Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez
Gleisi Hoffmann y Lula durante el VI Congreso del PT (Fuente: Brasil 24/7)
Para quien considere que el PT está acabado, la realización de su VI Congreso, en Brasília, mostró la vitalidad del partido y de su militancia. Más de dos mil personas participaron en los actos programados, promoviendo el debate político y la responsabilidad en la definición del rumbo que habrá de tomar el partido a partir de ahora.
El PT que realizó ese congreso está situado entre un pasado reciente de gobierno que transformó positivamente Brasil y la expectativa de poder regresar a ese lugar, ahora con las experiencias adquiridas y los problemas y reveses sufridos.
Fue un congreso que al mismo tiempo hizo un balance de la actuación del Partido, no para expiar la culpa, como le hubiese gustado a muchos, si no para extraer lecciones de los errores y para proponer alternativas más osadas, que nos permitan volver a gobernar Brasil.
Las resoluciones aprobadas en el congreso atestiguan una fuerte unidad política de la base, decepcionando a quienes querían ver luchas internas y fuertes divisiones en el seno del Partido. Las decisiones mostraron la madurez de quienes tienen un gran respeto por el PT y, consecuentemente, por el pueblo brasileño.
De manera alta y clara aprobamos las ‘Diretas Já’. Además, defendimos el adelanto electoral del 2018, así como la salida inmediata de Temer y vetamos que el caso llegue, bajo ningún concepto, al Colegio Electoral. Además, defendimos el fin de las reformas en tramite parlamentario y la convocatoria de una Constituyente Soberana, para hacer las reformas que el pueblo verdaderamente necesita.
La clase dominante brasileña no tiene ninguna responsabilidad para con Brasil y su pueblo. Ahogaron al país en esta crisis, no dudan en golpearnos, detuvieron el avance de Brasil, llevaron el miedo a las personas. El paro afecta a 14 millones de trabajadores y la economía no da señales de crecimiento sostenible. Para mayor agravio, el presidente y sus ministros están envueltos en una serie de delitos y acusaciones, con evidencia fehaciente de sus manejos. Sin embargo, resisten, apoyados por quienes defienden las refosmas antipopulares que se están tramitando en el Congreso.
Lo que vemos hoy en Brasil es una fuerte asociación entre el sistema financiero, el gran empresariado, la aristocracia del poder público y los medios de comunicación tradicionales que, como portavoz de esa alianza, milita a favor de las reformas. Tan sólo no está invitado a ese festín el pueblo, situado al margen del gobierno, que sólo tiene ojos para defenderse a sí mismo, dejando al país en el caos, sin perspectiva de solucionar la situación a corto plazo.
Su mayor preocupación, después de las reformas, es impedir que haya elecciones directas y que Lula pueda presentarse. Por eso la sistemática persecucion a nuestro ex presidente y a nuestro partido. Es una guerra sin armas. La destrución no es física, si no moral. Quieren evitar que Lula tenga derecho a la existencia, a su palabra, a su condición de ciudadano. No obstante, cualquier elección directa sin Lula no será democrática, será un fraude.
Esa classe dominante no soporta la idea de que el compromiso con los más pobres será rescatado. No hay ni solidaridad, ni visión de Nación. En la crisis tan sólo se quieren salvar a sí mismos. El pueblo no les interesa. Por eso no hay lugar para la conciliación. La estabilidad que quieren es para sus negocios y para sus ganancias, no para el país.
En esta coyuntura, el PT, el mayor de los partidos de izquierdas de Brasil, tiene la responsabilidad de enfrentarse a esa situación: radicalizarse democráticamente, aliarse con las fuerzas populares y progresistas, con los movimientos sociales, estar en las calles al lado del pueblo para combatir los retrocesos y quitar a este gobierno golpista del poder.
Nuestro compromiso es con la lucha de las mujeres, de los jóvenes, de los indígenas, de la población negra y LGBT. Es con los pobres y los trabajadores brasileños. Es con el desarrollo de Brasil, con la creación de empleo, la distribuición de la renta y la justicia social.
Esa postura, adoptada unitariamente en el congreso por la siempre valiente militancia petista, es la que nos da fuerza para resistir y para avanzar.
Gleisi Hoffman acaba de ser designada presidenta del PT en el VI Congreso.