En la alocución presidencial del 22-08-2015, donde el alto gobierno celebró los diez años del Plan Siembra Petrolera, Nicolás Maduro se agarró de la mano de tres venezolanos que según su óptica, son el faro que debe alumbrar nuestra política petrolera del presente y del futuro; nos referimos a Salvador de la Plaza, Arturo Uslar […]
En la alocución presidencial del 22-08-2015, donde el alto gobierno celebró los diez años del Plan Siembra Petrolera, Nicolás Maduro se agarró de la mano de tres venezolanos que según su óptica, son el faro que debe alumbrar nuestra política petrolera del presente y del futuro; nos referimos a Salvador de la Plaza, Arturo Uslar Pietri y Juan Pablo Pérez Alfonso. A estos pensadores, a los cuales debemos añadir a Rómulo Betancourt como eminencia gris que estaba muy por encima del trio en comento, le debemos ese engendro monstruoso que se ha denominada VENEZUELA RENTISTA, o también capitalismo rentista venezolano.
Salvador de la Plaza fue un pensador de la llamada izquierda marxista, muy prolijo en las investigaciones sobre la cuestión petrolera venezolana, pero que paradójicamente, no entendió lo elemental de la misma, o sea, no percibió que el ingreso que recibía el país del mercado mundial por la exportación de barriles de petróleo, en sana economía política, se denomina RENTA DEL SUELO, tal como lo determinaron los economistas clásicos y Carlos Marx. Al no entender la especificidad del ingreso petrolero percibido por el país, quedo demostrado que este autor era portador de un inmenso obstáculo epistémico que le impedía ir al fondo de la problemática petrolera venezolana. En consecuencia no fue nada raro que De La Plaza terminara en los brazos de la economía política neoclásica, cuando abrazó la tesis de que el petróleo tenía valor intrínseco, es decir, el petróleo era un capital natural. Esta tesis también fue defendida por Arturo Uslar Pietri, quien además propuso que este capital se sembrara en la sociedad venezolana para abrirle las puertas al desarrollo capitalista. En esta óptica los únicos que podían administra bien el capital natural petróleo era, por supuesto, la burguesía criolla.
Fue Juan Pablo Pérez Alfonso quien se encargó de transmitir las ideas petroleras de Rómulo Betancourt; se inició como un feroz defensor de la renta petrolera y del nacionalismo petrolero, para terminar su vida condenándonos por percibir una renta bastarda de ese recurso natural llamado el ESTIÉRCOL DEL DIALBLO. De esta tesis se agarrarían los meritócratas de PDVSA, para entregar nuestro petróleo a las multinacionales en la llamada Apertura Petrolera. Lo interesante de las ideas petroleras de este trio es que conducen a una desvalorización de nuestro principal recurso natural y a que renunciemos a nuestra condición de percibidores de renta petrolera en favor del capital transnacional. Hoy cuando tenemos las reserva
El presidente Maduro heredó del Comandante eterno esta confusión petrolera, y nos duele verlo rompiendo lanzas a favor de un trio de pensadores que están diametralmente opuestos a la soberanía petrolera socialista. La siembra del petróleo se dio en este país de mano de la llamada burguesía nacional y sus resultados no pueden ser más nefastos. De manera que si queremos lograr una sociedad socialista, debemos independizarnos del pensamiento de Uslar, y de las ideas de Rómulo Betancourt que la izquierda marxista-leninista copió en toda su extensión.
En atención a que defendemos esta revolución y damos todo nuestro apoyo al Comandante Maduro, le rogamos que trascienda las ideas petroleras de ese trio pro-burgués, y se afinque en los aportes del marxismo clásico donde están las herramientas epistemológicas para descifrar la cuestión petrolera nacional. El presidente como parte del Plan Siembra Petrolera, debe decretar una Misión Robinson petrolera, dónde le ponga fin a la historia del petróleo venezolano contada por pensadores que siempre tuvieron clara su defensa de los intereses estratégicos de la burguesía nacional y mundial. Ha sonado la hora de interpelar las contribuciones de la izquierda criolla en materia petrolera, para no seguir dando bandazos en esta materia.
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