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Los estados mexicanos reciben diez más dinero por remesas de emigrantes que por ingresos federales

Fuentes: La Jornada

Los migrantes dan a los estados expulsores de mano de obra más dinero del que les transfiere la Federación. Las remesas superan varias veces los ingresos que generan las propias entidades, lo que éstas reciben por los ramos 28 y 33 del presupuesto y en recursos para superación de la pobreza, señaló la consultora A-Regional. […]

Los migrantes dan a los estados expulsores de mano de obra más dinero del que les transfiere la Federación. Las remesas superan varias veces los ingresos que generan las propias entidades, lo que éstas reciben por los ramos 28 y 33 del presupuesto y en recursos para superación de la pobreza, señaló la consultora A-Regional.

Al comienzo del gobierno de Vicente Fox, señalan los analistas, los ingresos por remesas equivalían a 40.9 por ciento de lo que obtenía México por ventas de petróleo. El año pasado la proporción llegó a 70.5 por ciento.

En un estudio titulado Importancia de las remesas en las finanzas públicas estatales, la consultora destaca que en Guanajuato, Chiapas, Michoacán, estado de México y Aguascalientes los envíos de dinero son al menos 15 veces mayores a los ingresos propios de las entidades, y en el Distrito Federal, Jalisco, Aguascalientes, Baja California y Nuevo León superan más de diez veces los montos destinados al abatimiento de la pobreza.

El documento señala que el dinero que envían los migrantes a sus familias supera lo que México capta por turismo y por inversión extranjera directa (IED); además, se ha convertido en la segunda fuente de divisas para el país, es el principal paliativo para la pobreza en las entidades de mayor migración e incluso contribuye a mantener el consumo local, pues la mayor parte del dinero se usa para pagar comida, ropa y vivienda.

En los últimos cinco años, detalla el documento, las remesas han crecido a una tasa promedio anual de 26 por ciento, la mayor en 20 años, y su participación en el producto interno bruto (PIB) se incrementó de 1.2 en el año 2000 a 2.8 por ciento en 2004. Los envíos recibidos en el primer trimestre fueron 20.5 por ciento superiores a los del mismo periodo de 2004.

El año pasado México recibió 16 mil 612 millones de dólares en remesas, casi el doble de lo captado por turismo y 10 mil 900 millones de dólares más que la inversión extranjera directa de ese año.

En Michoacán, Chiapas, Guanajuato, Zacatecas y Oaxaca las remesas equivalen, en promedio, a más de 8 por ciento del PIB estatal. En Michoacán aportaron 17.4 por ciento de la riqueza local y en Chiapas 16.1 por ciento. En cambio, en Campeche, el Distrito Federal, Nuevo León, Colima y Baja California Sur contribuyen con menos de 0.75 por ciento.

La consultora destaca que la incapacidad de los gobiernos locales para generar recursos propios se debe principalmente a la debilidad del crecimiento económico, pero también a que las autoridades locales no recaudan más.

Los recursos del ramo 28 representan 90 por ciento de los ingresos totales de los estados, y las transferencias del ramo 33 se destinan a educación, salud, infraestructura básica, seguridad pública y fortalecimiento financiero.

En Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Zacatecas y Oaxaca, los ingresos por remesas llegan a ser 150 por ciento superiores a lo que esas entidades reciben por transferencias del Ramo 28.

Mientras, en el Distrito Federal Jalisco, Aguascalientes y Morelos los envíos del extranjero son por lo menos dos veces mayores a lo que estas entidades reciben por el Ramo 33 y cuatro veces más de los destinado a superación de la pobreza (programa Oportunidades, Programa Compensatorio para la Educación y Programa de Empleo Temporal).

El Distrito Federal, Jalisco, Aguascalientes, Baja California y Nuevo León reciben por remesas al menos diez veces más de lo que les asigna la Federación para abatir la miseria.

Los analistas concluyen que el aumento de las remesas se debe a la creciente expulsión de trabajadores por falta de empleo, la pérdida de competitividad de México, el bajo crecimiento económico y la incapacidad del país para adaptarse al actual esquema mundial de desarrollo.