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España

Los costes de la reforma financiera

Fuentes: EconoNuestra

Una de las primeras medidas que tomó el Gobierno actual fue El R.D. Real Decreto-ley 2/2012, de 3 de febrero, de saneamiento del sector financiero. El citado Decreto literalmente señala:«Los otros dos ejes fundamentales de este renovado impulso de reforma financiera son la creación de incentivos que propicien un ajuste adecuado y eficiente del exceso […]

Una de las primeras medidas que tomó el Gobierno actual fue El R.D. Real Decreto-ley 2/2012, de 3 de febrero, de saneamiento del sector financiero. El citado Decreto literalmente señala:
«Los otros dos ejes fundamentales de este renovado impulso de reforma financiera son la creación de incentivos que propicien un ajuste adecuado y eficiente del exceso de capacidad y el fortalecimiento de la gobernanza de las entidades resultantes de los procesos de integración. Una última característica fundamental de esta reforma es que su coste deberá ser asumido en su totalidad por el sector financiero»

¿Es cierto que la reforma va a poder ser implementada sin costes para los ciudadanos? ¿El sector financiero cómo ha contribuido a la generación y profundización de la crisis? ¿Cuáles son los costes sociales de su falta de prudencia?

Para responder a estas preguntas es necesario hacer un balance del coste de la crisis en España. Esto va más allá de un volumen cuantificable en unidades monetarias por muchos millones que seamos capaces de sumar. Paro, desahucios, deterioro alarmante de las condiciones laborales, extinción de los pilares del estado de bienestar, al menos una generación de jóvenes perdida. Los señores que hoy dirigen este país nos dicen que los costes de la crisis recaerán sobre los que han generado la crisis. La pregunta es ¿cuándo vamos a dejar de sumar? Parece que ellos dejaron de sumar el día que entraron en el gobierno, la generación perdida puede que estemos sumando hasta que nos muramos.

La reestructuración del sistema financiero español se resume en una serie de operaciones que se nos venden sin coste alguno para el contribuyente, para dar solidez a nuestro sistema y donde los primeros culpables han sido las cajas de ahorro que estaban muy expuestas al ladrillo. ¿Esto es cierto?
Lo de que las entidades financieras estaban muy expuestas al ladrillo sabemos que  lo es. Ahora bien, el modelo turismo+ladrillo=Felicidad para todos, sabemos a estas alturas que ha sido promovido tanto por los dos gobiernos de Aznar, como por el PSOE que durante 8 años no supo cambiar el rumbo y se decidió (por lo que dice Rubalcaba más por incompetencia que por convicción) a seguir con el mismo modelo productivo y las entidades financieras financiándolo.

 

A los gobiernos de turno hay que sumar los políticos y demás personas que se sientan en los consejos de administración de las cajas que; lejos de denunciar que estas entidades lo estaban haciendo muy mal, miraron para otro lado y que según sabemos por los últimos informes del Banco de España no estaban muy preparados para estar sentados donde estaban. Así si nos preguntamos ¿cuántas actas existen por parte de los miembros de los consejos de administración denunciando lo que se estaba gestando? La respuesta es ninguna. Ni en la CAM, ni en Caja Madrid, ni en Caja Sur y podemos seguir hasta 45. En estos consejos entran representantes del PSOE, del PP o de cualquier otro partido con representación en estos órganos. Es ahora, ya cuando las cajas de ahorro van a desaparecer y los bancos se las van a quedar (sin ningún otro coste para los ciudadanos que la crisis económica española que todavía no sabemos cuando terminará) cuando el Banco de España pone en duda la profesionalidad y competencia de estos señores. A mí de lo que me queda poca duda es de la escasa profesionalidad y gran incompetencia del Banco de España en el manejo de la crisis.

En efecto, podemos decir que al Banco de España se le ha caído la mitad del sistema financiero español y se están dando palmaditas en la espalda porque han intervenido el Banco de Valencia y dos cajas cuando ya estaban quebradas. En argot popular intervenir algo quebrado para que no se suspendan los pagos se hace poniendo dinero, dinero público. La falta de profesionalidad de las cajas que ahora denuncia el Banco de España, bien se la pueden aplicar ellos cuando son la institución competente, con autoridad y legitimidad para pedir cuentas y obligar a tomar medidas, cuya principal misión es evitar que el sistema financiero se desplome. Así que en lugar de ir diagnosticando las debilidades, recetando soluciones y, en su caso, obligando al paciente a tomarlas porque este está fuera de sí y es un peligro tanto para él mismo como para los que le rodean, ha esperado sencillamente a que el paciente muera para malvender sus órganos (previo saneamiento en euros) a los bancos. No es lo que espero yo de un doctor y menos de lo que sería el ente encargado de velar por las buenas prácticas de todo el cuerpo de médicos, pero con los recortes nunca se sabe. Ahora bien, el Banco de España y las entidades financieras también se rigen por la regulación internacional, desde la que se autoriza al Banco de España a tomar medidas discrecionales cuando, por ejemplo, los consejos de administración de las entidades financieras no tienen formación, o éstas están confundiendo el riesgo de financiar al ladrillo con una posible rentabilidad. Los modelos que la regulación financiera internacional propone para valorar y gestionar los riegos de crédito, bajo la apariencia de técnicas sofisticadas que deslumbran a los profanos y cuya dudosa pertinencia no analizaremos aquí, pueden ser complementados con amplios márgenes de discrecionalidad. Lejos de hacer sus esfuerzos en el sentido de criticar la debilidad de los criterios por los que bancos y cajas miden el riesgo o supervisar in situ a las entidades sobreexpuestas al riesgo de crédito relacionado con el sector privado (inmobiliario o no), los esfuerzos se han dirigido a la promoción y propaganda del supuesto rigor de las normas que nos han llevado a esta situación.

Así, el sistema financiero español ha visto como las cajas pasan de 45 a 17 y próximamente a 0, se sanean y son absorbidas por los bancos y se nos dice que esta reestructuración es sin coste alguno. Señores, si esto es sin coste alguno debe ser porque ustedes no saben sumar y entonces es cuando ya empiezo a explicarme muchas cosas de esta crisis. Aquí se puede ver un resumen de cómo queda el nuevo panorama tras las fusiones y absorciones.

Con operaciones del tipo: El Sabadell se queda la CAM por 1€, o el BBVA se queda a Unimm por 1€ y el Fondo de Garantía de Depósitos se compromete a hacerse cargo del 80% de las pérdidas de sus peores activos. Los bancos han logrado su vieja aspiración de terminar con las cajas y además les esta saliendo insultantemente barato.

Muchas de estas entidades se benefician de estar al amparo del plan de avales llevado a cabo durante el segundo mandato del PSOE que avaló 100.000 millones de € y que el PP ha decidido que comparte esta solución en forma y número, por lo que en su reforma financiera también encontramos su plan renove de avalar otros 100.000 millones de euros.

Mientras el FROB se usa como herramienta política para justificar que por los 12.000 millones de euros que se van a prestar a un plazo de 5 años ampliable a 7 y finalmente ampliable hasta que los prestatarios consigan devolver el crédito si es que lo consiguen devolver, se nos pretende hacer ver que sus préstamos no están faltos de interés y que éste está en torno al 8%. Por supuesto, esta corriente de ayudas se financia con deuda pública, esa que dicen que es tan mala que suba para ciertas cosas. Por lo que de entrada ya estamos pagando un interés no sólo en los 12.000 millones que cubre el FROB con deuda sino que habría que determinar como afecta este volumen a los intereses de la deuda que se emite para financiar otros servicios y qué parte representa de los recortes para lograr el ansiado déficit de 5% que intentan hacer creer que es la solución de todos los males (habría que afinar más la hora de elegir asesores para determinar cuáles son todos los males), a lo dicho hasta aquí hay que sumar el coste de oportunidad que supone adjudicar unos miles de millones de euros para el sistema financiero en un contexto donde se deja caer más del 25% la inversión pública sin tener en cuenta los puestos de trabajo que con ello se destruyen y se dejan de crear y que se suman a la larga cola del paro. ¿Y el ministro de Economía es incapaz de ver el coste? Por favor que lo cambien, porque la única vía para que esto sea sin ningún coste es que De Guindos esté asumiendo el default de España y que el Partido Popular haya decidido ahondar en su estrategia de amnistía fiscal hacia la insumisión  internacional con los acreedores del Estado, dado que sin costes será únicamente si el Tesoro deja de atender a sus obligaciones de pago. O eso o está diciendo una mentira del tamaño del Titanic. Lamentablemente este segundo caso, la mentira, es el suceso estadístico que se repite en más ocasiones desde hace tiempo en este país cuando un dirigente del gobierno abre la boca para leer el papel que esos grandes asesores le han escrito; a veces también pasa que no entiende su propia letra, pero vamos a pensar que esos son casos aislados.

Antes de cerrar, quiero señalar que el mapa de las nuevas fusiones  ha respondido mucho más a relaciones y criterios políticos que de cualquier otro tipo, del estilo cajas del PP con cajas del PP, lo que viene a ser relaciones entre primos para procrear un nuevo ente. Lo que los doctores del Banco de España parecen todavía no tener muy bien catalogado dentro de su lista de potenciales patologías como resultado de estos enlaces. Así el encargado de regular, supervisar, sancionar y velar por el funcionamiento del sistema, parece funcionar más como el servicio de propaganda de estas entidades, en lugar de llevar a cabo su tarea con prudencia y firmeza. Esta fórmula de nacionalismo propagandístico de la buena situación de la banca parece que lamentablemente se ha apoderado de los bancos centrales de toda Europa, organismos públicos que defienden a los que consideran «los suyos», los bancos, y no a la sociedad que los soporta.

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