El Proceso Bolivariano en su desarrollo ha tenido que enfrentar múltiples contradicciones complejas, entre las que resalta la férrea resistencia que le ha colocado el imperialismo norteamericano, junto a las oligarquías latinoamericanas y europeas, en todo momento. El Proceso Bolivariano está en primer lugar cumpliendo con un conjunto de objetivos que habían sido pospuestos desde […]
El Proceso Bolivariano en su desarrollo ha tenido que enfrentar múltiples contradicciones complejas, entre las que resalta la férrea resistencia que le ha colocado el imperialismo norteamericano, junto a las oligarquías latinoamericanas y europeas, en todo momento. El Proceso Bolivariano está en primer lugar cumpliendo con un conjunto de objetivos que habían sido pospuestos desde la Guerra de Independencia de inicios del Siglo XIX, de ahí su inspiración bolivariana, estos objetivos son: la independencia plena y soberana (política, económica, cultural, científica, etc.) de nuestra nación, la integración latinoamericana como garantía del fortalecimiento de la independencia real en la región, la fundación de una República Soberana y de Justicia Social, que garantizase la mayor suma de felicidad al pueblo, todo esto enmarcado en la superación de la contradicción principal en la fase avanzada imperialista del capital, la contradicción Nación-Imperialismo.
Este contexto ha implicado la necesidad de reivindicar valores nacionalistas, valores para cohesionar la identidad colectiva, lo que se ha traducido en un rescate de la memoria patria, de los símbolos históricos. De hecho la denominación bolivariana, expresa esa intención de rescatar los más altos ideales de la gesta libertaria, rescatar la autoestima como nación, para fortalecer el espíritu de las masas en la lucha revolucionaria.
Sin embargo, debemos cuidarnos del chauvinismo o nacionalismo burgués, ya que este es una tara ideológica común en el capitalismo. Al respecto Rosa Luxemburgo advertía, que la «misión inmediata del socialismo es la liberación espiritual del proletariado de la tutela de la burguesía, que se expresa a través de la influencia de la ideología nacionalista».
Por ello las revoluciones socialistas reivindican el internacionalismo, tal como ha insistido en reiteradas ocasiones el comandante Chávez, para quien patria es humanidad, siguiendo el ejemplo martiano.
La indolencia frente a los problemas de otros pueblos
Veamos un ejemplo de cómo se expresa el nacionalismo burgués: en los últimos años ha sido persistente la denuncia por parte de la derecha opositora, del supuesto despilfarro de recursos que impulsa el Gobierno Bolivariano con sus políticas de cooperación internacional. Para estos voceros retardatarios se ha tratado de una «regaladera de plata» destinada a comprar las conciencias y el respaldo de otros gobiernos del continente, con el agravante que en Venezuela siguen existiendo un conjunto de necesidades y problemáticas que deben ser prontamente solucionadas.
Se trata de una política de manipulación que ha causado cierta confusión en el seno de nuestra sociedad, hay compatriotas que algunas veces se quedan callados frente a estas acusaciones de la derecha, otros incluso se preguntan si realmente no se trata de un despilfarro que nos deja sin recursos importantes para resolver nuestras primeras necesidades, algunos afirman «¡si vas ayudar a arreglar la casa del vecino, por qué no arreglas antes la tuya!». He aquí un caldo de cultivo para el reaccionario nacionalismo burgués, que por cierto en Europa y Estados Unidos es usado para culpar a los inmigrantes de los efectos (desempleo, delincuencia, etc.) de la crisis global del capitalismo.
Las contradicciones con la oligarquía colombiana, cuidado con las provocaciones imperiales
Otro tema donde se ve con preocupación la excrecencia del chauvinismo, está relacionado con las contradicciones que han existido en los últimos años entre el gobierno reaccionario de Colombia y el gobierno bolivariano de Venezuela. Esta contradicción en la cual un sector de la oligarquía colombiana ha pretendido convertirse en instrumento del imperialismo norteamericano contra el Proceso Bolivariano, ha implicado una campaña mediática impulsada por los sectores burgueses, que pretende enemistar a los pueblos de ambos países. Frente a esto el presidente Chávez siempre ha insistido que el problema es con el gobierno colombiano y no con el pueblo de Colombia, sin embargo, uno escucha de vez en cuando a algunos compatriotas despotricando de los colombianos y las colombianas, cuando ya estos son parte sustancial de nuestra patria al sumar más de cuatro millones, que en muchos casos han hecho familia con nacidos y nacidas en Venezuela.
Cuidémonos de ese nacionalismo estrecho, recordemos que ante todo somos latinoamericanos caribeños, y el enemigo histórico es el mismo, el imperialismo, hoy especialmente estadounidense.
La revolución es internacionalista o no es revolución
La gesta bolivariana y la experiencia de más de 160 años de internacionalismo proletario, nos enseñan que una revolución debe romper el cerco internacional que le trata de imponer el imperialismo para asfixiarla desde afuera, y la mejor forma para hacerlo es el ejercicio de la solidaridad internacionalista, no solo por motivos estratégicos de sobrevivencia, sino también para coadyuvar que otros pueblos se liberen de la cadena imperialista.
En el caso de nuestro país, la consolidación de una Revolución Continental es una de las máximas garantías para la consolidación de nuestra Revolución Bolivariana, cualquier revés que sufra un país hermano que esté impulsando un proceso de cambios, es una derrota nuestra porque la lucha es la misma, el enemigo es el mismo, el Imperialismo Norteamericano, el Capitalismo.
Cuando hablamos de internacionalismo también nos referimos al hecho, de que el capitalismo pese a sus particularidades expresadas en cada realidad nacional, es un sistema mundial, con clases antagónicas con intereses comunes en todo el planeta, nos referimos por un lado a la burguesía hoy entrelazada transnacionalmente, por otro la clase trabajadora mundial hoy explotada de forma desigual. Gramsci alertó que la burguesía no tiene patria, sino bolsillos, por lo cual es absolutamente falso que exista una solidaridad íntegra entre la clase dominante y la clase dominada por motivo de nacionalidad.
Por otro lado, el problema de la solidaridad internacionalista es un problema ético, si nos duele la injusticia de un ser humano, nos debe doler cualquier injusticia que se cometa sea en el país que sea, he aquí una de las máximas morales proclamadas por el Che Guevara. El nacionalismo burgués es una forma de pensar egoísta que nos hace indolentes ante los problemas de los pueblos hermanos y nos condena al aislamiento, a la ignominia de ser una colonia.
Recordemos este principio enunciado por Rosa Luxemburgo: «No hay socialismo sin solidaridad proletaria internacional».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.