En los últimos meses, países como China, Singapur, Kuwait, Arabia y los Emiratos Arabes se están quedando con acciones de bancos líderes. En los países centrales hay temor por el avance.
La crisis financiera de Estados Unidos se ha convertido en una gran oportunidad para los Sovereign Wealth Funds, fondos estatales a través de los cuales los países petroleros y asiáticos han comenzado a comprar bancos en problemas. En los últimos meses, China, Singapur, Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Kuwait y Qatar utilizaron ese instrumento financiero para quedarse con acciones de entidades líderes como Merrill Lynch, Citigroup, Morgan Stanley, Bear Stearns y UBS. Antes utilizaban los recursos provenientes del superávit comercial para comprar bonos del Tesoro estadounidense, pero la baja rentabilidad de esa inversión los llevó a asumir mayores riesgos para incrementar sus ganancias. La movida genera todo tipo de paranoias en las potencias centrales donde algunos ven el desembarco como un riesgo para la seguridad nacional.
Los fondos de los países emergentes no son nuevos y los temores que despiertan tampoco. La revista The Economist, que dedicó la tapa de su último número a analizar la «invasión» de los Sovereign Wealth Funds, señala que el primero fue creado por Kuwait en 1953 y le sirvió a ese país para comprar en 1987 más del 20 por ciento de la British Petroleum. Sin embargo, la entonces primer ministro Margaret Thatcher no lo toleró y obligó a la firma a vender más de la mitad de esas acciones, dejando para otro momento la reivindicación del libre mercado. Ahora el debate ha vuelto porque la suba del precio del petróleo y de las materias primas le otorgó a los países emergentes una liquidez extraordinaria que se está canalizando a través de los fondos soberanos.
El fondo Abu Dhabi Investment Authority, controlado por el jeque Khalifa bin Zayed Al Nahyan, gobernador de los Emiratos Arabes, desembolsó en diciembre 7500 millones de dólares por acciones convertibles del Citigroup, con un rendimiento del 11 por ciento anual, que podrá canjear por el 4,9 por ciento de las acciones ordinarias de la compañía a partir de 2010. Este es el fondo gubernamental más grande, con activos por 875.000 millones de dólares que incluyen acciones en casinos y empresas de productos electrónicos, entre otras.
El gobierno chino también es protagonista en los países centrales. Compró el 10 por ciento del capital del fondo estadounidense Blackstone por 3300 millones dólares a través de la sociedad estatal de inversiones, desembolsó 2200 millones de euros por el banco británico Barclays con dinero del China Development Bank, destinó otros 5000 millones para adquirir el 9,9 por ciento de las acciones de Morgan Stanley y también busca quedarse con el 9,9 por ciento de las acciones de Bear Stearns.
Otro que pisó fuerte es el gobierno de Singapur. En diciembre, invirtió 4400 millones de dólares a través del fondo Temasek para ingresar como accionista de Merrill Lynch, donde también pusieron un pie los grupos Korean Investment Corporation, Kuwait Investment Authority y el japonés Mizoho Corporate Bank. Además, Singapur desembolsó 6880 millones en el Citi, 6800 millones en la Unión de Bancos Suizos por intermedio del fondo GIC, en este último caso junto a un inversor saudí desconocido, y cuenta con inversiones en tres grandes bancos chinos: ICBC, China Construction Bank y Bank of China.
En Estados Unidos ya ofrecieron resistencia al capital extranjero cuando la compañía estatal China National Offshore Oil Corporation se quiso quedar con la petrolera californiana Unolocal y cuando la firma DP World, propiedad del gobierno de Dubai, intentó controlar algunos puertos, como los de Nueva York y Nueva Jersey, a través de su ingreso en P&O’s. Ahora prometen que no se quedarán de brazos cruzados. Un ex funcionario citado en The Economist sostiene que en Washington están «muy alertas» y que el debate generado acerca de estos fondos es el preludio de una acción contra ellos.