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Los golpes en Brasil y el motivo similar por el cual Wall Street derrocó a Dilma y al golpista golpeado Temer

Fuentes: Rebelión

El golpe de Brasil, que eliminó del poder a la presidente electa Dilma Rousseff en, objetivamente, mayo de 2016, es un golpe del trabajo improductivo contra el trabajo productivo. Su centro sísmico parasitario-especulativo es: Wall Street; sus satélites son: Departamento de Justicia gringo, CIA, FBI, embajada gringa en Brasil; Globo (TV y prensa escrita), Poder […]

El golpe de Brasil, que eliminó del poder a la presidente electa Dilma Rousseff en, objetivamente, mayo de 2016, es un golpe del trabajo improductivo contra el trabajo productivo. Su centro sísmico parasitario-especulativo es: Wall Street; sus satélites son: Departamento de Justicia gringo, CIA, FBI, embajada gringa en Brasil; Globo (TV y prensa escrita), Poder Judicial brasileño, incluyendo al Ministerio Público y a la Policía Federal, así como a los satélites de los satélites como son los otros medios corporativos: Veja, Folha de São Paulo, Record, SBT, además del lumpen de la clase media.
Y de ahí, usted preguntará: ¿eso explica la caída de Temer? Por increíble que parezca, por causa de Wall Street. Temer cae, abandonado por la TV Globo, que lo puso en el poder, por los mismos dos motivos objetivos (¡es la economía, so idiota!) de Dilma Rousseff, a saber: pretendía bajar las tasas de interés para estimular el crecimiento de la economía, así como pasó con Dilma, cuando efectivamente enfrentó a Wall Street, entre 2012 y el primer trimestre de 2013, bajando los intereses al menor promedio de la historia brasileña, cuando el Copom, redujo la tasa Selic a menos del 8% anual.
La osadía de Dilma Rousseff, al bajar las tasas de interés como nunca, llevó a Wall Street a activar sus satélites para la realización de las Jornadas de mayo/junio de 2013, nuestra Primavera Árabe brasileña; nuestra revolución de colores producida para decretar el regime change, o cambio de régimen, cuyo efecto objetivo se realizó dos años después, en 2016, porque, aunque haya ganado las elecciones presidenciales en 2014, perdió su base de apoyo en el Congreso, ahora básicamente constituida, como bomba de relojería activada en mayo/junio de 2013, por la bancada del buey, de la bala, de la Biblia y de los medios (BBBM) que explotó su gestión, imposibilitándola de gobernar para, a continuación, debilitada, sin apoyo popular, decretar su salida de la escena política (que en muy poco se diferencia de la del teatro) por un golpe jurídico-mediático-congresístico.

El primer motivo del fin del gobierno elegido Dilma Rousseff y del golpista golpeado Michel Temer
El caso del fin del desgobierno golpista Temer, su caída, se explica no por el «fuera Temer» que se volvió la frase de orden de las calles, sino porque, tras bastidores, estaba determinado a bajar los intereses, tanto que la tasa aplicada por los dos mayores bancos públicos, Banco del Brasil y Caja Económica, se aproxima hoy a aquella llevada a cabo por la gestión de la presidente electa, Dilma Rousseff.Bajo este punto de vista, no será casual que la TV Globo, ese nuestro Mago de Oz, que habla alto siendo pura proyección espectacular, esté ahora trabajando para que no haya elecciones directas y que el sustituto de Temer sea votado indirectamente por el Congreso más lumpen de toda la historia parlamentaria brasileña, elegido, se insiste, gracias a la revolución de colores de mayo/junio de 2013, orquestada para derribar a Dilma Rousseff aún en su primer mandato y, como siempre, festejada como una legítima revolución por la izquierda colonizada del Brasil y, en cierto sentido, del mundo.


El segundo motivo: el capital productivo
El otro motivo de la caída del golpista Temer (está medio muerto, no puede renunciar porque será puesto preso de inmediato) también está en la base del golpe orquestado contra Dilma Rousseff, por Wall Street, a saber: el capital productivo.
Es importante subrayar este punto porque explica no solo la promesa de Temer, a los representantes del capital productivo, de bajar la tasa Selic más y más, sino también un disenso fundamental entre los golpistas, considerando una diferencia irreconciliable entre sus respectivos lados productivos e improductivos, los cuales pueden ser llamados así: los golpistas del capital improductivo, satélites de Wall Street; y los golpistas del capital productivo, sobre todo aquellos implicados con los agro negocios.
Este sector del capital productivo de la economía brasileña, em tanto históricamente colonizado, no solo acató el golpe orquestado por Wall Street, sino también participó directamente de su realización, como lumpen del capital improductivo internacional, por lo menos en los siguientes momentos históricos del Brasil:

1) al final del Imperio, con el advenimiento de la República, en el siglo XIX, durante el reinado de Pedro II, golpeado en este contexto por el capital especulativo de Inglaterra y de EE.UU, como señaló Caio Prado Junior, en Historia económica del Brasil, libro indispensable publicado en 1945;

2) golpeado en 1930, inaugurando el gobierno provisorio de Getúlio Vargas, habiendo sido la cabeza visible del golpe que decretaría el fin de la era del café con leche, marcada por el cambio entre presidentes, ora «enrollándose» con el poder de los mineiros, que representaban la leche; ora con los paulistas, que representaban el café, no siendo casual que café y leche, por sí solos, remitan al sector productivo de la economía, ahora de nuevo derrotado (claro, en un momento estimulado) por el capital improductivo básicamente gringo e inglés;

3) golpeado en 1954, «todo lo sólido se desvanece en el aire», esa vez derribando al propio rostro del golpe anterior, Getúlio Vargas, quien acabó matándose (o fue asesinado) porque, aunque haya emergido en 1930, a consecuencia del golpe del capital improductivo, en cierto sentido lo traicionó porque fue el protagonista del proceso de industrialización brasileño no pudiendo llevarlo adelante cuando finalmente era un presidente legítimo, elegido por el pueblo, preciso, ahora, básicamente en función de la presión de Wall Street, en consorcio, esta vez, con el sector improductivo mediático;

4) golpeado en 1964, cuando João Goulart era el presidente, nuestro primero de centro-izquierda, no cabiendo mayores explicaciones, en este obvio contexto ideológico, sobre los motivos que llevaron al lumpen empresariado brasileño del sector improductivo internacional, en tanto colonizado, a ahorcarse (relativamente, cómo no) en un golpe, como el actual, patrocinado por Wall Street.

Todos esos golpes, históricamente son la razón sisífica [1] de nuestras tragedias, como pueblos colonizados, del siglo XIX hasta el momento histórico. En todos ellos, el sector improductivo de la economía mundial, con la presencia hegemónica de la banca inglesa y gringa, aunque en un momento específico haya estimulado al sector productivo, desde que actuara como lumpen, enseguida lo derrota, porque, cuando comienza a quedar más independiente, le arranca las alas, siendo ese el motivo de todos los golpes ejemplificados.

La dialéctica de la dependencia

A partir de aquí, en diálogo con Ruy Mauro Marini en La dialéctica de la dependencia (1973), un argumento se hace necesario: porque somos históricamente partes de una economía dependiente de la metrópoli desde la era del sistema colonial portugués, nuestro sector productivo siempre fue regiamente controlado por su posición de agregado del sistema colonial. En un primer momento, del europeo, con Portugal y después con Inglaterra para, desde la II Guerra Mundial, ratificarse como agregado del sistema colonial estadounidense. 

Esta condición de agregado del sistema colonial de nuestro «sector productivo», siempre en diálogo con Ruy Mauro Marini, le prohíbe claramente al Brasil: 1º. Disputar el mercado internacional; 2º. Estimular el consumo popular interno, valorizando solo el consumo de lujo para nuestras élites colonizadas. 

Pues bien, fuimos golpeados de nuevo. El capital improductivo, esta vez el del sistema colonial gringo, nos atacó una vez más, y siempre lo hará si no nos preparamos para defendernos, con base en dos motivos históricamente constituidos por la división internacional del trabajo: 1) porque los gobiernos de Lula da Silva y de Dilma Rousseff osaron estimular al sector productivo de la economía brasileña, proyectándola al mundo, en concurrencia con el centro colonizador; 2) porque estimularon, al aumentar salarios, el consumo popular interno, sobre todo teniendo en cuenta una política pública de estímulo al aumento continuo del salario mínimo.  

Fuera de toda ingenuidad, en lo que dice respecto al combate contra la corrupción, en este contexto, la Operación Lava Jato fue creada con un objetivo claro: condenar los dos «crímenes» cometidos por las gestiones peteístas: la del estímulo al sector productivo, al poner al BNDS, el entonces mayor banco público del mundo en inversión para el desarrollo, a financiar la internacionalización de la economía brasileña; y el «crimen» de haber estimulado el consumo popular, sin dejar de calentar, como nunca, el consumo de lujo, derivando de ahí también la vulnerabilidad del y para el golpe, porque este tipo de consumo elitista está directamente vinculado al estilo de parasitismo del sector improductivo del sistema colonial en cuestión, lo que contamina a toda la sociedad, alienándola.

Todos los exponentes empresariales y políticos conducidos ilegalmente, presos ilegalmente por la Operación Lava jato y, en consecuencia, ilegalmente torturados para, en esa condición, delatar nuestros «crímenes», sin excepción, estaban implicados con la internacionalización de la economía brasileña, siendo esos sus «crímenes de base», considerando el orden colonial y la prevalencia del capital monopólico, con la hegemonía del improductivo, que siempre fue nuestro infierno. 

Por lo tanto, la implacable persecución a Lula nada tiene que ver con corrupción, sino con el hecho objetivo de que él, en persona, se haya arremangado y vuelto una especie de «embajador» (aprovechando su fama internacional, al término de su segundo mandato) de la internacionalización del sector productivo de la economía brasileña, incluso estimulando el crecimiento de valor agregado, con la incorporación de nuevas tecnologías y el objetivo de actualizar las fuerzas productivas brasileñas. 

Él está siendo juzgado por la Operación Lava Jato solo por eso, aunque ese «solo» sea um crimen inaceptable, bajo el punto de vista, ahora, del sistema colonial yanqui.

Dicho esto, la diferencia del golpista, Temer, con Dilma Rousseff, además del hecho del golpe en sí, tiene que ver con lo que Ruy Mauro Marini, nuevamente en diálogo con La dialéctica de la dependencia, llamó superexplotación, término que define la condición del empresariado nacional colonizado en el ámbito de las economías dependientes, como la brasileña. 

Siéndole prohibido disputar el mercado internacional y, conforme señaló Rosa Luxemburg en Acumulación del capital (1913) que el capitalismo es imposible si no actúa internacionalmente, explorando otras economías, sólo le quedó una salida al sector productivo brasileño: superexplotar a los trabajadores nacionales, resultando de ahí todas las propuesta presentadas por el golpista/chupasangre Drácula Temer: la PEC-55, que congela los gastos públicos (desde luego, no para el sector financiero) por 20 años; el fin de la Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT) [2], que garantice un mínimo de dignidad a los trabajadores; fin del sistema de Seguridad Social, con el consecuente fin de la jubilación.

Evidentemente, esta es uma gran diferencia entre los gobiernos peteístas y el del ilegítimo Temer, sin contar la ampliación del consumo interno, también abandonada por quien ahora resultó «víctima de una partida de bandidos» (dicho por el mismo Drácula Temer), en cumplimiento de las dos órdenes establecidas, históricamente, por la división internacional del trabajo: es prohibido disputar el mercado internacional; es prohibido estimular el consumo interno popular.  

No obstante esto, Temer cayó sobre todo porque, pressionado por el lumpen empresariado brasileño a bajar la tasa básica de intereses, comenzó a señalar positivamente que iría a hacerlo.

Y esto está absolutamente prohibido por Wall Street, habiendo sido el motivo fundamental, la gota de agua que rebasó la copa tanto del fin del legítimo Gobierno Dilma, como el de su sucesor golpista, Michel Drácula Temer: this, from Transilvania, made in USA, to Brazil, and Now Goes to Hell by the Way of Interest Rates [3].

 

Notas:

[1] Relativa al mito de Sísifo, el hombre condenado a llevar una piedra hasta lo alto de la montaña para verla caer de nuevo y volver a emprender de nuevo la tarea: una metáfora sobre cómo aquél no tiene nada asegurado, salvo la muerte, y tiene que empezar de cero cada día.

[2] La CLT es una norma legislativa de reglamentación de las leyes referentes al Derecho del Trabajo y del Derecho Procesal del Trabajo en Brasil. Fue aprobada por el Decreto-Ley N° 5.452 del 1°/mayo/1943 y sancionada por Getúlio Vargas, el presidente de la época.

[3] Este, de Transilvania, hecho en USA, para Brasil, y ahora al infierno por el camino de las tasas de interés.


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