Hubo un enorme suspiro de alivio cuando las bolsas de todo el mundo se estabilizaron la semana pasada. No obstante, sigue siendo una incógnita cómo evolucionarán los mercados financieros. En esta semana se sucedieron alzas y bajas, en medio de una gran expectativa por el comportamiento de Wall Street. Quienes tenían algún interés puesto en […]
Hubo un enorme suspiro de alivio cuando las bolsas de todo el mundo se estabilizaron la semana pasada. No obstante, sigue siendo una incógnita cómo evolucionarán los mercados financieros. En esta semana se sucedieron alzas y bajas, en medio de una gran expectativa por el comportamiento de Wall Street.
Quienes tenían algún interés puesto en los mercados bursátiles o en la economía global deben haber respirado aliviados cuando después de dos semanas de turbulencias retornó una apariencia de calma.
Esto se debió quizás en gran medida a la convicción de que las autoridades financieras de Estados Unidos están dispuestas a utilizar su poder para hacer algo que destrabe la contracción crediticia e impida una crisis generalizada.
La medida del 17 de agosto de la Reserva Federal de Estados Unidos de reducir su tasa de descuento (la tasa a la cual le presta a los bancos) provocó un alza en los mercados de valores asiáticos, y la tendencia positiva continuó hasta el fin de la semana.
Las bolsas de Estados Unidos y Europa también se recobraron, lo que llevó a algunos analistas a pensar que ya pasó lo peor y que la situación podría estabilizarse primero y luego mejorar, para volver a los niveles previos a la crisis. Pero otros advierten que se avecinan más malas noticias, que los problemas persisten en el mercado hipotecario subprime (de alto riesgo) de Estados Unidos y en los mercados monetarios de ese país y de Europa, y que es sólo cuestión de tiempo que los efectos negativos se manifiesten en la economía real.
En general, hay acuerdo en que es muy difícil, si no imposible, comprender exactamente cuál es la verdadera situación. Mucho menos predecir qué ocurrirá.
Llegaron, casi en igual medida, noticias buenas y malas. Y se compensaron. Tal vez por eso las bolsas se «estabilizaron». El factor principal fue la señal de que las autoridades financieras de Estados Unidos se tomaron en serio la falta de liquidez y están dispuestas a actuar si existen indicios de que el terremoto financiero se propagará, amenazando el crecimiento económico. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente del comité del Senado para Asuntos Bancarios, Christopher Dodd, se reunieron a mediados de la semana pasada. Esto influenció favorablemente en los mercados, pues el senador Dodd reveló que el presidente de la Reserva Federal le había dicho que utilizará todas las herramientas a su alcance para contener la crisis.
Esto se interpretó como que la Reserva Federal pronto bajaría la tasa de interés a la cual los bancos se prestan entre sí. Una reducción de las tasas de interés reducirá la carga sobre los consumidores -especialmente los compradores inmobiliarios-, mejorará la situación de los bancos que enfrentan las moras de los préstamos y, en general, dará un impulso a la demanda y las ventas. La Reserva Federal ha sido renuente a reducir las tasas de interés porque teme que eso avive la inflación, mientras qeu mantenerla baja ha sido su prioridad clave reciente. Como las presiones inflacionarias siguen considerándose altas, no tiene razones para bajar las tasas de interés, salvo para ir al rescate de las empresas y bancos que invierten en Wall Street y que ahora están enfrentados a una crisis potencial.
Pero ese rescate generaría un «daño moral». Quienes apostaron y perdieron serán rescatados y esto podría tentarlos a volver a apostar, sabiendo que las autoridades volverán a salvarlos. Incluso los analistas financieros concluyeron que la codicia fue el principal factor que precipitó al mundo al borde de una crisis financiera.
En una columna del Financial Times del sábado, Francesco Guerrera dio los siguientes ejemplos de cómo el «razonamiento estrafalario» de los círculos financieros provocó la crisis: un razonamiento retorcido llevó a los banqueros codiciosos a tomar préstamos hipotecarios, juntarlos y venderlos por encima de su valor conjunto; los ingenieros financieros desafiaron el sentido común adosando las hipotecas de riesgo a títulos previamente seguros; y finalmente, la afición de los bancos a prestar millones de dólares para comprar fondos sin que medie una escritura.
Si bien el analista no lo menciona, lo que inició esta crisis fue la disposición de las instituciones financieras a prestar dinero a quienes querían comprar una vivienda basándose en datos falsificados, como cifras infladas de sus ingresos, lo que a su vez justificó los elevados préstamos. Los agentes que arreglaron los préstamos de una y otra parte ayudaron a esta práctica fraudulenta. Cuando en los últimos años aumentaron las tasas de interés, los llamados compradores subprime de vivienda fueron los primeros que no pudieron cumplir con los pagos de sus hipotecas.
Las instituciones que les prestaron tienen problemas. A su vez, otras instituciones que invirtieron en papeles complicados vinculados a los préstamos otorgados por el primer grupo de instituciones -y otras instituciones que invirtieron en otros papeles vinculados al segundo grupo de instituciones-, ahora tienen pérdidas. En las próximas semanas es posible que haya más malas noticias cuando otros bancos y fondos revelen las pérdidas vinculadas al problema subprime, y a medida que inversionistas e instituciones financieras continúen preocupándose por la falta de información sobre el valor de las inversiones y porque ahora hay varios tipos de deuda y de papeles comerciales que ya no pueden entregarse más como pagos parciales. Por otro lado, los bancos centrales y las autoridades financieras estarán alertas para detectar los problemas que surjan y realizar intervenciones que ofrezcan liquidez, disponer el rescate de bancos y fondos debilitados, y posiblemente reducir las tasas de interés.
Es posible que el sistema quede remendado por ahora. Lo que no se sabe es si en el mediano plazo la economía real sufrirá pérdidas pequeñas o grandes, y si al trabajo de remiendo le seguirán reglamentaciones mucho más estrictas para impedir futuras conductas fraudulentas u otro periodo de relajamiento hasta que llegue la próxima crisis.
Martin Khor es director de Third World Network (TWN).