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Los pobres, abandonados a su suerte en Estados Unidos

Fuentes: IPS

El gobierno estadounidense de George W. Bush prevé reducir los fondos que destina a las organizaciones sin fines de lucro, en las que delega buena parte de las tareas vinculadas a la atención social. Si Bush se sale con la suya en el presupuesto quinquenal que el Congreso legislativo debe aprobar para el periodo que […]

El gobierno estadounidense de George W. Bush prevé reducir los fondos que destina a las organizaciones sin fines de lucro, en las que delega buena parte de las tareas vinculadas a la atención social.

Si Bush se sale con la suya en el presupuesto quinquenal que el Congreso legislativo debe aprobar para el periodo que comenzará el año próximo, los sectores que están en la parte inferior de la escala socio-económica del país quedarán más abandonados a su suerte de lo que nunca estuvieron, advierten expertos.

El economista Jared Bernstein señaló que Estados Unidos ha ingresado, con esa visión, a la nueva era de la economía del «usted está solo».

Desde hogares de ancianos hasta comedores o albergues para personas sin hogar se encontrarán en esta situación complicada. Millones de ciudadanos dependen de los servicios que brindan las más de 837.000 organizaciones sin fines de lucro que trabajan en el país.

El proyecto de presupuesto 2007-2012 establece recortar el gasto federal para esas entidades, salvo los programas masivos Medicare y Medicaid, en 78.600 millones de dólares, a causa de la inflación, según un análisis de Alan Abramson, director del sector sin fines de lucro y filantropía del Instituto Aspen, que agrupa a expertos.

El gasto en programas de bienestar social, dedicados, por ejemplo, al entrenamiento laboral y el desarrollo comunitario, será reducido en 13.600 millones de dólares, mientras que otros 27.200 millones de dólares serán recortados de una amplia gama de iniciativas de asistencia en efectivo, así como en vivienda y alimentos.

La financiación federal directa de las organizaciones de atención social, excluyendo el apoyo de los proveedores de servicios de salud, caería a su vez en 14.300 millones de dólares.

«Las organizaciones sin fines de lucro no son importantes en sí mismas, sino por la gente a la que atienden», dijo en una entrevista el directivo del Instituto Aspen, con sede en Washington.

«El apoyo del gobierno es muy importante en el balance. Si esas entidades son forzadas a reducirse, y tal vez a aumentar sus cuotas, pueden tener un costo que vaya más allá del alcance de muchas personas», apuntó.

Los años 90 fueron un periodo de auge para las organizaciones sin fines de lucro en Estados Unidos. Las organizaciones benéficas registradas en el Servicio de Rentas Internas aumentaron 76 por ciento entre 1992 y 2002. Buena parte de esta expansión se debió directamente al aumento de la financiación estatal y gubernamental durante el mandato de Bill Clinton.

«Pero desde el año pasado vimos un escenario presupuestal cambiante a nivel federal», dijo Abramson. «Hubo más preocupación por el déficit fiscal, así como presión para gastar en la guerra (en Iraq) y en seguridad interna», añadió.

Abramson estima que alrededor de 20 por ciento de los recursos de estas organizaciones proceden de donaciones privadas, incluyendo a individuos, fundaciones y empresas, 30 por ciento del gobierno federal y de los estados, mientras que el resto es de las cuotas que se pagan por los servicios.

«Los recortes presupuestales federales tienen un impacto importante», coincidió Erica Greeley, subdirectora del Consejo Nacional de Asociaciones Sin Fines de Lucro, que tiene alrededor de 22.000 miembros en 45 estados y en Washington.

«No hay manera de que las donaciones privadas se amplíen», dijo Greeley a IPS. «Aunque algunas organizaciones sin fines de lucro intentan estrategias para obtener ganancias que pueden ser muy innovadoras y empresariales, su rol histórico es brindar servicios a quienes no pueden pagar por ellos», recordó.

«Si el gobierno entrega a terceros sus servicios de la red de seguridad al tiempo que les reduce su presupuesto, inevitablemente habrá un segmento de la sociedad que quede excluido», sostuvo.

Esta es una noticia especialmente mala a la luz de la brecha de ingresos, cada vez mayor en Estados Unidos. Según el último informe de la Reserva Federal, difundido en mayo, uno por ciento de los ciudadanos más ricos del país ahora posee 33,4 por ciento de la riqueza, mientras que 90 por ciento sólo 30,4 por ciento.

«En el occidental estado de California, por ejemplo, se descubrió que la mayoría de los recluidos en centros de detención juvenil pasaron por el sistema de cuidados adoptivos», explicó.

«Uno de los asuntos de más peso en el presupuesto de California son las prisiones. Si uno hace cuentas, ve que invertir en el sistema de cuidados adoptivos limpiaría el sistema judicial juvenil, pero a ellos (en el gobierno) les cuesta mucho lidiar con eso», opinó.

Las políticas sociales comenzaron a cambiar en los años 80, cuando el Estado pasó de financiar directamente a las organizaciones sin fines de lucro a darles dinero a individuos en forma de cupones, dejando a las entidades supeditadas en gran parte al apoyo de privados.

«Lo primordial es que las comunidades tienen necesidades que deben ser satisfechas», puntualizó Greeley. «El mejor modo de hacer esto es una asociación entre empresas, gobierno y organizaciones sin fines de lucro, pues cada uno está mejor posicionado para hacer ciertas cosas por lo cual necesitan reunirse y apoyar lo que tenga que ocurrir», comentó.

Por su parte, Deborah Weinstein, de la Coalición de Necesidades Humanas, una alianza de organizaciones de defensa de los derechos civiles, religiosos, laborales y profesionales, indicó a IPS que nuevos obstáculos «hacen más difícil que las personas salgan de la pobreza y alcancen la estabilidad.

«Además de que los fondos disminuyen, ahora algunos programas piden pruebas de ciudadanía como pretexto para negarles servicios a personas verdaderamente aptas (para acogerse a ellos), pero de bajos ingresos, tales como los negros nacidos en el sur, no en hospitales, que no poseen actas de nacimiento ni dinero para obtenerlas», precisó.

«Nos encaminamos hacia tiempos difíciles», advirtió Weinstein.

El Centro Sobre Prioridades Presupuestales y Políticas estima que los nuevos recortes impositivos elaborado por el gobierno de Bush costarán a los estados 38.000 millones de dólares en los próximos 10 años. En ese lapso perderán 8.100 millones de dólares anuales en materia de ganancias.

Helmut Anheier, quien dirige el Centro para la Sociedad Civil en la Universidad de California dedicado a entrenar a organizaciones no gubernamentales locales y regionales en materia de liderazgo y construcción de capacidad, se manifestó, empero, «medianamente optimista» acerca del futuro de estas instituciones en el estado.

«En Los Ángeles, todo el campo de las organizaciones sin fines de lucro está mucho menos desarrollado que en la costa este» de Estados Unidos, indicó. «Los gobiernos estaduales y locales históricamente jugaron un rol más directo en la provisión de servicios sociales básicos».

«Eso cambió en los últimos 20 años. Las organizaciones sin fines de lucro están creciendo, pero la población crece más rápido, y las primeras son forzadas a seguir ese ritmo.

A causa de la última crisis presupuestal de California, eso fue una montaña rusa, pero ahora estamos en un periodo de transición, donde el gobierno quiere aprender, aunque no sabe demasiado bien cómo transmitir responsabilidades», señaló.

Anheier viajará este mes a Escocia para asistir a la Asamblea Mundial de Civicus, en la que líderes de organizaciones no gubernamentales compartirán del día 21 al 25 sus experiencias sobre temas de justicia social y económica.

El nuevo libro de Bernstein titulado «All Together Now: Common Sense for a Fair Economy» (Todos juntos ahora: Sentido común para una economía justa) plantea así este asunto de justicia social: reemplacemos la economía del «usted está solo» por una sociedad basada en la idea del «estamos todos juntos en esto».