Mucho se ha hablado en los últimos tiempos en los medios de comunicación sobre la estrepitosa caída del dólar, pero lo que no se ha hecho es explicar las razones de este descenso. La moneda americana está tan baja porque así le interesa a la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) para paliar los […]
Mucho se ha hablado en los últimos tiempos en los medios de comunicación sobre la estrepitosa caída del dólar, pero lo que no se ha hecho es explicar las razones de este descenso. La moneda americana está tan baja porque así le interesa a la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) para paliar los déficit que tiene su país, pero la principal causa del declive del dólar se encuentra en la llegada del euro, en lo que el economista Robert Mundell ha calificado como el mayor ataque a la hegemonía monetaria de los Estados Unidos en los últimos treinta años.[1] Ésta no es la primera vez que el dólar sufre una depreciación, ya que caídas similares se han dado aproximadamente una vez cada década: 1971-1973, 1978-1979, 1985-1987 y 1994-1995. Pero en aquellas ocasiones, el billete verde no tenía rival. A los inversores no les quedaba otro remedio que esperar a tiempos mejores, algo que ha cambiado radicalmente con la llegada de la unión monetaria europea.
Para entender cómo es posible que los Estados Unidos sean el país más poderoso del mundo, y al mismo tiempo, el mayor deudor, con una deuda externa superior a los 7 billones de dólares y unos déficit comerciales y públicos rondando los 500.000 millones,[2] hay que explicar el concepto de señorío monetario (seigniorage) internacional del dólar. Los Estados Unidos son los distribuidores de la moneda internacional por excelencia, tanto como medio de cambio, de reserva y de contrato, y esa facultad les ofrece un «privilegio exorbitante», como dijo en su día Charles de Gaulle.[3] Imprimir un billete de un dólar le cuesta a los Estados Unidos 3 céntimos, pero con ese billete, con un valor nominal de 1 dólar, pueden comprar productos por un valor real de otro dólar. Es decir, cuando los Estados Unidos importan (lo cual suelen hacer con asiduidad) consiguen una apropiación de valor 33 veces más alta que el valor inicial. Como explica Guglielmo Carchedi, desde el punto de vista estrictamente económico, a los Estados Unidos no les interesa exportar. Muchas empresas exportadoras norteamericanas irían a la bancarrota, pero la apropiación de valor para el país sería inmensa.[4]
De todas formas, las ventajas del señorío monetario internacional no se limitan al campo comercial. Donde los Estados Unidos sacan el mayor beneficio es en el pago de su deuda externa. Al ser el dólar la moneda internacional, el mercado de los bonos del tesoro más líquido y más extenso del mundo se encuentra en estos momentos en Wall Street. Esto quiere decir, por un lado, que los Estados Unidos son el único país del mundo que puede pagar sus deudas en su propia moneda (de ahí que a la Fed, como se ha dicho, le interese que el dólar esté bajo) y, por otro, que además puedan decidir por su propia cuenta el tipo de interés que fijan sobre su deuda. Un tipo de interés que hoy por hoy, como todo el mundo sabe, está a bajos históricos, rondando el 2%.
Resumiendo entonces, el señorío internacional del dólar hace que los ciudadanos estadounidenses puedan ser los mayores consumidores del mundo, como demuestra la balanza comercial de su país, y los más endeudados, con una deuda privada que actualmente representa el 110% de los ingresos de la unidad familiar, o lo que es lo mismo, que cada americano debe de media unos 20.000 dólares.[5] Y el lector se preguntará: ¿cómo es esto posible?, ¿cómo pueden estar los Estados Unidos tan endeudados?, o, mejor aún: ¿quién y por qué ofrece tanto dinero a los estadounidenses? Las respuestas a estas preguntas se pueden encontrar en dos claros ejemplos:
Los mayores acreedores de los Estados Unidos en estos momentos son los bancos centrales del este asiático, principalmente Japón y China, aunque Hong Kong, Corea del Sur y los inversores europeos no se quedan atrás. A estos países, que son los mayores exportadores del mundo, les interesa que el dólar esté alto y que sus monedas estén bajas para exportar más. Es por eso que los bancos centrales asiáticos cuentan con cerca de 1.6 billones de dólares en reservas, aguantando así el billete verde, que de otra forma se desplomaría ya totalmente. Una empresa como Sony vende sus productos en dólares, la moneda internacional, pero esos dólares no van a parar a Japón, ya que si lo hiciesen, el yen se apreciaría en exceso y Sony perdería su ventaja competitiva como empresa exportadora. Luego, la mayoría de los dólares de las multinacionales asiáticas no fluyen hacia sus países de origen, sino que caen en el sistema bancario estadounidense para financiar la deuda externa de este país.
El segundo ejemplo de la centralidad del dólar, como moneda internacional que otorga numerosos privilegios a los Estados Unidos, es la venta de petróleo. El petróleo se vende en el mundo entero en la moneda americana, lo que a su vez es una gran ventaja, porque así las autoridades estadounidenses no tienen que estar pendientes del tipo de cambio ni tienen que acumular gran cantidad de reservas en moneda extranjera, como es el caso de los otros bancos centrales. Pero, no sólo eso. El ciclo mismo de la venta de petróleo es de claro beneficio para los Estados Unidos: los países exportadores industrializados como Japón, Alemania o Francia exportan sus productos a Estados Unidos, el mayor consumidor, que paga con dólares de 3 céntimos. Estos dólares son usados después por los países exportadores para comprar petróleo a los países árabes de la OPEP, que a su vez vuelven a utilizar esos dólares en Wall Street para financiar la deuda externa de los Estados Unidos, en lo que se conoce como el reciclaje de los petrodólares.
Los dos ejemplos aquí explicados demuestran la hegemonía financiera de los Estados Unidos. El sistema económico y financiero mundial está inclinado de tal forma que los Estados Unidos pueden consumir y gastar por encima de sus posibilidades a expensas del trabajo y de los ahorros del resto del mundo. Wall Street funciona así como un inmenso imán que genera tanta inversión que los Estados Unidos se pueden permitir el lujo de desarrollar una política exterior agresiva, de pretendido dominio militar mundial, como se puede leer en el proyecto New American Century,[6] pese a tener un déficit corriente crónico anual del 5% de su PIB. Pero, justamente este marco va a cambiar con la consolidación de la moneda europea. El euro, tal y como predicen muchos economistas, entre ellos el más destacado, Fred C. Bergsten, se convertirá en un serio rival del dólar para el rol de moneda internacional y de eso se dio cuenta pronto Sadam Husein cuando en el año 2000 empezó a vender su petróleo a los europeos en euros.[7]
No cabe duda de que la unión monetaria es el mayor ataque a la hegemonía financiera de los Estados Unidos en los últimos treinta años. La Unión Europea ya no es sólo un gigante económico con prácticamente el mismo PIB que los Estados Unidos y proyectos como Galileo o el Airbus 380, sino que ahora también es un claro competidor financiero. Cuando salió el euro se vendía a unos 80 centavos de dólar y actualmente se cotiza por encima del $1.30. La progresión de la moneda europea ha sido formidable para los analistas. Su uso no sólo se limita a los 300 millones de habitantes que forman la eurozona: con la estrepitosa caída del dólar, el euro ya está ganando terreno al billete verde como primera moneda extranjera en los países del este de Europa, en Rusia y parte de Asia, y su entrada en Oriente Medio no se ha hecho esperar. Irak ya vendía su petróleo en euros (quizás por eso fue atacado), Irán está haciéndolo ahora (quizás por eso esté en el eje del mal) y la misma OPEP ya ha señalado que no sería descabellado vender en un futuro el petróleo en la moneda de la UE, su mayor socio comercial.[8]
La Fed evidentemente sabe que, con la llegada del euro, el señorío internacional del dólar está en peligro. Los estadounidenses por fin se han dado cuenta de que no pueden seguir viviendo a expensas de los demás y que, como todos lo países de este mundo, tienen que ajustar el déficit público y el déficit comercial. Históricamente, el país hegemónico, en su fase de decadencia, siempre ha recogido placenteramente los frutos del sistema económico que ha impuesto, pero llega el momento en que los rivales (la UE, la India y China) recuperan el terreno perdido y al primero no le queda otro remedio que reformar sus estructuras. La Fed cree que con un dólar bajo aumentarán las exportaciones estadounidenses y se equilibrará la balanza comercial. Y la Administración Bush ha indicado que con su plan de ahorro se limará el déficit público en cinco años. Grandes palabras éstas cuando la economía americana empieza a estancarse (y eso que los impuestos corporativos están a mínimos históricos), la inflación acecha, los tipos de interés tienden a subir, la generación baby-boom de los años 60 llega a su edad de jubilación, el conflicto de Irak no está resuelto y Condoleezza Rice afirma que pueden atacar a Irán.
[1] Leer Fred C. Bergsten, «The Euro Versus the Dollar: Will there be a struggle for dominance?,» Ponencia presentada ante la American Economic Association (Asociación Económica Americana), en Atlanta, el 4 de enero de 2002. En Internet bajo: http://www.iie.com/publications/papers/bergsten0102-1.pdf.
[2] Estas cifras son de dominio común, pero en este caso la página web del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos parece la fuente más fiable. Entrar en: http://www.ustreas.gov/.
[3] Leer Benjamin J. Cohen, «Global Currency Rivalry: Can the Euro Ever Challenge the Dollar?,» Journal of Common Market Studies, vol. 41, Iss. 4, (Septiembre 2003), p. 575.
[4] Leer Guglielmo Carchedi, «Imperialism, Dollarization and the Euro,» en (eds.) Leo Panitch and Colin Leys, Socialist Register 2002 (London: Merlin Press, 2001), p. 160.
[5] Leer Robert Brenner, «New Boom or New Bubble? The Trajectory of the US Economy,» New Left Review, No. 25, Jan-Feb, (2004), p.57-100.
[6] Ver la página web: http://www.newamericancentury.org
[7] Uno de los primeros periodistas que dio la noticia sobre el cambio de dólares a euros de Sadam Husein fue Charles Recknagel. Ver «Iraq: Baghdad Moves To Euro,» Radio Free Europe/Radio Liberty, 1 November 2000. En Internet bajo: http://www.rferl.org/features/2000/11/01112000160846.asp.
[8] Leer William Clark, «The Real Reasons for the Upcoming War With Iraq: A Macroeconomic and Geostrategic Analysis of the Unspoken Truth,»en Internet bajo: http://www.ratical.org/ratville/CAH/RRiraqWar.html.