Durante un largo tiempo, los grandes grupos económicos han sido la forma de organización corporativa dominante en América Latina. Tal como menciona Grosse (2007), estos grupos se caracterizan por estar controlados por un pequeño número de inversores – típicamente por una o dos familias- y por lo ampliamente diversificadas que se encuentran sus actividades. En […]
Durante un largo tiempo, los grandes grupos económicos han sido la forma de organización corporativa dominante en América Latina. Tal como menciona Grosse (2007), estos grupos se caracterizan por estar controlados por un pequeño número de inversores – típicamente por una o dos familias- y por lo ampliamente diversificadas que se encuentran sus actividades.
En la región, los grandes grupos económicos dominan buena parte de las industrias nacionales, exceptuando el sector de hidrocarburos, donde las empresas estatales tienden a ser predominantes. Además, la influencia de estos grupos y de las multimillonarias familias que, por lo general, están tras de ellos, trasciende el ámbito económico e incide directamente en las decisiones políticas que se adoptan en sus países.
Si echamos un vistazo al ranking de las mayores empresas de América Latina en 2014 encontraremos que dieciséis de las veinticinco mayores empresas de la región, pertenecen a grandes grupos económicos locales. A su vez, estos grupos están controlados mayoritariamente por individuos o por ciertas familias. La mexicana América Móvil, por ejemplo, cuarta empresa más grande de la región en 2014 (detrás de tres petroleras estatales), pertenece al grupo Carso, controlado por Carlos Slim, uno de los diez hombres más ricos del mundo. El grupo Carso controla, además, empresas en el sector comercial, industrial, aeronáutico, de telecomunicaciones, entre otros. La brasileña JBS Friboi, líder en la venta de carne y sexta en el ranking regional, es controlada por la familia Batista a través del grupo JBS. La argentina TECHINT, que opera en el sector siderúrgico y de metalurgia y que es duodécima en el ranking, es controlada por Paolo Rocca. En Chile, Empresas Copec, decimoquinta en el rankingregional, es controlada por la familia Angelini, a través del grupo del mismo nombre.
Pero el capital de los grandes grupos económicos de la región no solamente se concentra en la industria o en el comercio, sino también en el sector financiero y en el sector de la comunicación (entre otros). Por ejemplo, de los veinticinco mayores bancos de la región, según el listado de América Economía para el año 2017, doce son de propiedad privada local, mayoritariamente en manos de grandes grupos económicos. El banco brasileño Itaú, por ejemplo, que es el banco privado más grande de América Latina, pertenece al grupo Itaúsa, con participación en el sector inmobiliario, financiero, químico, entre otros. A su vez, el grupo Itaúsa es controlado mayoritariamente por dos familias: Setubal y Villela. En México, el banco privado más grande, Banorte, pertenece al Grupo Financiero Banorte, controlado en buena parte por la familia Gonzalez Barrera.
Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de América Latina. De hecho, el que una notoria cantidad de empresas estén controladas por grupos locales, usualmente familiares, ha sido observado en algunas partes de Europa, Asia y otras regiones del mundo, como lo señalan Faccio y Lang (2002) y Morck, Wolfenzon y Yeung (2005). Una causa probable para ello es que los mercados de capitales no están tan ampliamente desarrollados en estos lugares como sucede en países como Estados Unidos.
Adicionalmente, en América Latina, al igual que en otras regiones en vías de desarrollo, el financiamiento para nuevos emprendimientos suele provenir de la propia riqueza familiar de los empresarios. Esta situación, que tiende a persistir, pone límites a la entrada de nuevos competidores, ocasiona la aparición de monopolios y permite la expansión de los grupos económicos a otros sectores diferentes a aquellos en los que se iniciaron.
Este problema, si bien es parcialmente ocasionado por la desigualdad estructural que ha caracterizado a América Latina desde tiempos de la colonia, contribuye también a reforzar la misma. El problema se agrava cuando consideramos que los extremos niveles de desigualdad de renta y de riqueza en la región son una amenaza sobre el crecimiento sostenible, sobre la cohesión social y representan un serio desafío a la democracia. De hecho, el que existan altos niveles de concentración de riqueza implica que también existan altos niveles de concentración de poder político en la región.
La influencia de los multimillonarios y de los grandes grupos económicos en América Latina se extiende, por tanto, mucho más allá de la esfera económica. Hay una gran variedad de casos en que muchos de los grupos económicos más poderosos de la región han utilizado su poder para incidir en las decisiones políticas nacionales, para obtener protección gubernamental o para acceder a información privilegiada. Sus medios de comunicación suelen ser usados para promover sus intereses y su posición privilegiada para defender su statu quo. Pese a todo ello, llama la atención el hecho de que muy pocas de las empresas de propiedad de estos grupos destaquen en el listado de las más grandes a nivel global.
Pablo Quiñonez Riofrío, @paquinonez , investigador CELAG.
Referencias:
Faccio, M., y Lang, L. (2002). The Ultimate Ownership of Western European Corporations. Journal of Financial Economics, 65(3), 365-395.
Grosse, R. (2007). The Role of Economic Groups in Latin America. En R. Grosse & L. Mesquita (Eds.), Can Latin American firms compete? Oxford: Oxford University Press.
Morck, R., Wolfenzon, D., y Yeung, B. (2005). Corporate Governance, Economic Entrenchment, and Growth. Journal of Economic Literature, 43(3), 655-720.
Fuente: http://www.celag.org/los-grandes-grupos-economicos-america-latina/