Entre 2007 y 2009 estalló la crisis financiera internacional más importante desde la de 1929. El colosal montaje de deudas, pura creación del capital ficticio, terminó derrumbándose en los países más industrializados, comenzando por Estados Unidos, que es la economía más endeudada del planeta. Desde entonces la palabra «crisis» está en primera plana, pero su […]
Entre 2007 y 2009 estalló la crisis financiera internacional más importante desde la de 1929. El colosal montaje de deudas, pura creación del capital ficticio, terminó derrumbándose en los países más industrializados, comenzando por Estados Unidos, que es la economía más endeudada del planeta. Desde entonces la palabra «crisis» está en primera plana, pero su uso se reduce muchas veces sólo a su componente financiero. Sin embargo, esta crítica situación mundial tiene varias facetas que, en forma pormenorizada, analiza en sus conferencias y en su último libro «La crisis global», el presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) con sede en Bruselas, Éric Toussaint.
Este historiador y politólogo belga, muy vinculado con la investigación socioeconómica de América Latina, miembro del Consejo Internacional del Foro Social Mundial e integrante de la Comisión de Auditoría Integral del Crédito Público de Ecuador que conformó el presidente Rafael Correa, fue uno de los expositores principales del IV Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos, realizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires.
En la actual coyuntura socioeconómica de América Latina, este activista e investigador social recomienda a los países de la región aprovechar la presente disponibilidad de reservas para imponer fuertes medidas en la negociación de sus deudas con los acreedores.
«Es un error esperar a que las reservas se reduzcan para comenzar a negociar. Hay que organizar un frente de resistencia común antes de estar contra la pared», explica, pues «en estos momentos, -agrega- los acreedores del Norte están sumidos en sus contradicciones internas relacionadas con el rescate de los respectivos sistemas financieros nacionales y el sistema financiero internacional. Una postura radical de los países del Sur podría desembocar en soluciones favorables a sus intereses».
Tanto en el foro académico internacional como en la presentación de su libro sobre la crisis capitalista en la capital argentina, Toussaint hizo un completo análisis del proceso económico mundial.
El Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET sintetiza a continuación los principales planteamientos del presidente del CADTM.
Viraje del proceso neoliberal
Se está viviendo un viraje histórico dentro del proceso de políticas neoliberales. Es decir, se está produciendo una aceleración de la ofensiva del capital contra el trabajo debido a la crisis del capitalismo, y a su vez a una profundización al no topar el capital con una movilización social suficientemente fuerte. En todos los países del Norte se producirá una reducción del gasto social y en varios una aceleración de las privatizaciones. Asistiremos a una degradación de la situación de la enseñanza y la salud pública, a despidos masivos o al no reemplazo de los funcionarios públicos que se jubilen, a una reducción de gastos en obras públicas, a un aumento de los impuestos que pagan los asalariados y todos los sectores populares, al aumento del IVA, y a un aumento del porcentaje del presupuesto del Estado dedicado al pago de la deuda pública. Y este dinero irá a su vez a los tenedores de los bonos de esa deuda, o sea, a los grandes bancos internacionales, fondos de pensiones privados y grandes compañías de seguros. La población se verá entonces afectada de manera muy directa.
Hay nuevas burbujas especulativas con los bonos de deuda, con alimentos (a través de las Bolsas de Chicago, Kansas City y Minneapolis, que son los principales mercados mundiales donde se comercia con granos) y con movimientos bursátiles.
Actualmente no se invierte en proyectos productivos sino en especulación financiera, lo cual es un síntoma del agravamiento de la crisis capitalista.
Campaña ideológica mentirosa
Lo que los mass media presentan como la única salida favorable posible a la crisis no es precisamente evidente, sino que se inscribe en una campaña ideológica tendenciosa, que tiene a justificar una solución capitalista como la única salida posible.
Los gobiernos dominantes están organizando una salida capitalista a la crisis, pero no será un neokeynesianismo, es decir algo semejante a un nuevo pacto social como se dio con Roosevelt en los Estados Unidos durante los años 30 del siglo XX.
De entrada, el costo de la operación corre íntegramente a cargo de los poderes públicos, lo que ocasiona un aumento considerable de la deuda pública.
Una nueva crisis de la deuda está en gestación. En buena parte de los países en vías de desarrollo, asisten a un aumento muy importante de la deuda pública, principalmente en forma de deuda interna. Además, la aplicación del modelo neoliberal ha llevado a los gobiernos a renunciar al control de cambios y de movimientos de capitales.
En el conjunto de los países perjudicados serán determinantes las luchas populares. Por ello es necesario poner por delante una solución anticapitalista a esta crisis, sin esperar la salida que los capitalistas y los gobiernos a su servicio quieren imponer, y luchar sin demora para conseguirlo.
En el caso europeo, no hay voluntad de hacer concesiones por parte de los gobiernos, en buena medida, porque no hay grandes movilizaciones sociales.
El clima, pecado mortal del capitalismo
Las políticas de ajuste estructural debilitaron la capacidad de los países en desarrollo de hacer frente a las catástrofes naturales. El Banco Mundial y el FMI impusieron políticas que favorecen la deforestación y el desarrollo de megaproyectos de energía destructores del medio ambiente. El Banco Mundial apoyó proyectos que destruyen la protección natural de las costas, como los manglares, que disminuyen los efectos de las grandes mareas. También rechazó abandonar el préstamo a las industrias extractivas, como demandaba un informe de evaluación que el propio Banco Mundial había pedido en el 2003. La responsabilidad del FMI y del Banco Mundial en cuanto a la degradación del ambiente es demoledora.
Europa puso en marcha una «solución» corta a medida para la economía capitalista de mercado: la idea era la creación de un mercado de derechos de contaminación, que podrían, por lo tanto, comprarse y venderse. La contaminación se convirtió en una mercadería como cualquier otra: el que puede pagar, puede contaminar. Por eso es que el «capitalismo verde» nunca existió ni jamás existirá.
E.U. está perdiendo primacía económica, por eso su agresividad
Es evidente que la dominación económica estadounidense no es la misma que la de hace 20 años. Estados Unidos está perdiendo la primacía económica, pero es el único país que combina un predominio industrial -aunque en este campo está menguando- con una moneda que aunque debilitada continúa siendo la moneda internacional, con una presencia militar permanente en más de cien países, además de una aceitada maquinaria para invadir territorios. En diciembre de 2009 publiqué un artículo en el que interpretaba el golpe en Honduras y las siete bases en Colombia como una demostración evidente de la agresividad norteamericana frente a Latinoamérica.
Algunos periodistas reaccionaron opinando que esto era una exageración, que Estados Unidos no podía lanzar una intervención militar en Latinoamérica, dado que no tiene la disponibilidad de fuerzas necesaria por estar atrapado en Afganistán, Pakistán e Irak. Sin embargo, en dos días fueron capaces de enviar 15.000 soldados a Haití. Por consiguiente, se puede reafirmar: Estados Unidos continúa siendo una potencia capaz de agredir, de enviar equipamientos y materiales militares a cualquier lugar del planeta. El caso de Haití es muy emblemático, ya que demuestra que mantiene una gran capacidad y velocidad de reacción. La potencia estadounidense continúa siendo la principal del mundo en términos estratégicos. Está claro que están surgiendo otras nuevas, como China, y por detrás, Rusia, India y Brasil, por ahora potencias regionales. La posición internacional de Brasil puede definirse como la de un «imperialismo periférico». ¿Por qué imperialismo? Porque Brasil actúa con los países vecinos como si fuera una potencia imperialista tradicional. Los considera como países destinatarios de inversiones de sus empresas transnacionales, y la política externa del gobierno brasileño tiende a apoyar la estrategia de expansión de esas corporaciones: Petrobras, Vale do Rio Doce, Odebrecht, etc., que están presentes en Bolivia, Ecuador, Perú, Venezuela, Chile, Argentina e inclusive África, donde han hecho inversiones importantes. Por lo tanto se puede decir que existe un carácter multipolar ya que no existe un superimperialismo, sino potencias imperialistas antiguas (Estados Unidos, la Unión Europea, Japón) y otras nuevas, las llamadas Bric (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China). Estos países no constituyen una alternativa progresista a los viejos imperialismos. Lo que buscan es negociar con las grandes potencias para obtener un lugar en la división internacional del poder, del trabajo, de la economía global y del acceso a los recursos naturales. En consecuencia, no existe ninguna potencia progresista a la que podríamos apoyar. En cambio existe una iniciativa como el ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas, propuesta por el presidente venezolano Hugo Chávez), cuyos integrantes, felizmente, no son países imperialistas. Alternativas regionales como ésta, son muy importantes. Mi preocupación al respecto es que se debería ir más allá de los discursos, aumentando mucho más la integración entre los países miembros. Aunque es preciso destacar cosas positivas: en la reunión del ALBA del 25 de enero de 2010 se decidió anular la deuda de Haití con sus países miembros, dando una lección a las potencias que se reunieron en Montreal el mismo día para discutir el alivio de la deuda de Haití, condicionándola a la aceptación de medidas de ajuste estructural.
Gobiernos latinoamericanos aplican políticas heterodoxas
Hubo un aspecto positivo respecto del manejo de la crisis económica, no solo por parte de los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador, y Evo Morales en Bolivia, sino también, de alguna manera, en las gestiones de Lula, Cristina Fernández de Kirchner (presidente de Argentina) y Michelle Bachelet (presidente de Chile hasta 2009). O sea, a pesar de las recomendaciones del FMI de reducir el gasto público, estos gobiernos aplicaron políticas heterodoxas. Incluso el gobierno de Alan García, del Perú, que es un gobierno de derecha. Eso les permitió mantener cierto nivel de crecimiento económico. La reacción de Bolivia, Ecuador y Venezuela fue realizada por gobiernos que no tienen las mismas características. De los tres, el que actuó más radicalmente sobre la política económica fue el de Hugo Chávez, con más nacionalizaciones. Pero, francamente, las políticas de Correa, Chávez y Evo Morales no son tan diferentes de las de otros gobiernos en la región. No hay una diferencia radical en el aspecto económico. Existen grandes diferencias en términos de antiimperialismo, de reformas constitucionales, de recuperación de control de los recursos naturales. Pero sería una simplificación decir que hay diferencias astronómicas entre las experiencias económicas de la región. Personalmente, preferiría poder decir que los gobiernos de Ecuador, Venezuela y Bolivia están implementando un modelo realmente alternativo. Sin embargo todavía no es el caso. Hay anuncios y perspectivas que pueden ser muy interesantes, pero no deben confundirse discursos e intenciones con hechos reales.
La deuda pública
El tema de la deuda tiene sus altos y bajos. El tema era muy candente en los años ochenta, y volvió a tener mucha fuerza con el default (cesación de pagos) de Argentina a finales de 2001. Ahora estamos de nuevo en una situación de tensión, pero es sólo el comienzo. Entre 2007 y 2008, Ecuador creó una comisión para la auditoria de la deuda, de la que formé parte. Sobre la base de nuestras conclusiones, el gobierno de Rafael Correa decidió suspender el pago de 3.200 millones de dólares de deuda en títulos comerciales vendidos en Wall Street y que vencían entre 2012 y 2030. Correa suspendió el pago a partir de noviembre de 2008 y enfrentó a los acreedores, los tenedores de títulos. Consiguió, el 10 de junio de 2009, que el 91 % de los títulos fuesen vendidos por sus dueños al gobierno de Ecuador con un descuento del 65 %. O sea, Ecuador compró títulos por un valor total de 3.200 millones de dólares pagando sólo 1.000 millones. Por lo tanto, economizó 2.200 millones de dólares y todos los intereses que el país tenía que pagar hasta el año 2030. Esto demuestra que incluso un pequeño país puede enfrentarse a los tenedores de títulos e imponerles un «sacrificio». Esos acreedores, que siempre obtuvieron beneficios, tuvieron que abandonar la perspectiva de continuar ganando mucho dinero con sus títulos. La lección es que, si Ecuador consiguió hacerlo, países como Brasil, Argentina y otros también lo podrían hacer.
Argentina había suspendido el pago en 2001, pero en 2005, cometió el error fundamental de canjear los títulos en vez de comprarlos o anularlos totalmente. Canjearon con descuentos, pero debieron seguir pagando los intereses, con un alto tipo de interés. Actualmente, la deuda argentina tiene el mismo volumen que en 2001. La cuestión del pago de la deuda volverá a la escena internacional debido a dos factores fundamentales. Primero, la crisis económico-financiera, que hizo disminuir las exportaciones del Sur y los ingresos fiscales correspondientes, lo que vuelve más difícil el pago de la deuda pública interna y externa. El segundo factor es el aumento del coste de refinanciación de la deuda. Como los banqueros del Norte entraron en crisis, su tendencia es exigir más a los países del Sur que desean endeudarse a nivel internacional.
Realmente, es preocupante la incapacidad de los países del Sur de unirse, bajo criterios comunes y coherentes, para adoptar una estrategia unificada frente a los acreedores. Mientras que, en general, éstos sí trabajan de forma conjunta a través de varios organismos que los apoyan (Banco Mundial, FMI, Club de París, asociación de banqueros privados…).
Por lo tanto, en primer lugar, es fundamental que los países que por el momento no tienen problemas de solvencia o de liquidez, como, por ejemplo, el grupo de países exportadores de petróleo o de otros bienes primarios, se den cuenta de que sus intereses en el mediano plazo se corresponden con los intereses de los países mas frágiles de la cadena de la deuda. En este sentido, es importante reforzar la situación de los más débiles, acercando su posición a la postura de países como Ecuador. Si Venezuela o Brasil hubieran actuado de este modo frente a los acreedores habrían podido imponer a éstos últimos condiciones todavía más provechosas para los pueblos de la región.
No es factible solución concertada entre deudores y acreedores
La correlación de fuerzas es favorable a los países del Sur, porque tienen cómo resistir a un bloqueo financiero de los acreedores del Norte gracias a sus reservas. Los países del Sur deben aprovechar la presente disponibilidad de reservas para imponer fuertes medidas en la negociación. Es un error esperar a que las reservas se reduzcan para comenzar a negociar. Hay que organizar un frente de resistencia común antes de estar contra la pared.
En estos momentos, los acreedores del Norte están sumidos en sus contradicciones internas relacionadas con el rescate de los respectivos sistemas financieros nacionales y el sistema financiero internacional. Una postura radical de los países del Sur podría desembocar en soluciones favorables a sus intereses. Por consiguiente, los gobiernos de los países del Sur, al no existir una sensación de urgencia con respecto a la crisis, piensan que pueden seguir refinanciando su deuda y volver a endeudarse sin mayores problemas. Desde el punto de vista estratégico, es un error adoptar una política de este tipo.
Para romper el círculo vicioso son necesarios actos unilaterales soberanos basados en argumentos del Derecho Internacional para lograr una reducción radical de la deuda. En este sentido, sería mejor imponer un repudio unilateral a todas las deudas que sean identificadas como ilegítimas, odiosas y fraudulentas: ésta es la salida.
No es factible una solución concertada entre países acreedores y países deudores. De manera voluntaria, ninguno de los países acreedores, ni mediante sus instituciones, tales como el FMI o el Banco Mundial, renunciará al cobro del total de la deuda. Eso no va a ocurrir.
Banco del Sur
A la pregunta formulada por WWW.CRONICON.NET , en el sentido de por qué la demora en la concreción del proyecto del Banco del Sur, Eric Toussaint respondió:
La demora en la creación del Banco del Sur se debe a la divergencia entre los países miembros de este proyecto, sobre todo la voluntad de Brasil de tener un instrumento sobre el cual pueda influir de manera óptima, lo que implica que esta nación no está de acuerdo con el principio inscrito en el acto fundacional de un país, un voto. Es decir, Brasil firmó el 7 de diciembre de 2007 en Buenos Aires el acto fundacional pero cuando se trata de implementar el Banco asumió una posición según la cual cuando se trata de otorgar préstamos tiene que ser proporcional a los aportes. Además, el convenio que no es público, aún no ha sido aprobado por los parlamentos, así que el Banco del Sur para que sea efectivo va a tener que esperar un par de años más.
En realidad, Brasil no tiene una verdadera necesidad de un nuevo banco multilateral para América Latina, puesto que dispone de un banco público de desarrollo muy importante, el BNDES, que controla totalmente y que tiene una cartera de préstamos muy superior a la del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y del futuro Banco del Sur. Este gran banco financia una gran cantidad de proyectos en toda Latinoamérica y en otros lados, con la condición de que los países receptores compren «brasileño». Esto ha permitido a las empresas brasileñas exportar sus mercaderías y sus servicios y también realizar grandes obras de infraestructura. En consecuencia, el gobierno brasileño se adhirió con desgana a este proyecto de Banco del Sur,
Me parece que el Banco del Sur es útil pero con un capital de solamente siete mil millones de dólares es un instrumento muy modesto si se trata de asegurar la independencia financiera de un continente como América Latina, o de los siete países miembros.
Por una nueva arquitectura regional en América Latina
L os gobiernos progresistas y de izquierda de América Latina deberían retirarse del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y promover una nueva arquitectura regional, potenciando entre otras, iniciativas como la del Banco del Sur y un Centro Internacional de Arreglo de Diferencias del Sur (CIADI) como alternativa al del Banco Mundial.
Es una manera viable de enfrentar esta crisis sistémica que va a durar, al menos, una década. Es una crisis que tiene varios aspectos: crisis financiera, económica, productiva, pero también alimentaria y de gobernabilidad para el sistema capitalista y las instituciones a su servicio, como el G8, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el BID. Todas estas instituciones ya han perdido buena parte de su credibilidad. No quiere decir sin embargo que es la muerte del capitalismo, por que el capitalismo ha atravesado en su historia varias crisis sistémicas. Si no hay profundas luchas sociales, y no solamente en el sur del planeta, sino también en los Estados Unidos, para darle una salida anticapitalista a esta crisis sistémica, el capitalismo logrará, tras años y años de crisis, de destrucción del empleo, de cierre de empresas, volver a consolidarse. Entonces tendremos una salida capitalista a la crisis o una salida anticapitalista.
Para tener una salida anticapitalista, para ir hacia otro tipo de sistema, que podríamos llamar el Socialismo del siglo XXI, se van a necesitar muchas luchas sociales, fortalecimiento del movimiento sindical, que ha sido debilitado a través de las últimas décadas de neoliberalismo, más unidad a nivel mundial, más capacidad en la actuación de los movimientos, y no hay ninguna certeza de tener éxito. Tenemos que luchar para encontrar esa salida.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.