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Los movimientos sociales protestan contra el impacto del neoliberalismo

Fuentes: Brasil de Fato/Alai Amlatina

Centrales sindicales, organizaciones campesinas y estudiantiles del Brasil, en forma unitaria, llevarán a cabo mañana, 23 de mayo, una jornada nacional de lucha que se cumplirá en diversos estados para protestar contra la política económica del gobierno de Lula da Silva



Los trabajadores brasileños quieren dar la cara el día 23. Quieren decir a la sociedad aquello que ya se comenta en las paradas de autobuses, en las puertas de las fábricas, en las filas de los hospitales, en la salida de las aulas y en los campamentos al borde de las carreteras: que los brasileños/as conviven con el desempleo, con la precarización de las relaciones laborales, el hambre y la falta de puestos y la mala calidad de los servicios públicos.

Los trabajadores acusan al modelo neoliberal, implantado en Brasil desde inicios de los años 1990, de ser el responsable del agravamiento de esta situación. La aplicación de sus «recetas» determinó la privatización de sectores estratégicos de la economía, la reducción de la capacidad del Estado para prestar servicios sociales, priorizó el sector financiero en detrimento del productivo y ofreció permanentes beneficios al capital especulativo. Como resultado de esto, se estancó la economía y aumentó la desigualdad económica.

Organizados alrededor de los principales movimientos sociales del país, los trabajadores se preparan para realizar el próximo 23 de mayo diferentes tipos de protesta. Se realizarán acciones en los centros de las grandes ciudades, se paralizarán los centros de trabajo, se cerrarán las carreteras y habrá manifestaciones en colegios y universidades.

En la lucha


Emanuel Melato, director del Sindicato de los Metalúrgicos de Campiñas y miembro de la Intersindical, explica que no es posible resistir a la ofensiva del modelo neoliberal sólo con actos de la «vanguardia». «Tenemos que involucrar a los trabajadores en los lugares donde se da la explotación de la plusvalía, que es el lugar de trabajo. Por tanto, tenemos que paralizar la producción. También se paralizará la circulación de las mercancías. Haremos esto en todos los sitios donde sea posible», asegura.

Antonio Carlos Spis, tesorero de la Central Única de los Trabajadores (CUT), cree que será necesito sacar a la gente de las fábricas, de los bancos, de los servicios públicos, de las refinerías de petróleo y llevarlas a las plazas públicas para distribuir panfletos a la sociedad. «Para mí, el día 23 va a ser esto. Crear momentos de diálogo. Hacer la huelga es importante. Pero no podemos quedar confinados dentro de una fábrica, de un banco. Hay que salir a las calles. Conducir al pueblo a las calles», anuncia.

Propuestas


Según José Batista de Oliveira, de la dirección provincial del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST/SP), las movilizaciones tienen como objetivo demostrar que existe y es viable otro modelo de relaciones sociales, en el cual la vida esté por encima del mercado y del lucro. «Nuestro modelo de agricultura se basa en otra propuesta de sociedad en la cual las semillas, el agua y los demás recursos naturales sean un patrimonio de la humanidad, no una mercancía», señala con respecto al concepto de soberanía alimentaria.

Spis, de la CUT, destaca la importancia de modificar la macroeconomía, muy ligada al sector financiero, que impide la inversión en políticas sociales y ofrece sólo políticas asistenciales. «Queremos un porcentaje garantizado del presupuesto del país para financiar las políticas sociales. Queremos bajar el superávit primario, las tasas de interés, etc.», reivindica.

Lucia Stumpf, directora de relaciones internacionales de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), demanda la ampliación de las inversiones para la educación pública, la creación de cupos para suplir la demanda de los jóvenes brasileños que quieren ingresar a la universidad y tener acceso a la investigación, a las becas, a los proyectos que ayuden a la sociedad brasileña a desarrollar el país.

Sin embargo, Emanuel Melato, de la Intersindical, indica que los movimientos darán el 23 de mayo sólo como un primer paso. «Tenemos otros procesos de movilización en mente que incluyen manifestaciones en Brasilia y, probablemente, dependiendo de otros factores, no descartamos la posibilidad de una paralización todavía mayor al final del año», agrega.

Neoliberalismo

En el gobierno Lula, el modelo neoliberal se expresa de forma más nítida en su política económica. Según Antonio Carlos Spis, de la CUT, la directriz mantenida por el presidente Lula tiene un matiz muy nocivo que posibilita el enriquecimiento de la burguesía nacional.

Por ello, una de las banderas más importantes de la jornada de lucha es el no pago de las deudas interna y externa. Rodrigo Ávila, de la Campaña Auditoría Ciudadana, de la Red Jubileo Sur, explica que, si hasta hoy la política económica no ha cambiado, es debido a la deuda.

«Los altos intereses van a satisfacer a los acreedores. Cada mes, el país tiene que pagar R$ 50 mil millones en títulos. Entonces, el mercado chantajea, el gobierno necesita de más préstamos y, por eso, no puede bajar los intereses. El superávit primario [economía de recursos para el pago de la deuda], lógicamente, está concebido para el pago de la deuda. ¿La liberalización financiera? Exactamente está diseñada para atraer recursos y poder continuar sirviendo la deuda, no es para controlar el capital. Por ejemplo, en el 2006, el gobierno incentivó a los extranjeros que vienen aquí a comprar títulos de la deuda interna, interna entre comillas. Y el cambio flotante viabiliza todavía más las ganancias para el capital extranjero que, ahora, gana, además, con la caída del dólar. Entran aquí con un montón de dólares, ganan la tasa de interés y, cuando salen, todavía se llevan la desvalorización de la moneda estadounidense», describe Avila.

En el campo y en la ciudad


José Batista de Oliveira, del MST, afirma que la necesidad de conseguir dólares para pagar la deuda hace que el gobierno estimule, en el campo, el agronegocio (basado en el monocultivo y dirigido a la exportación). Este modelo de producción se fundamenta en una alianza entre los latifundistas, las transnacionales y el capital financiero y está marcado por las pésimas condiciones de trabajo y por la destrucción del medio ambiente.

Otro resultado del avance del neoliberalismo ha sido la reestructuración productiva, caracterizada por la flexibilización de los derechos y por la precarización del trabajo. Emanuel Melato, de la Intersindical, destaca en este proceso, la utilización exagerada de las horas extras en Brasil. Para él, el papel del actual Estado capitalista es reducir el valor de la fuerza de trabajo para poder aumentar el lucro de las grandes empresas.

«Si mi abuelo tenía menos derecho que mi padre, que tenía menos derecho que yo, mi hijo no puede tener menos que yo. Ahora existe un proceso para revertir todas las luchas del siglo pasado. Si usted revisa los informes de cómo viven los trabajadores de las plantaciones de caña, va a ver que enfrentan condiciones aún peores que los esclavos. Además, usted tiene un Estado que no garantiza asistencia médica, vivienda, saneamiento, educación», denuncia Melato.

Lucia Stumpf, de la UNE, destaca los efectos de ese modelo en la enseñanza. «Las universidades públicas atraviesan un proceso de estrangulamiento, de descenso de las inversiones e imposibilidad de ampliar los cupos. La mayoría de los estudiantes están en las instituciones privadas, con dificultades para pagar las mensualidades y poder concluir sus cursos», enfatiza. (Traducción: ALAI)

Más información: http://alainet.org ALAI – 30 AÑOS