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Reseña del libro "La opción por la guerra civil: otra historia del neoliberalismo"

Los cruzados del gran capital: la otra historia

Fuentes: Tramas

El intento de pensar el neoliberalismo no sólo como una corriente con la cual debatir sino sobre todo como un frontal adversario a derrotar vertebra a una obra que intenta la superación de los enfoques convencionales a fuerza de profundidad crítica y contextualización histórica.

La opción por la guerra civil | Tinta Limón Ediciones
Pierre Dardot, Haud Gueguen, Christian Laval, Pierre Sauvêtre. La opción por la guerra civil: otra historia del neoliberalismo. 1ª edición. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tinta Limón, 2024. 320 páginas.

Este libro de autores franceses intenta ubicar al neoliberalismo en un lugar que supera con creces la visión acerca de las políticas económicas más convenientes. Lo analiza como una concepción del mundo de carácter integral, posicionada en el largo plazo de la lucha de clases, para definirla a favor del capital más concentrado. Para ello se acompaña con una mirada conservadora y tradicional frente a todas las problemáticas sociales:

“…el neoliberalismo no es solamente un conjunto de teorías, una colección de obras, una serie de autores, sino un proyecto político de neutralización del socialismo bajo todas sus formas y asimismo de todas las formas de exigencia de la igualdad, un proyecto propiciado por teóricos y ensayistas que son también, desde el inicio, emprendedores políticos (itálica en el original)” (p. 26)

El neoliberalismo es estudiado en este trabajo, sobre todo como una empresa política orientada a la construcción de una sociedad asentada sobre la intangibilidad de la propiedad privada y el imperio de la libre competencia. No solamente quiere reestructurar el colectivo social sino a las personas que lo componen.

El neoliberalismo es considerado como de sustancia antidemocrática. Su atribución de la defensa de la libertad contra el “totalitarismo” y las dictaduras es una enorme mentira. El libro lo deja claro desde el comienzo.

El principal correlato político es la oposición a cualquier forma de soberanía popular. El entendimiento de que parten es que la influencia de las masas derivará necesariamente en la entronización de la demagogia y el ataque contra los principios de “libertad económica”.

Por eso propician una “democracia liberal”. Tal tipo de democracia radicaría en la limitación del poder estatal, el respeto de los derechos individuales, la “independencia” del poder judicial. En la “democracia” así definida no queda ningún vestigio de “autogobierno” del pueblo. Y tampoco de “derechos sociales” que puedan operar al margen o incluso en contra de la asignación de recursos determinada por las relaciones de mercado.

“Soberanía del pueblo” y “justicia social” son en esta mirada dos mitos a destronar, manifestaciones del pensamiento y las prácticas “socializantes” que se necesita combatir. Una democracia que intentara desplegar esos principios sería “socializante” o “totalitaria”, y un camino hacia la “servidumbre”. “Regímenes” a destruir en nombre de la propiedad privada y la libre competencia

La concepción neoliberal de democracia es estrictamente procedimental. Apenas una manera de seleccionar a quienes vayan a conducir el aparato estatal. No debería estar ligada en absoluto a la realización de determinados valores, o a criterios de igualdad y justicia de ningún tipo.

Este trabajo rastrea al neoliberalismo desde sus comienzos, en las primeras décadas del siglo XX y lo sigue hasta la actualidad. No aborda esa historia como un recorrido con pretensiones de exhaustividad sino a modo de búsqueda de articulación entre el enfoque de “libre mercado” y los modos de dominación política.

Un interrogante que no está planteado es si las expresiones de la extrema derecha actual no rebasa los encuadres neoliberales en dirección a una visión más extrema en su agenda conservadora y antidemocrática y requiere una nueva denominación.

Un aspecto que trata este escrito y va en contra del sentido común es la constatación de que los ultraliberales han abogado por un Estado “fuerte”. Uno con capacidad para imponer las reformas liberalizadoras, y aptitud para aplastar las protestas populares contra el efecto destructivo de sus políticas.

El rasgo de “fuerza” del Estado neoliberal estaría dado por su capacidad y decisión a la hora de contener cualquier tipo de demanda que pretenda controlar o limitar la libertad de mercado. Sería también un Estado “independiente”, una independencia a probarse solamente frente a las “masas ignaras” seducidas por la “demagogia socializante”, nunca frente al poder del capital.

El resultado es el autoritarismo y la represión ejercidos en nombre de la libertad:

“…todos ellos teorizan sobre la necesidad de un ‘Estado fuerte’ para proteger al Estado de las demandas democráticas, sellando desde el principio el vínculo entre neoliberalismo y autoritarismo.” (p. 75) y también “El neoliberalismo es intrínsecamente autoritario, ya que ataca cualquier voluntad democrática de regular la economía de mercado; solo varía en las formas de uso de la fuerza por parte del Estado.” (p. 76)

La política neoliberal se presenta no como una decisión entre varias posibles, sino a modo de cumplimiento de leyes económicas inexorables que sería una locura desafiar. Y como evitación de cualquier amenaza a esas leyes que provenga de masas ignorantes que se encaminan a la dictadura y al totalitarismo. El “no hay alternativa” de Margaret Thatcher es la expresión de esta supuesta inevitabilidad establecida en base a un saber que se pretende irrefutable.

Adopta además una lógica de guerra civil que caracteriza a trabajadores y otras fuerzas renuentes al pleno imperio de la “economía libre” como un “enemigo” al que hay que erradicar. Una amenaza de destrucción de principios no sólo económicos sino familiares, tradicionales y religiosos.

El neoliberalismo de “izquierda”

Un acierto indudable del libro es el señalamiento de cierto globalismo de “izquierda”. Son las fuerzas políticas de lejano origen progresivo que no sólo renunciaron a enfrentar al neoliberalismo sino que adoptaron su programa, disfrazado de “tercera vía”.

Desde el ejercicio del gobierno buscó atemperar el recetario liberal con toques de nuevos derechos individuales y promoción de minorías y disidencias. Todo mientras seguían el mismo sendero privatizador y de “soberanía del consumidor” que sus congéneres de derecha.

Así se generó una equívoca contraposición y en las clases populares avanzó la adopción de valores conservadores con aceptación de la lógica individualista de libre competencia. Entre quienes “endulzaban” las reformas regresivas y quienes las aplicaban con total convicción y fundamentos doctrinales más claros optaron por estos últimos.

Los antiguos socialdemócratas o keynesianos compatibilizaron políticas de apariencia progresista sobre todo en el plano cultural y la aplicación de los dictados del neoliberalismo, en ocasiones con más consecuencia y radicalidad que los propios neoliberales.

La alternativa

Los autores concluyen su trabajo con el examen de cuáles serían las formas de diseñar una alternativa a las políticas de derecha, dotada de un carácter emancipador y portadora de una política democrática radical opuesta a los designios del gran capital.

Se afirma en un pasaje:

“Por ‘democracia’ entendemos aquí el autogobierno extendido a todas las actividades, instituciones y relaciones que deben ser regidas por leyes y normas decididas en común (…) la democracia no es otra cosa que la forma general del vínculo político entre personas iguales, conscientes y responsables del destino común…” (p. 309)

Se retoma así la tradición de una perspectiva asentada en la autoorganización y autogobierno de las masas como correlato inexcusable de la búsqueda de una configuración económico social no capitalista.

El libro termina con un esbozo de nuevo camino para enfrentar la guerra civil del capital desde una perspectiva liberadora, no atada a parámetros superados. Que parta de reconocer los cambios generados por el predominio de las políticas neoliberales a la hora de articular una fuerza revolucionaria, apta para construir una nueva sociedad, que parte de fijar los objetivos:

La aspiración a una sociedad nueva requiere trazar un camino, al menos en sus líneas generales, una refundación de la política a partir de la búsqueda de igualdad y libertad en términos sustantivos:

“Esa sociedad no nace de golpe, a raíz de una insurrección repentina. Se construye con la acción y la experimentación colectivas contra todo aquello que sofoca el ejercicio de los derechos de todos. Es necesario combatir todos los obstáculos que impiden la actividad política democrática, y son muchos: las desigualdades socioeconómicas y culturales; el juego mortal de la rivalidad entre partidos y el reino de las oligarquías que los dirigen; el parlamentarismo y el electoralismo que desvitalizan la actividad política y pretenden agotar el sentido de la democracia.” (p. 310)

Nueva democracia equivale a nueva sociedad. Y a la superación definitiva de formas de representación elitista que excluyen al pueblo de la práctica política.

Se propicia así la articulación de las distintas problemáticas y fuentes de injusticia, sin subdividirlas en “identidades” sólo capacitadas para luchar por su propio “asunto”, en la creencia de que pueden resolverlo al margen de una transformación social integral.

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Esta visión parece acertada a la luz de la relativa desarticulación existente hoy entre la lucha contra la explotación económica; la dominación imperialista, la reivindicación de los bienes comunes y el ambiente, el feminismo, la defensa de los pueblos originarios y los migrantes.

La obra, bien escrita y argumentada, va en la línea de la reformulación de las políticas de liberación que se desplegaron a lo largo del siglo XX y entraron en profunda crisis en las últimas décadas de esa centuria.

Claro que la construcción y convergencia de nuevas fuerzas revolucionarias requiere no sólo la refundación de la teoría y la habilidad para la interpretación de la realidad sino también de la capacidad de acción que contraponga la calle al “palacio” y recupere la confianza en que un mundo no basado en la opresión y la desigualdad es realizable.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.