El libro «Intelectuales de consumo», de José Antonio Fortes, profesor de Literatura Española Contemporánea de la Universidad de Granada, que preside la Asociación para la Investigación y Crítica de la Ideología Literaria en España, el libro «Intelectuales de consumo», decía, es una proclama para no rendirse, una llamada a conocer la realidad, principio número 1 […]
El libro «Intelectuales de consumo», de José Antonio Fortes, profesor de Literatura Española Contemporánea de la Universidad de Granada, que preside la Asociación para la Investigación y Crítica de la Ideología Literaria en España, el libro «Intelectuales de consumo», decía, es una proclama para no rendirse, una llamada a conocer la realidad, principio número 1 para poder transformarla, y la realidad de la que nos habla José Antonio Fortes es la de los intelectuales, aquí y ahora. ¿A qué se dedica el núcleo duro de los intelectuales, los más difundidos, los más conocidos, y por qué lo son en éste régimen capitalista que llaman democracia y no lo es?.
Hemos pasado por situaciones muy comprometidas después que el fascismo diese el testigo del que llegaba a su meta al que esperaba como su corredor de relevos más destacado en ésta carrera de clases. ¿Y los intelectuales qué han hecho?, ¿a quién han vitoreado y ayudado?, ¿para qué clase social han trabajado y para qué clase social trabajan?, ¿por qué?. Solo falta que nos preguntemos: ¿qué debemos hacer quienes leemos y queremos cambiar la relación de fuerzas?. Saber leer no es juntar vocales y consonantes, unir sílabas, saber leer es aprender a razonar, a entender, y entender ha de servir para actuar en consecuencia. «Actuar en consecuencia», frase ambigua, ¿a favor de quién?.
Aunque en la lectura de éste ensayo titulado «Intelectuales de consumo» usted encuentre que tiene diferencias con la percepción histórica del autor, diferencias en algunas interpretaciones de la acción de la República, del PCE, de Stalin, el mismo autor en la nota previa advierte que su libro es abierto: «Mi ensayo queda abierto, en la misma proporción con la que escribo», y como es el que tiene la palabra se requiere de quien lee su atención «radical y razonada, … hecha a base de experiencias, de acontecimientos vividos, de hechos conocidos,…», son palabras que el autor atribuye a su escritura y que debe blandir sin prejuicios quien lee. Con el requerimiento de conocer hay que ir a lo determinante en el discurso, llevando la lectura hasta el final.
Antes del comienzo encontramos tres párrafos, uno de «El Capital», de Karl Marx, otro de «Cuadernos de la cárcel», de Gramsci, y el tercero de «En la estela de la teoría», de P. Bové, nos advierten, en el caso del primero, que lo que vamos a leer sobre ciertas personas no se va a referir a ellas como tales, sino que son «personificación de categorías económicas, portadoras de determinadas relaciones e intereses de clase»; del segundo, cómo los intelectuales cumplen «funciones subalternas de la hegemonía social y del gobierno político», y del tercero, es un párrafo que los caracteriza social y políticamente, lo que los eleva y sitúa a la vista de la sociedad «es la traición», haciéndose visibles como «una oligarquía de lo aceptablemente mediocre». Mediocre, lo del medio, lo que interrumpe la vista o el paso. Y ante esa traición que llevan a cabo contra los de abajo, traición a la que nos invitan con mesura a la vez que con engolamiento y formas que los distingue, el sistema los asimila y los proyecta.
El libro de José Antonio Fortes arranca con unos versos de Silvio Rodríguez, que entran como anillo al dedo, de un poema titulado «El necio»: «…me vienen a convidar a arrepentirme, / me vienen a convidar a que no pierda, / me vienen a convidar a indefinirme, / me vienen a convidar a tanta mierda.»
«Intelectuales de consumo» se mete en/con el paraíso de los intocables, esos intelectuales que P. Bové define como «oligarquía de lo aceptablemente mediocre». Y una vez dentro de ese paraíso nos muestra los hilos del mercadeo, de su venta continua de imagen y material ideológico integrado, que promueven desde plataformas que utilizan los mismos métodos que cualquier otra empresa, buscar con la estética y las emociones asimilar al lector, hacerle consumir sus trabajos construidos desde el desclasamiento, desde la aparente desiologización, con lo que sitúan su oferta al lector en el terreno de la no crítica, es la manera con que el sistema entra con más facilidad en nuestra voluntad y la dispone al servilismo.
Los intelectuales a los que mira Fortes como reproductores de ideología de derechas haciéndola tragable, tienen esa función, son empleados del Estado capitalista, son «FICS», «Funcionarios Ideológicos de Clase» , así es como los denomina, su trabajo conecta con los intereses estratégicos de la gran burguesía: hacer que la violencia estructural, la explotación, eso que el capitalismo descarga sobre la clase productiva, sea aceptado como parte de «la vida»; una vez que consideramos en esos términos la explotación es más fácil conducirnos al consumo, terreno donde ya no disponemos de ninguna capacidad de decisión, solo se nos incita a elegir, no podemos decidir. A esa altura ya está instalado en nuestra conciencia el mayor de los controles.
El libro repasa actividades y relaciones de los más destacados intelectuales, sus derivaciones y en qué se han venido empeñando, repasa todo el arco, desde los que confluyen con el fascismo hasta la reconversión de éstos para la defensa del Estado descendiente, desde los que propagan la fe y el dogma idealista hasta quienes se revisten de posmodernidad, para, mediante el recorrido por su vida intelectual, dejarnos ver cómo convierten su puesta en escena en personalismo y ahistoricismo. La representación máxima de tales elementos la ostenta Aranguren, que declarará a la prensa que hacía digerible la «transición» cuando la sangre de los asesinados por el fascismo aún estaba caliente: «… la dedicación de los intelectuales en la oposición al franquismo era más cómoda que ahora»; siguiendo su recorrido, en otro momento dirá: «¿Qué podemos hacer?: Nada, no podemos hacer nada. Que estamos sin salida, salvo la utópica, la heterodoxa.» A la vez el profesor e historiador Josep Fontana dibuja el panorama que conforman esos intelectuales y declara su posición, tomo aquí el párrafo que aparece en «Intelectuales de consumo»: «Fontana habla de «la lucha ideológica», de la disfunción obsoleta en que dejan «al intelectual» «los políticos acomodados a la nueva etapa en la lucha». Qué «al intelectual le toca hoy revisar su postura personal, bajar de la hornacina, percatarse de que ya no le está permitida la ambigüedad: que debe tomar partido». Aunque «muchos intlectuales parecen añorar hoy algunos de los rasgos de la época de la lucha contra el franquismo, como el clima de entendimiento entre todos cuantos estaban frente a la dictadura, y tal vez el papel de protagonistas que gozaron en aquellos días, aupados por unos políticos que necesitaban de sus posibilidades de expresión».
Los intelectuales, en su gran mayoría, han sido y continúan siendo «Los previsores del porvenir»* de la gran burguesía, y era precisa una respuesta desde «el violento oficio de escribir» **.
* «Los previsores del porvenir» se llamaba la empresa de pensiones creada en la época de Alfonso XIII; los suscriptores de sus pólizas eran fundamentalmente pequeños comerciantes. Cuenta la voz popular que sin haber prestado ningún servicio ni pagar a sus empleados la empresa y el dinero desaparecieron. El caso se cerró sin investigación. «Los previsores del porvenir» se unirían al Banco Popular. Los pequeños comerciantes, suscriptores creyentes de las bondades de clase de la aristocracia fundadora, la enriquecieron aún más.
** «El violento oficio de escribir» es el título del libro que recoge la obra periodística de Rodolfo Walsh, editado en 451.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria histórica. Posfacios». Edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.