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Los mercados preguntarán: ¿quien nombró al saboteador?

Fuentes: La Vanguardia

¿Cómo reaccionarán los inversores en deuda española a los últimos indicios de que pueda existir una gigantesca cuenta B en las finanzas del Partido Popular (un slush fund, según la siniestra frase inglesa, siempre relacionada en el imaginario occidental con Watergate, que empieza a aparecer en los titulares de la prensa estadounidense )? Es una […]

¿Cómo reaccionarán los inversores en deuda española a los últimos indicios de que pueda existir una gigantesca cuenta B en las finanzas del Partido Popular (un slush fund, según la siniestra frase inglesa, siempre relacionada en el imaginario occidental con Watergate, que empieza a aparecer en los titulares de la prensa estadounidense )?

Es una cuestión clave . Porque si los inversores pierden aquel apetito de riesgo recuperado a duras penas en los últimos meses , y la prima de riesgo vuelve a subir, el peligro para el futuro de Mariano Rajoy será mucho mayor que el que supone el ex tesorero de su partido Luis Barcenas.

En otras circunstancias, otro escándalo de corrupción en España resultaría anecdótico para los «vigilantes» del mercado de bonos que entienden muy bien la necesidad de crear cuentas B en la sombra y pagar sobresueldos millonarios a quienes les pueden facilitar la labor de optimar los retornos sobre una inversión. Pero este escándalo puede haber llegado en el peor momento; en un punto de inflexión en los mercados financieros. Es más, puede poner en entredicho otra vez la capacidad para gobernar de un partido que reconoce haber nombrado a un presunto delincuente como su tesorero.

Los gobiernos españoles en vías de crisis terminal suelen recurrir a las teorías de conspiración. En el caso de Jose Luis Rodríguez Zapatero se trataba de una conspiración «anglosajona» de mercados, agencias de calificación y diarios como el Financial Times. En el caso del portavoz del PP Maria Dolores del Cospedal, no hace falta ir tan lejos como la City londinense para encontrar a unos pérfidos conspiradores. Ahora se trata de un enemy within (enemigo interior) y los diarios culpables son españoles (El País). Cospedal llegó a insinuar que la publicación por El País de los documentos que indican la existencia de una cuenta B, responde a un deseo de sabotear la recuperación de la credibilidad española en los mercados de deuda. Los conspiradores golpean, «justo cuando remontamos», dijo.

Pero lo cierto es que muchos traders ya creían que el repunte de la deuda española estaba tocando su fin incluso antes del escándalo. Los mercados vuelven a contemplar las consecuencias desoladoras de la austeridad sobre el crecimiento y el empleo y, por tanto, la sostenibilidad de la deuda , así como la ausencia de un plan europeo de recapitalización de la banca para romper el enlace «pernicioso» (FMI dixit) entre banca y deuda soberana. Pierde fuerza el efecto «virtual » del programa de transacciones monetarias completas (OMT) , o sea el compromiso de comprar bonos españoles, del BCE. Wolfgang Munchau recuerda estas ausencias en su columna del FT hoy.

«Lo cierto es que está perdiendo gas ahora mismo y creo que habrá un problema si los mercados empiezan a vender porque España no ha entrado oficialmente en la OMT de modo que estas acusaciones sobre Rajoy pueden complicar eso», me dijo el domingo Peter Tchir , gestor del hedge fund TF Market advisors en Connecticut .

Las últimas señales de deterioro financiero, son una subida de 22 puntos básicos del tipo sobre el bono a diez años hasta 5,42%, el mas alto desde mediados de diciembre que puede convertirse en una subida de los costes de financaición para la enorme cantidad de deuda española que se tiene que emitir este año. Commerzbank advirtió sobre posibles «consecuencias devastadoras» del escándalo y aconsejó vender deuda española conforme «los riesgos políticos aumentan», segun Reuters. Barry Eichengreen, experto en sistemas monetarios, notó en una conversación que mantuvimos en Davos hace semana y media que «de la misma manera que los mercados sufren excesos de pesimismo atraviesan momentos de optimismo excesivo. Este puede cambiar de la noche a la mañana».

Es poco probable que los indicios de corrupción galopante en el partido gobernante español, ya de por si , desencadenen el cambio radical de sentimiento que Eichengreen vaticina. Pero, hay algo que no se ha comentado en los ríos de tinta gastados sobre el caso Barcenas, que sí puede deteriorar otra vez la imagen del gobierno del PP que se percibe en los mercados. La competencia de Mariano Rajoy como gestor.

Esta competencia se puso en entredicho inmediatamente tras tomar el PP las riendas del gobierno en el 2011 debido a una política de comunicación desastrosa. Rajoy adoptó un tono desafiante respecto a los objetivos del déficit que levantó ampollas en Bruselas. Se realizó una gestión desastrosa de las percepciones del grado de resistencia de la banca para soportar una segunda recesión, que acabó con la sorpresa del agujero de Bankia. Se desacreditó de manera temeraria al Banco de España. Se dio un mensaje confuso respecto a como se recapitalizaríala banca y con qué fondos. En general, Rajoy dio la impresión de ser un líder distante, desconectado y escasamente informado sobre la forma de comunicarse en el lenguaje complejo y nada lineal de los mercados financieros. Durante la Eurocopa de fútbol, su decisión de ir a un partido de la selección española en plena crisis le convirtió en objeto de burla de los comentarios financieros en Wall Street y la City. Luego, esta impresión de un gobierno inepto en su gestión de comunicación ante los mercados, fue reforzado por la negativa de España a apuntarse al programa de transacciones monetarias( OMT) del BCE (el apoyo alemán a este rechazo al programa que Mario Draghi había arrancado heroicamente de las garras del Bundesbank, reforzó la sensación de que Rajoy no sabia quien era su amigo y quien su enemigo) . Eichengreen resumió todo esto al decir que España tiene un problema de «competencia de gobernación».

Posteriormente, una vez que Draghi hubiese confirmado su oferta generosa de «hacer lo que sea necesario» para salvar euro, los centros de poder financieros empezaron a apreciar la parquedad de Rajoy . Su repetición del lugar común sobre el gallego en la escalera citado en una entrevista con el Financial Times a principios de año fue interpetado por algunos lectores en Londres como la prueba de un líder a la altura de los mercados por inescrutabildad maquiavélica.

Pero cuando lideras un país que atraviesa una crisis tan grave como la española, las percepciones oscilan rápidamente entre astucia y autismo. Por eso, cualquier señal que refuerza una impresión de Rajoy como poco competente puede hacer mucho daño. ¿Cuál puede ser esa señal? Pues, por ejemplo, el hecho de que en el 2008 eligiera como tesorero de su partido a un tipo como Luis Barcenas, cuya melena agominada y patillas dickensianas dificilmente no provocarán inquietud en la City, Francfort, y en Wall Street, aunque los brokers entiendan perfectamente la lógica de aquellos 200 millones en Suiza. Porque la única defensa que le queda al gobierno español será tachar de canalla y loco -un saboteador que quiere hundir a España en el momento en el que remonta- a la persona que Rajoy eligió como máximo responsable de las cuentas de su partido. Dado este criterio de selección , ¿quienes en el ciclotímico mundo de la deuda soberana, se fiarán de la capacidad de Mariano Rajoy para elegir al equipo responsable de las precarias cuentas de España y para hacer lo que ellos creen necesario para salir de al crisis?

El Wall Street Journal advierte hoy: «Si sigue el malestar por las acusaciones, podría restringir la capacidad del gobierno para llevar a cabo más medidas de austeridad (..) y esto puede inquietar a los inversores». Con advertencias como ésta , la «conspiracion» vuelve a cruzar fronteras, y el cambio de sentimiento en los mercados ya está en marcha.

(Esta es una versión en español de un artículo que estoy preparando para la revista neoyorquina The Nation)

Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=1600