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El Salvador

Los caros dólares

Fuentes: IPS

Seis años después de haber adoptado la moneda estadounidense para todas las transacciones en El Salvador, el gobierno insiste en que la dolarización trajo beneficios económicos. Pero los datos y las percepciones van en otra dirección.Cuando el ex presidente salvadoreño Francisco Flores (1999-2004) anunció la «dolarización» de la economía en noviembre de 2000, casi todo […]

Seis años después de haber adoptado la moneda estadounidense para todas las transacciones en El Salvador, el gobierno insiste en que la dolarización trajo beneficios económicos. Pero los datos y las percepciones van en otra dirección.

Cuando el ex presidente salvadoreño Francisco Flores (1999-2004) anunció la «dolarización» de la economía en noviembre de 2000, casi todo el mundo se quedó perplejo. La medida repentina despertó muchas dudas, incluso en sectores empresariales, y suspicacia entre la población.

De inmediato, la publicidad gubernamental atiborró los medios de comunicación con discursos que exaltaban los beneficios de la «moneda más poderosa del mundo».

Este mes se cumplieron seis años de entrada en vigencia de la disposición que forzó a los salvadoreños a usar una moneda con insignias estadounidenses y leyendas en inglés, y los funcionarios continúan afirmando que la adopción del dólar catapultó la economía, trajo estabilidad y redujo las tasas de interés bancarias, al tiempo que favoreció de forma generalizada a la población.

Analistas económicos, activistas sociales y pequeños comerciantes, empero, aseguran que al «darle vuelta a la moneda» se descubre que la disposición fue aberrante, acarreó beneficios sólo a unos pocos y disparó los precios de bienes y servicios, lo cual actuó en detrimento del bolsillo de las mayorías, deteriorando su poder de compra.

Para el director ejecutivo del Centro de Defensa del Consumidor (CDC), Armando Flores, «el gran ganador fue el sector financiero», ya que los banqueros habían adquirido préstamos en el extranjero y, debido a que el colón (la ex moneda nacional) estaba bajo amenaza de devaluación, sus créditos se encarecían al necesitar más dinero para honrar sus deudas.

«La dolarización ha profundizado la crisis económica; lejos de cumplirse lo ofrecido en la publicidad gubernamental ha sucedido todo lo contrario, ha sido una medida nefasta para las familias de menos recursos», precisó el promotor de los derechos del consumidor.

La dolarización fue un proceso atropellado. Siendo presidente, Flores comunicó la decisión a mediados de noviembre de 2000, e inmediatamente envió al parlamento el borrador de la Ley de Integración Monetaria (LIM). El 30 de noviembre, los diputados del gobernante y derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y sus aliados derechistas del Partido de Conciliación Nacional, el Demócrata Cristiano y la Acción Nacional, la aprobaron durante un «madrugón».

El colón estaba en vigencia desde 1892, cuando en homenaje a Cristóbal Colón y con motivo del IV centenario del «descubrimiento» de América, se estableció como la moneda nacional en sustitución del peso.

La LIM establecía el curso legal tanto del dólar como del colón («bimonetarismo») pero al cabo de un año, el Banco Central de Reserva (BCR) retiró todos los colones y dejó en circulación únicamente la moneda estadounidense, lo que es considerado una violación a la Constitución y a la misma ley.

Dicha norma también se promocionó como herramienta para «incorporar efectivamente a El Salvador al proceso de integración económica mundial», reducir las tasas de interés, controlar la inflación y atraer la inversión extranjera.

Beneficios intangibles para María Rodríguez, una vendedora de frutas y verduras en el mercado comunitario del municipio de Ayutuxtepeque, en las afueras de San Salvador. «Hoy todo es más caro, no alcanza el dinero, los productos han subido bastante» desde la dolarización, relata la comerciante que se ha dedicado a la venta de estos alimentos desde los ocho años.

Rodríguez, acompañada de su hija Marlene de 12 años, recuerda que antes de la dolarización compraba una caja de tomates por el equivalente de ocho dólares, hoy en día paga hasta 30 dólares, mientras un quintal de cebollas costaba 100 colones (11,4 dólares), que hoy no se consigue por no menos de 50 dólares.

«La situación económica cada día es más crítica y eso lleva a mucha gente a emigrar a Estados Unidos, a trabajar en ventas informales, a delinquir, o al comercio sexual», dijo Armando Flores a IPS.

«El dato de la inflación está subestimado, yo estoy convencido de que la situación económica es peor de lo que dicen los datos oficiales», aseveró.

De acuerdo con un estudio del CDC basado en cifras oficiales, la inflación entre 1997 y 2001 fue de 10,8 por ciento acumulada, y en el periodo 2002-2006 se disparó a 19,9 por ciento. «Lo que ha pasado en los últimos años es un incremento de los precios que ha ido en un ritmo mayor que el aumento de los salarios», enfatizó el directivo de la organización de defensa de los consumidores.

Mientras, el salario mínimo para las «maquileras» –trabajadoras de fábricas de ensamblaje situadas en zonas francas– fue incrementado en seis dólares en los últimos cuatro años.

La investigación también apunta que, en junio de 2003, para comprar una canasta de mercado (alimentación, transporte, vivienda, ropa y educación) una familia promedio de 4,2 personas necesitaba 3,9 salarios mínimos –151 dólares en la rama de confección textil– es decir, 589 dólares. Tres años después, requiere 4,3 salarios, o sea 675 dólares.

En una encuesta realizada en diciembre de 2006 por el Instituto Universitario de Opinión Pública, 55,2 por ciento de los salvadoreños entrevistados estimaron que el aumento del costo de la vida se debía a la dolarización.

Datos del no gubernamental Centro de Recursos para Centroamericanos indican que, en promedio, más de 700 salvadoreños dejan el país cada día en busca de trabajo y salarios dignos, principalmente hacia Estados Unidos, donde residen 2,3 millones de los más de 2,5 millones que viven en el exterior.

En 2006 se recibieron unos 3.300 millones de dólares en remesas de emigrantes a sus familiares en el país, equivalentes a más de 17 por ciento del producto interno bruto (PIB), según el BCR. Las remesas se duplicaron en seis años. En 2000 habían ingresado a El Salvador 1.750 millones dólares por este concepto.

Héctor Vidal, ex director ejecutivo de la Asociación Nacional de la Empresa Privada, admite que la dolarización trajo una reducción de las tasas de interés, pero de tan sólo tres puntos porcentuales. «Los banqueros hicieron bingo del negocio aprovechando la generosidad de la misma política del gobierno», crearon nuevas comisiones y aumentaron el valor de las existentes, lo cual al final redundó en que «el costo del dinero» se mantuviera casi intacto, dijo.

«Si un banco anuncia una tasa de interés de siete por ciento, al sumarle las distintas comisiones pueden llegar a 15» puntos porcentuales. Mientras tanto, las tasas pasivas, es decir lo que pagan entidades bancarias a los ahorristas y depositantes, disminuyeron de cinco por ciento a 0,25 por ciento.

Para el analista económico, los otros pronósticos oficiales tampoco se concretaron, pues las inversiones internacionales no crecieron como se esperaba.

Según la Agencia de Promoción de Inversiones de El Salvador, entre 2001 y 2003 los montos de los inversionistas no superaron los 279 millones de dólares anuales, y aunque en 2005 se registró un repunte hasta llegar a los 424 millones de dólares, 2006 parece no haber sido mejor, pues de enero a septiembre sólo se captaron 172 millones de dólares.

El Salvador es uno de los países con menores inversiones internacionales de América Central (excluidas Panamá y Belice).

«Fue una aberración desde el punto de vista de política económica y un entuerto jurídico que no se vale en una sociedad que supuestamente está construyendo institucionalidad. La historia de (ex presidente) Flores es nefasta», apuntó Vidal.

Mientras tanto, María Rodríguez lamenta que el dólar haya perjudicado su negocio, pues las ventas disminuyeron y se ve «obligada a vender mucho más caro que antes».