Se han defendido no hace mucho los servicios básicos universales (SBU) como alternativa preferible a la renta básica, sobre la base de que sería una manera más barata y rentable de combatir la pobreza. Con la premisa de que ‘los servicios esenciales deberían ser gratuitos en situación de necesidad’, en paralelo a la sanidad universal […]
Se han defendido no hace mucho los servicios básicos universales (SBU) como alternativa preferible a la renta básica, sobre la base de que sería una manera más barata y rentable de combatir la pobreza.
Con la premisa de que ‘los servicios esenciales deberían ser gratuitos en situación de necesidad’, en paralelo a la sanidad universal [representada por el National Health Service británico] y la educación pública, y quienes lo postulan han identificado la vivienda ‘básica’ gratuita universal, alimentos gratuitos, licencias gratuitas de televisores [el canon que se paga anualmente en Gran Bretaña], transporte local gratuito y un paquete de comunicaciones ‘básicas’ que incluya teléfonos móviles e internet de banda ancha. Y todo esto, argumentan, costaría 42.000 millones de libras, o cerca del 2,3% del PIB.
Deberíamos estar unidos a la hora de aspirar a más y mejores servicios públicos. Pero mejorar los servicios públicos no se contradice con proporcionar una renta básica. Satisfaría diferentes necesidades y propósitos. Sin embargo, las propuestas de ‘servicios básicos universales’ no son lo que parecen a primera vista.