Este ensayo es una adaptación de Data and Democracy at Work: Advanced Information Technologies, Labor Law, and the New Working Class, que acaba de publicar MIT Press. Boston Review.
En septiembre de 2020, un reportero de Vice descubrió que Amazon buscaba contratar a dos «analistas de inteligencia» para su división de Operaciones de Seguridad Global (GSO). Los analistas debían usar análisis de datos y otras herramientas para detectar y resistir «amenazas de organización laboral» y otras formas de oposición política a la empresa. Ese mismo mes, un empleado de Amazon denunció que la GSO también había monitorizado los foros de mensajes internos de la empresa para detectar la organización sindical, centrándose en los foros creados por trabajadores de color y otros grupos que suelen estar infrarrepresentados en Silicon Valley. Esta vigilancia generalizada de trabajadores resultó contraproducente para Amazon al menos en un caso. Los empleados de un almacén de Amazon en Staten Island se sindicaron en 2022, en parte debido a la frustración por el incesante control automatizado de la productividad. La vigilancia corporativa también ha contribuido a la organización de conductores de Uber y Lyft, trabajadores de tiendas Apple y empleados de Tesla en su programa de conducción autónoma.