Recomiendo:
0

Colombia

Los dineros calientes

Fuentes: Argenpress

Vuelve y juegan los dineros calientes, los mismos que se hicieron tan célebres en tiempos que creíamos superados. La historia se repite; con ocasión del embeleco aperturista de los 90, al amparo de la liberación del mercado cambiario, se presentó una avalancha de dólares y euros de toda procedencia, lícita e ilícita, que distorsionó totalmente […]

Vuelve y juegan los dineros calientes, los mismos que se hicieron tan célebres en tiempos que creíamos superados. La historia se repite; con ocasión del embeleco aperturista de los 90, al amparo de la liberación del mercado cambiario, se presentó una avalancha de dólares y euros de toda procedencia, lícita e ilícita, que distorsionó totalmente el tipo de cambio. La revaluación del peso no se hizo esperar y la enfermedad holandesa que se temía contraer por cuenta de la bonanza petrolera que se avizoraba con el hallazgo de Cusiana, en últimas la portadora de la misma fue el masivo lavado de dólares provenientes del narcotráfico. La economía se narcotizó (1), causándosele grandes estragos a la economía legal a la hora en que esta terminó despresurizándose, después del efímero boom de varias actividades, entre ellas la de la construcción, que se vieron insufladas por tales dineros. A ello nos estamos exponiendo nuevamente.

Dólares y euros a tutiplén

La noticia económica de esta semana ha sido el alud de U$S 3.104 millones de dólares, más de $7 billones, en rama, que entraron al país en el año 2005, sin que se haya podido establecer ni su origen ni la vía por la cual ingresaron y luego salieron, como lo acaba de confirmar la DIAN, sin dejar huella. Y no estamos hablando de una bicoca, pues el monto de divisas de dudosa procedencia a que estamos haciendo alusión equivale a dos veces las que se reciben por exportación de café en la época de las vacas gordas y cuatro veces las de la exportación de flores. Y claro, su monetización a su paso por el país tenía que repercutir fuertemente, pues tales ingresos representan un 3% del PIB o el 5% del consumo de los hogares.

Llama la atención que el gobierno se ufana de tener «…una oficina de inteligencia financiera, probablemente la más sofisticada de Latinoamérica» (2), al tiempo que el perplejo Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, afirma que no tiene «…la menor idea de cómo impacta el narcotráfico en la economía, esos estudios cuantitativos se hicieron a finales de los 90, pero ya están desactualizados. No soy experto en el tema, ni tengo cifras recientes» (3). Pero, ello no fue óbice para que se viniera lanza en ristre contra quienes han activado las alarmas por esta inusitada afluencia de dólares y euros, doliéndose de que «…un colombiano considere que cualquier visión de éxito, dinamismo empresarial o reducción del desempleo tenga que ver con el narcotráfico» (4). Sin embargo, es el propio Superintendente financiero, Augusto Acosta, quien reconoce que «Aunque hemos hecho esfuerzos muy importantes, no podemos descartar que todavía esté circulando dinero de lavado de activos o de financiación de terrorismo a través del sistema financiero» (5). Algo más que «la confianza de los empresarios» (6), debe haber influido para que los registros de tales ingresos dieran semejante brinco, al pasar de U$S 540 millones en el 2002 a U$S 3.104 millones en el 2005. Sin querer queriendo, el director de Fedesarrollo, Mauricio Cárdenas, nos termina dándonos la razón cuando afirma que aunque él no cree «…que el narcotráfico explique ni la crisis ni la recuperación de la economía…» (7), advierte que el hecho no es nuevo, pues «…desde hace diez años se habla de montos entre U$S 2.500 y U$S 3.000 millones del narcotráfico en la economía, es decir no hay evidencia de que haya crecido en los últimos dos años» (8). Dicho de otra manera, no hay de qué alarmarse, pues la entrada de dólares y euros de procedencia ilícito sigue dentro de las «justas proporciones», como dijo el expresidente Turbay respecto a la corrupción. No hay nada nuevo bajo el sol, es lo que nos quiere decir Cárdenas!

Agua pasó por aquí…

No se necesita ser suspicaz para preguntarse con Javier Fernández Riva, director de Prospectiva: «Alguien puede ofrecer una explicación plausible del aumento de ese ingreso de dólares en efectivo, que no tenga que ver con narcotráfico?» (9). Y no es él la única persona entendida en estos intríngulis de la economía que lo sospecha; ya va a ser dos años el Presidente de la ANDI, Luis Carlos Villegas, advertía que «Sigue siendo abundante la cantidad de dólares de origen ilícito que continúa entrando al país y es posible que se haya facilitado su ingreso con la amnistía de la pasada reforma tributaria y la eliminación de la retención en la fuente a todas las ventas de divisas» (10). En efecto, en el año 2003 se dispararon los depósitos en efectivo de los bancos en sus cuentas en el Banco Emisor, alcanzando la cifra de U$S 938 millones (!) (11), el equivalente a 8.2 veces los ingresos registrados por concepto de turismo y casi una tercera parte del monto de las remesas. Ello, llevó a firmar a Fernández Riva, que «Solo un niño de pecho se tragaría que esa suma ingente de dólares en billete no tiene nada que ver con el narcotráfico…» (12). Pues, no le pararon bolas y el problema se nos creció; la banca, que prefirió mirar para otro lado ya que le estaba sacando partida a la orgía de dólares, demandó del gobierno el que ya había llegado la hora «…de que las autoridades dejen de preocuparse por tratar de atajar los flujos de capital que está generando la revaluación del peso y analicen, en cambio, cómo aprovechar esta situación» (13). Esos polvos, señores, tenían que traer estos lodos; remembranzas de Julio Cesar Presarpina, a quien una de sus concubinas le decía que el dinero era buena proviniera de donde proviniera!.

El repunte que ha tenido la economía no es ajeno a la presencia de este fenómeno, que no se puede atribuir a las remesas, pues estas en su integridad entran al país a través de medios electrónicos. Más bien las familias receptoras de tales remesas, que el año anterior sobrepasaron los U$S 3.300 millones han visto resentidos sus ingresos a consecuencia de la revaluación del peso; $340.000 millones han dejado de recibir por esta causa. Si bien es cierto las exportaciones han tenido en los últimos años un excelente comportamiento, jalonadas por la gran demanda de China y la India de productos básicos, cuyos precios han mejorado ostensiblemente, lo cual ha contribuido a que mejoren también los términos de intercambio, las importaciones también han reaccionado, de modo tal que la balanza comercial ha estado muy cerca del equilibrio. Luego, tampoco allí está la explicación. Como lo afirmara ANIF, refiriéndose al I semestre del año anterior, «El balance neto en materia de disponibilidad de divisas fue entonces de sólo U$S 180 millones. Esta cifra es claramente insuficiente para explicar la marcada apreciación cambiaria de 13% nominal que se observó en promedio durante el primer semestre de este año» (14). También ellos abrigan la duda hasta dónde «…es la revaluación producto de una revitalización del narcotráfico y de su consabido lavado de activos…?» (15). Además, como lo sostiene Mauricio Cabrera, es impensable haya alguna «… exportación legal que genere la traída al país de tal cantidad de billetes en rama» (16). Ello es más propio de las actividades ilícitas. No se puede, entonces, tapar el sol con las manos negando el influjo sobre la economía de los narcoeurodólares que han venido entrando a rodos al país y de los cuales no se puede sustraer, ya que el efecto piscina hace que el ingreso al torrente circulatorio enherbolándola irremediablemente.

El banco hace lo que puede

Hay que reconocer que la Junta directiva del Banco de la República ha sido esta vez más proactivo y ha sido diligente a la hora de tomar medidas tendientes a sofrenar la revaluación, que tanto daño le ha infligido al sector exportador. El año pasado el B de la R adquirió U$S 5.000 millones para atajar la revaluación sin lograrlo; en circunstancias normales otra cosa hubiera sido, a ella se le abona la buena intención. El sector cafetero, por ejemplo, dejó de recibir el año anterior la suma nada despreciable de $170.000 millones por culpa de la maldita revaluación, la cual de paso ha contribuido a que las importaciones, ahora más baratas, hayan capturado buena parte de la mayor demanda que ha estimulado los mayores ingresos. Claro que esta mayor demanda interna no sólo se orienta, en muy buena medida, al consumo de bienes importados, sino que ha contribuido al auge de los negocios de finca raíz en estratos altos, de la construcción de vivienda suntuosa y de vehículos lujosos y costosos (en el 2005 se vendieron 146.567 vehículos, 27.9% más que en el 2004), sobre todo en ciudades como Barranquilla y Montería, muy próximas al área de influencia de Santa Fe del Ralito, que se convirtió de la noche a la mañana en el epicentro de una febril actividad financiera que no tiene antecedentes. Entre tanto, el consumo de alimentos, a duras penas se acompasa con el ritmo de crecimiento de la población. La mayor demanda se ha concentrado en el consumo suntuario; ello explica que a pesar de que el consumo privado ha venido creciendo a un ritmo mayor, se pudo alcanzar la meta de inflación del año pasado, situándose esta en el 4.85%.

Esos polvos traen esos lodos

Y todo ello ocurre concomitantemente con el proceso de desmovilización de las autodefensas y se esta viendo estimulado por el blindaje que les significó a los testaferros el Decreto reglamentario de la Ley de Justicia y Paz (17). Cada vez es más patente, que los dineros calientes están perneando no sólo la actividad económica sino también la actividad social y política; la traquetización de Bogotá, de la que daba buena cuenta el alcalde Garzón es una cruda, cruel y cruenta realidad incontrastable. Es increíble que ante semejante problema, el Ministro de Hacienda y el Director de la DIAN pretendan lavarse las manos y salirse por la tangente con el socorrido argumento de que los U$S 3.104 millones no es que hayan entrado, sino que por el contrario salieron por los aeropuertos del país hasta donde fueron transportados por empresas especializadas. Acaso, si salieron no tuvieron que haber entrado antes por algún medio y por algún lugar? Por que, hasta donde sabemos Colombia tiene la fama de imprimir billetes falsos de toda denominación y de excelente calidad, pero no son esos propiamente los que están remesando las entidades financieras a sus cuentas en exterior. Como lo sostiene Javier Fernández Riva, «Los dólares en efectivo que las casas de cambio le vendieron a los bancos y que estos luego llevaron al exterior usando las transportadoras, son los que sobraron después de atender la demanda local de dólares en efectivo realizada, principalmente, por los viajeros…El efectivo no salió del país para pagar importaciones o deuda externa. Salió para depositarse en los bancos y poder incorporarse luego al mercado bancario mediante transferencias electrónicas, explotando la diferencia de precio entre la tasa bancaria y la del dólar billete» (18) Los voceros del gobierno, como Le Fígaro, se dirán para sí: «Ya que estos misterios se nos escapan, finjamos que los organizamos» Pero, ¿quién les cree?

Notas: 1) Ver: Amylkar D. Acosta M. Ajuste fiscal o desajuste estructural. Imprenta Nacional. Noviembre de 1999. 2) El Nuevo Siglo. Febrero, 1 de 2006. 3) Portafolio. Febrero, 1 de 2006. 4) El Nuevo Siglo. Febrero 1 de 2006. 5) Idem. 6) Idem. 7) Portafolio. Febrero, 2 de 2006. 8) Idem. 9) Portafolio. Enero, 31 de 2006. 10) Portafolio. Editorial. Marzo, 5 de 2004. 11) Portafolio. Marzo, 16 de 2004. 12) El Tiempo. Marzo, 16 de 2004. 13) Portafolio. Patricia Cárdenas. Febrero, 25 de 2004. 14) ANIF. Informe Semanal. Diciembre, 5 de 2005. 15) Idem. 16) Portafolio, enero 31 de 2006. 17) Artículo 13 del Decreto 4760 de 2005, reglamentario de la Ley 975 de 2005. 18) La República. Febrero, 3 de 2006.