Ternium, la principal accionista de Sidor, es una monstruosa corporación capitalista. La familia Rocca, encabezada por el presidente de Ternium, Paolo Rocca, es quien dirige esta transnacional de la siderurgia. De acuerdo con sus propios datos, los costos laborales de la empresa representaron apenas el 10% del monto de las ventas en los años 2007 […]
Ternium, la principal accionista de Sidor, es una monstruosa corporación capitalista. La familia Rocca, encabezada por el presidente de Ternium, Paolo Rocca, es quien dirige esta transnacional de la siderurgia. De acuerdo con sus propios datos, los costos laborales de la empresa representaron apenas el 10% del monto de las ventas en los años 2007 y 2006, y el 9% en el 2005. Si se toma en cuenta que estos costos laborales incluyen las altísimas remuneraciones de los ejecutivos y directores, uno se puede hacer una idea de la enorme plusvalía que el capital extrae a los obreros metalúrgicos, estando las ventas del año 2007 por el orden de los 8.184 millones de dólares. Ese mismo año, alrededor de cincuenta ejecutivos y directores de Ternium obtuvieron 667 millones de dólares en ganancias en calidad de accionistas de la empresa, mientras que los salarios de más de veintidós mil trabajadores y empleados representaron 847 millones de dólares. Este último monto, sin embargo, no representa el nivel de ingresos de los obreros metalúrgicos, pues incluye los salarios de la alta burocracia administrativa. En Venezuela, esta transnacional controla el 90% del mercado interno, con lo cual se erige en un poderoso monopolio, que además es subsidiado por el Estado, quien le proporciona todos sus insumos a muy bajo costo y con contratos a largo plazo. (1)
Que el Estado subsidie al gran capital de diversas maneras, directas e indirectas, es una norma de todo régimen capitalista, al fin y al cabo ese Estado defiende los intereses comunes de la burguesía. También es cierto que la instrumentación de esa norma es el resultado de una serie de decisiones políticas que son responsabilidad de los gobiernos. En este gobierno hay responsabilidades concretas en la manera en que se materializa la relación del Estado con una transnacional que explota trabajadores venezolanos y aprovecha las enormes riquezas minerales del país. Esta relación se traduce no sólo en la negativa del gobierno a nacionalizar Sidor, pese a su anunciado compromiso de nacionalizar todo lo que fue privatizado durante la década neoliberal de los 90, sino también en todas las acciones del Ministerio del Trabajo a lo largo del conflicto entre los trabajadores y Ternium este año, incluyendo la amenaza de decretar una reincorporación forzada de faena en caso de que los trabajadores decidan ir a huelga; así como las acciones represivas de la Guardia Nacional, o la criminalización de la lucha sindical por parte del Ministerio Público. Es digna de reflexión la relación entre esas prácticas y una propaganda que presenta al mismo gobierno como revolucionario, socialista, y obrerista. Los incondicionales del gobierno juzgan la práctica a la luz de la propaganda: de esa manera, una política que favorezca a los capitalistas puede justificarse como parte de una supuesta estrategia revolucionaria, y cualquier lucha obrera que choque con esa política capitalista puede considerarse parte de una conspiración contrarrevolucionaria. Por esa vía argumentativa se ha llegado a descalificar, en medios estatales y el diario Vea, a las luchas más importantes de la clase obrera venezolana en los últimos tiempos, como la de Sidor, la de los petroleros en Anzoátegui el año pasado, la de Sanitarios Maracay, y muchas otras. Nosotros consideramos que el método debe ser el inverso: juzgar la propaganda a la luz de la práctica, lo que se dice a la luz de lo que se hace.
Quien se pone, en los hechos, del lado del capital, es contrarrevolucionario aunque se diga socialista. En Sidor, los trabajadores se han movilizado por un contrato colectivo digno, pero también por la inclusión en ese contrato de alrededor de 9000 trabajadores actualmente tercerizados, y finalmente por la nacionalización de la siderúrgica. Quien apoye las reivindicaciones justas de los trabajadores y procure enmarcarlas en la lucha por cambios estructurales que acaben con la explotación capitalista, estará cumpliendo una tarea revolucionaria.
Nota:
1.- Edgar A. Hernández; «Razones por las que SIDOR debe pasar a manos de los trabajadores venezolanos» (http://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a54212.html )
*Simón Rodríguez Porras es miembro del Colectivo Libre Aquiles Nazoa y del Movimiento por la Construcción de un Partido de los Trabajadores