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Los pobres en las universidades

Fuentes: Últimas Noticias

Casi inadvertida pasó la tesis doctoral La exclusión de los pobres de la educación superior, de Eduardo Martínez Gil, luego de ser aprobada con méritos en la Universidad Simón Bolívar en 2003. Una profunda investigación demostraba su tesis recogida en el título, y no obstante la gravedad de sus conclusiones no generó mayores reacciones, pero […]

Casi inadvertida pasó la tesis doctoral La exclusión de los pobres de la educación superior, de Eduardo Martínez Gil, luego de ser aprobada con méritos en la Universidad Simón Bolívar en 2003. Una profunda investigación demostraba su tesis recogida en el título, y no obstante la gravedad de sus conclusiones no generó mayores reacciones, pero bastó que aquí comentáramos sobre su contenido, exactamente hace tres años, para que se produjeran las más diversas opiniones.
Como el tema se ha actualizado a propósito de la discusión sobre el sistema de ingreso a las universidades, y parece que en reciente reunión los rectores estuvieron de acuerdo en que subsiste la exclusión y que, para nuestra sorpresa, hay sectores estudiantiles que defienden los injustos sistemas de ingreso vigentes, quiero recordar algunas cifras reveladoras de un oscuro panorama que apenas ha cambiado.

Tomemos dos universidades, la UCV y la USB. En la Central, en 1981, 65,19% de sus estudiantes eran egresados de los liceos oficiales y 34,75% de los colegios privados; casi 20 años después, en 2000, esas proporciones habían dado un vuelco, de los liceos sólo ingresó 22,45% y de los colegios 71,24%.

Esa disparidad se reforzaba porque de los niveles socioeconómicos de más altos ingresos (A y B) en 1981 entró 25,58% y de los niveles mas pobres (D y E), 21,77%, pero sucede que en 2000 se había acentuado la inequidad: mientras de AB entraba 53,29%, de los pobres (DE) sólo ingresó 6,59%. Dramática esa realidad, pero conmovió a pocos.

Pueden imaginarse lo que ocurrió en la USB, con fama de ser elitesca. En 1981 ingresó 42,32% desde los liceos y 57,68% de los colegios; de ellos, 51,61% del sector rico o pudiente (AB) y 13% de los pobres (DE).

Casi 20 años después, en 1999, en la USB se inscribió desde los liceos apenas 8,89% pero de los privados ingresó 84,07%. Desde el punto de vista socioeconómico, la desigualdad fue mayor: 74,45% eran de extracción social alta, mientras ¡apenas 0,93% era del sector D y ninguno del sector E! Tales desproporciones, con sus variantes, se repetía en todas las universidades, e incluso en los institutos militares.

Por supuesto, a esta fecha han mejorado las proporciones a favor de los antes excluidos, pero sigue existiendo una odiosa disparidad que sólo se corregirá con un sistema de inscripción que no discrimine y que sea justo. Por ejemplo, si se estableciera este año que del medio millón de bachilleres que egresan, incluidos 210 mil de la población flotante, al menos 65% debería ser de los liceos públicos, como reflejo de su población de egresados y flotantes 2008.