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El caso chileno

Los modelos económicos al sur del continente

Fuentes: Argenpress

Los neoliberales han convertido en paradigma los resultados de Chile y no pocos quieren volverlo en modelo único ya que su economía volcada a los mercados externos, con más de 20 tratados de libre comercio, es considerada «ya casi del primer mundo». Un conocimiento detallado de lo que allí sucede permite conclusiones diferentes a las […]

Los neoliberales han convertido en paradigma los resultados de Chile y no pocos quieren volverlo en modelo único ya que su economía volcada a los mercados externos, con más de 20 tratados de libre comercio, es considerada «ya casi del primer mundo».

Un conocimiento detallado de lo que allí sucede permite conclusiones diferentes a las que se propagan como verdades absolutas. De entrada, debe recordarse que Chile es un país con limitaciones naturales por su ubicación y su composición geográfica. Su población es un tercio de la de Colombia y puede pensarse que el mercado interno tiene restricciones para articularse. Esto se agrava si, según el PNUD, Chile está entre los quince países con mayor desigualdad en el mundo. El coeficiente de GINI, 0,54, que mide la distribución de la renta, tiene un valor más negativo que en 1987. Casi uno de cada cinco chilenos es pobre y uno de cada veinte es indigente. ¿Para dónde ha corrido entonces la riqueza que se ha producido en los últimos decenios? Pese a que sus exportaciones superaron los 55.000 millones de dólares en 2006, un estudio desglosado de ellas permite ver que por lo menos el 70% proviene de la minería de bienes básicos como el cobre, el molibdeno, el hierro, el zinc, la plata y el oro y cuya explotación en un alto porcentaje está en manos de firmas multinacionales.

Con excepción de la estatal CODELCO, que extrae cerca de un tercio de esa minería, lo demás está en manos de «viejas conocidas» como BHP Billinton, Anglo American, Exxon y Barrick Gold, esta última estrechamente relacionada con George W. Bush. La legislación chilena ha convertido la explotación minera además en un «paraíso fiscal» al permitir que bajo distintos artilugios las empresas mineras no paguen impuesto de renta. Según el Comité de Defensa del Cobre, ello ha sucedido pese a que en 2006 extrajeron 3,6 millones de toneladas de cobre y su tributación no alcanzó en total a 2.600 millones de dólares aunque el valor de la libra en los mercados externos llegó a niveles récord, por encima de 3,5 dólares, un 450% más que en 2000, cuando se cotizó en 82 centavos de dólar.

Complementario con la minería están las exportaciones de madera y sus derivados, de pesca (principalmente de trucha y salmón), de frutas como manzana, ciruelas, uvas, de vino y metanol. Estas actividades están concentradas entre firmas multinacionales y un puñado de oligopolios chilenos. El grupo Angelinni, por ejemplo, que posee 1,2 millones de hectáreas en forestales, o el Camanchaca, que exporta más de 300 millones de dólares en la rama pesquera, pero también tienen enorme presencia Del Monte, Dole y Chiquita Brands (la misma vinculada con grupos ilegales armados en Colombia). Concha y Toro y Good Year, así como Nestlé y la noruega Marine Harvest (la líder mundial en comida de mar) están entre los primeros agentes de las ventas externas chilenas. Vale nombrar a Methanex, la primera productora mundial de metanol, que encontró allí sitio cómodo para la elaboración de dicho alcohol que proviene de la madera, prohibido en muchos lugares del mundo y considerado muy tóxico.

Los dólares venidos de dichas exportaciones se gastan en las importaciones de petróleo, en maquinaria para las actividades extractivas, en toda clase de automóviles, en alimentos y en la más variada gama de bienes de consumo, la mayoría provenientes de China, desde agujas de coser, zapatos y prendas de vestir, y también hasta en ropa usada de Estados Unidos. La balanza de pagos chilena, según el FMI, fue negativa entre 1995 y 2004, en promedio en un 1,8% del PIB, y tan sólo ha repuntado como positiva en 2005 y 2006 como consecuencia del alza del cobre ya mencionada. Pese a esto, su producto interno bruto en 2006 creció por debajo del de Colombia, Bolivia Perú, Uruguay, Ecuador y, por supuesto, de Venezuela y Argentina, y por debajo del promedio de América Latina y el Caribe.

No es sensato dictar que el destino económico de los países de Suramérica deba ser el de Chile; no sólo por las diferencias sustanciales entre ellos sino porque por lo visto es el prototipo colonial que facilita la extracción de sus recursos naturales, mineros, marinos y vegetales, sin impacto real en el bienestar de la mayoría de sus pobladores, el típico crecimiento sin equidad, y menos aún cuando a su lado se ensayan otras propuestas también dignas de estudiarse y con orientación económica muy diferente.