McNamara, antiguo Secretario de Defensa de EEUU durante la Guerra de Vietnam. Después de ejercer ese puesto en el Pentágono, McNamara pasó también a dirigir el Banco Mundial, sin sentir demasiados remordimientos por la masacre de campesinos vietnamitas, mujeres y niños, ni por atiborrar el país de napalm, ni tampoco por poner al mundo al borde de la guerra nuclear durante la crisis de los misiles de Cuba. Años después, McNamara ofreció «algunas» disculpas, sólo a los estadounidenses y nunca a los vietnamitas, por haber causado tanto dolor y sufrimiento.
Es posible que Wolfowitz dimita, o es posible que no haga, por su corrupción personal y nepotismo a la hora de aumentar el salario de su amante, pero ¿no deberían los activistas progresistas de todo el mundo intentar que se le castigue por sus gravísimos crímenes de guerra de agresión más que por ese delito de cuarto orden? Se dijo que quizá fuera del Pentágono no fuera ya tan peligroso para el mundo y la humanidad. Pero es una práctica política de baja moral tener a un criminal de guerra, responsable directo de la planificación y dirección de una espantosa guerra de agresión, encabezando una institución financiera internacional. Además, aunque el Banco no tenga poder sobre tanques y armas nucleares, ejerce enorme influencia política y económica en los países en desarrollo. Por lo tanto, es fundamental que no se permita que criminales de guerra dirijan instituciones financieras públicas globales.
Abu Spinoza es un pseudónimo de un economista internacional.
Enlace texto original en inglés:
www.counterpunch.or/spinoza04142007.html
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate