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La economía mundial se estremece

Los orígenes y las perspectivas de la crisis económica actual

Fuentes: Rebelión

La crisis económica mundial se volvió el centro de los noticieros. Las bolsas caían en todo el mundo. Hechos que antes fueron considerados casi imposibles de ocurrir, se suceden en un ritmo vertiginoso: disminución de los títulos del tesoro norteamericano, ataques especulativos contras las monedas de Italia y España, riesgo de quiebra de países imperialistas. […]

La crisis económica mundial se volvió el centro de los noticieros. Las bolsas caían en todo el mundo. Hechos que antes fueron considerados casi imposibles de ocurrir, se suceden en un ritmo vertiginoso: disminución de los títulos del tesoro norteamericano, ataques especulativos contras las monedas de Italia y España, riesgo de quiebra de países imperialistas.

Existe hoy una agudización de la crisis económica en curso desde finales del 2007. Y la dimensión histórica de esta crisis se puede volver a sentir nuevamente por la gravedad de los hechos actuales.

Los orígenes de la situación actual.

Todo comenzó al final del 2007, con una crisis clásica de la economía capitalista de superproducción y reducción en la tasa de lucros de las grandes empresas. Luego eso se tradujo en una caída vertiginosa en la producción industrial, agravada brutalmente con una gigantesca crisis financiera. El carácter parasitario del capitalismo se manifestaba en una enorme hipertrofia financiera especulativa en un grado de endeudamiento inédito de las familias, empresas y estados. La señal más conocida de la crisis fue la caída del banco Lehman Brothers, en setiembre del 2008. Pero era el inicio de algo mucho más profundo que una crisis financiera: comenzaba la más grave crisis económica del capitalismo desde 1929.

Esa crisis, más allá de sus determinaciones económicas, tiene una explicación también en la lucha de clases. Estaba fracasando la ofensiva imperialista desencadenada por el gobierno Bush para tentar retomar el auge neoliberal de los años 90. La invasión de Irak se empantanaba con la resistencia del pueblo, la imposición del ALCA en América Latina no se concretó, comenzó la resistencia de los trabajadores europeos. Eso dificultó la «retomada» de la tasa de ganancias y precipitó la crisis.

El primer momento de la crisis justificaba el temor de una nueva depresión mundial. Hubo una caída libre de la producción industrial en los países imperialistas que se aproximaban a los del 29. Había un claro riesgo de quiebra del sistema financiero internacional, con los grandes bancos imperialistas al borde de una caída.

Repartiendo dinero

Mientras tanto una gigantesca e inédita operación de los gobiernos imperialistas cambió el escenario: los estados entregaron cerca de 25mil de millones de dólares a las grandes empresas y bancos amenazados. Esos números son sólo aproximados, porque en verdad nadie sabe con claridad la dimensión real de esa ayuda.

Recientemente, el Government Accountability Office (un instituto del congreso de los EUA) descubrió que el Tesoro norteamericano entregó 16 mil millones de dólares en préstamos secretos a grandes empresas. No se trata de poca cosa, ya que es más que el PIB de los EUA lo que se estaba entregando secretamente a los grandes bancos. No hubo ninguna crisis, ninguna prisión. Es probable entonces que la cifra total de «ayuda» llegue a 40 o 50 mil millones de dólares, aproximándose así a todo el PIB mundial (63mil millones de dólares)

Endeudamiento Record

La acción de los gobiernos imperialistas impidió una nueva depresión. Comenzó entonces una pequeña recuperación de la economía global, que marcó la segunda fase de la crisis. Más no se resolvió la superproducción existente. Ni ocurrió una quema de capital (quiebra de empresas) inevitable y necesaria en el curso normal de las crisis capitalistas. La inyección histórica del capital por parte de los gobiernos salvó a las grandes empresas, pero agravó todos los problemas existentes. Para ser exactos, acrecentó un nuevo y gigantesco problema: el endeudamiento record de los estados imperialistas que fue necesario para bancar esas donaciones a las grandes empresas. O, para hablar desde otro ángulo, se creó una nueva y gigantesca «burbuja» financiera mundial.

La deuda federal del gobierno de los EUA pasó de 9,2 mil millones de dólares en 2007 a 14,5 mil millones en 2011, lo que corresponde al 100% del PIB. La deuda alcanza en los países europeos al 63% del PIB de España, 76,5% en Inglaterra, 81,7% en Francia, 93% en Portugal, 14% de Irlanda, 120% de Italia y 152% de Grecia. Es esa burbuja que está explotando ahora.

Para los economistas burgueses, la crisis ya debería haberse acabado en el 2010. Nosotros decíamos que aquella recuperación era apenas una fase de una onda larga depresiva de la economía capitalista. Existen los que no aceptan la existencia de estas ondas largas. Pero independientemente del nombre, la realidad es que estamos delante de un periodo largo de decadencia del capitalismo que se extenderá por 10 a 15 años, con periodos de recuperación cortos…y crisis mayores. Para salir de este periodo, el capital deberá derrotar las luchas de los trabajadores e imponer un nuevo grado de explotación, para poder volver a lograr una tasa de lucros que posibilite abrir una nueva fase ascendente.

Ataque a los trabajadores

La evolución posterior comprobó la continuidad de la crisis. Comenzando por Grecia e Irlanda y extendiéndose rápidamente a Portugal, España e Italia, los países europeos enfrentan el gigantesco déficit público en que se metieron. Como las deudas se volvieron impagables, los mismos bancos que se beneficiaron de los gastos públicos en 2008-2009 exigieron que los gobiernos pasasen a aplicar duros planes de austeridad para garantizar el pago de las deudas. O sea llegó la hora de imponer que los trabajadores paguen, con recortes en los servicios sociales, jubilaciones y salarios, él con dinero que los bancos recibieran gratis.

El capital financiero, fracción hegemónica del capital, hizo que los estados trasfieran gigantescas sumas de dinero para evitar la quiebra de grandes empresas, como aseguradoras del gran capital. El resultado es lo que ahora está ocurriendo una crisis fiscal sin precedentes en Europa y en los EUA. Y ya existen estados al borde de la quiebra, como Grecia, Irlanda y Portugal. Ante esto, esos mismos bancos exigen la adopción de planes de austeridad que tiene como principal objetivo la continuidad del pago de las deudas, o sea, trasferencia para ellos mismos.

Ese es el origen de los recientes planes de austeridad europeos. Y es también la explicación del reciente acuerdo de Obama-Republicanos.

La lucha de clases en escena

La crisis de la deuda de los gobiernos europeos marca una tercera fase de la crisis. En ella se desarrolla la lucha de clases que en las anteriores etapas no había surgido. El movimiento de masas comenzó a entrar en escena, llevando una polarización creciente la lucha de clases.

Está en curso una verdadera guerra social de la burguesía europea para acabar con el «estado de bienestar», promoviendo un brutal retroceso al nivel de vida del proletariado. No sólo está en juego el traspaso de los costos de la actual crisis sobre los hombros de los trabajadores. Ya se está anunciando un nuevo nivel de explotación sobre el proletariado, aproximando el nivel de vida de los trabajadores europeos con la de los países coloniales. Se consiguieron imponer un plan de austeridad, luego vendrá otro, más y más severo.

Eso ya se expresa con claridad en la situación de la juventud de los países imperialistas, que a cada día ve menos condiciones para mantener un nivel de vida semejante al de sus padres. El desempleo entre los jóvenes alcanza en muchos países en el orden del 20-25%, en España llega al 40 %. Por eso no es casual que la juventud haya tenido un papel de vanguardia en las movilizaciones de Grecia, Portugal y España.

La crisis de la Unión Europea

La crisis alcanza al conjunto de la zona euro. La UE no es simplemente un acuerdo de libre comercio, pues incluye una unión monetaria. Une desiguales ampliando brutalmente esas desigualdades, a favor de los países con industria más desarrollada como Alemania y Francia. Los países más débiles están viendo desaparecer sus empresas, y no pueden recurrir a medidas de protección cambiaria (como la devaluación de su moneda) por estar presos del euro.

Ya existía un retroceso de países que tenían un estatus imperialistas que caminaban para convertirse en semi-colonias en el marco de la Unión Europea. Ese retroceso puede dar un salto en países como Grecia y Portugal. No es casual que miembros del Banco Central Europeo se refieran al acuerdo con Grecia diciendo que debe renunciar a su soberanía.

Por otro lado, el conjunto del sistema financiero está afectado. No se trata de una crisis de algunos países. La crisis griega afecta directamente a los bancos alemanes y franceses, envueltos en financiamientos al estado. La crisis española e italiana ya sería por sí cualitativas, por el peso de esas economías.

Ese nivel de ataque está llevando a una polarización social y política creciente y a una desestabilización de varios países europeos, aún en forma muy desigual. En los países más avanzados existen crisis políticas de gobiernos como Berlusconi, Sarkozy, Papandreu. Además de un ascenso de las luchas de los trabajadores y de la juventud se puede observar importante divisiones en la burguesía.

No existe una visión común de cómo enfrentar la crisis entre los gobiernos imperialistas y además cada vez hay más crisis en las burguesías de los países. El continente europeo entró en desestabilización.

En la lucha de clases se está jugando el resultado de la crisis económica. En el caso de que el gran capital salga victorioso, el proletariado europeo bajará al nivel de los latinoamericanos, los latinos se aproximan a los chinos, etc. Países antes imperialistas se transformaran en semicolonias. En caso que los trabajadores derroten algunos de esos planes, vamos a ver situaciones de crisis revolucionarias nuevamente en Europa, como lo fueron el mayo francés del 68 y la revolución portuguesa.

La intensificación de la crisis hace más probable una nueva recesión mundial

Las bolsas se derrumbaron en la semana pasada por el temor de una nueva recesión mundial. En varios países, la caída anuló el crecimiento del último año, volviendo a niveles del 2009.

El temor es justo. Ya existía una desaceleración de la economía mundial antes de la intensificación de la actual crisis. En Europa, en el primer trimestre del 2011 mostro crecimientos importantes en Alemania (1,5%) y Francia (1%), con estancamientos en Inglaterra (0,5%), España (0,3%), Italia (0,1%) y recesión en Portugal (-0,7%) y Grecia (-4,5%). En los EUA, en el primer semestre del 2011, como ya vimos, presentó una desaceleración, con un crecimiento de apenas 0,9 % del PIB. En Japón ya vivía una retracción desde el último trimestre del 2010 (-1,1%), agravado por el tsunami del primer trimestre del 2011 (-3,7%).

Sobre esa desaceleración va recaer los efectos de los planes de austeridad que son claramente recesivos. Está colocada en el horizonte la posibilidad de una nueva recesión mundial. La crisis de la deuda de los EUA puede ser el marco similar a la quiebra de Lehman Brother en el 2008, de un viraje en dirección a una nueva recesión.

Desigualdad

Existe aún una marcada desigualdad, con dos velocidades en la economía mundial. China sigue creciendo fuerte con 9,7 en el primer trimestre y 9,5 en el segundo. No se trata de ningún misterio, pero da continuidad a la apuesta del imperialismo en producir para todo el mundo en ese país con bajísimos salarios y una dictadura represiva. China no es un país imperialista ascendente, son las filiales de las multinacionales que están decidiendo mantener esas inversiones. Eso va seguir tanto cuanto se mantenga las exportaciones para el mercado mundial, y en particular, para los países imperialistas.

Durante la recesión del 2008 -2009, después de una pequeña caída, la economía china siguió creciendo. Será necesario ver cómo evoluciona ahora, en caso que se imponga una nueva recesión mundial.

Un nuevo escenario.

En el caso que ocurra una nueva recesión, la situación política ya no será la misma del 2008. Existe una polarización de la lucha de clases que no existía en aquella época. Eso incluye ascenso del movimiento de masas en varios países europeos, además de la revolución árabe.

Por otro lado, existe un grado mucho mayor de división en las burguesías dominantes. El comando imperialista está golpeado por la crisis política en los EUA y el debilitamiento de Obama, además de la crisis en varios de los principales gobiernos europeos.

La crisis económica va a tener una dinámica completamente inter-ligada a la política. En caso que el proletariado europeo consiga derrotar alguno de los planes imperialistas de austeridad, o que el proletariado de los EUA entre en escena, vamos a ver una profundización de la crisis económica.

Cartas agotadas

Por otro lado, el gran capital va agotando su capacidad de sacar «conejos de la galera» para escapar de la crisis. La gran carta de inyección de dinero público ya fue usada. Parte importante de la crisis actual es la desestabilización del sistema financiero por la crisis de las deudas de los estados y el rebajamiento de la deuda norteamericana. La gran burbuja financiera generada por la política anti-crisis del 2008-2009 se transformó en combustible de la crisis actual. No se puede subestimar la capacidad de la gran burguesía imperialista de generar iniciativas que puedan alejar la crisis. Pero una parte de su arsenal ya fue usado, y se está volviendo contra ella.

La crisis económica reubica la necesidad del socialismo. La economía mundial se estremece una vez más. El carácter parasitario del capital financiero aparece con su verdadero rostro. Una vez más la miseria se esparce por todo el mundo para preservar los lucros altísimos de las grandes empresas, el lucro extravagante de una minoría de magnates.

Es posible vivir en un mundo sin crisis. Ellas no son fenómenos de la naturaliza como las inundaciones o los tsunamis. Son un resultado periódico del dominio de las grandes empresas sobre la sociedad.

Es necesario acabar con la propiedad privada de los bancos, industrias y grandes comercios para poder planificar la economía en función de las necesidades de la población. Esa es una propuesta socialista, más actual que nunca.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.