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Los Trump-economics a prueba

Fuentes: Socialismo 21

Antes de que Donald Trump fuera elegido, los mercados bursátiles descendieron cada vez que mejoró en las encuestas de opinión pública. El capital financiero no quería que ganara. Pero después de su sorprendente elección, los mercados de valores no se hundieron. Por el contrario, han aumentado sustancialmente con un dólar fortalecido. Parece que, después de […]

Antes de que Donald Trump fuera elegido, los mercados bursátiles descendieron cada vez que mejoró en las encuestas de opinión pública. El capital financiero no quería que ganara. Pero después de su sorprendente elección, los mercados de valores no se hundieron. Por el contrario, han aumentado sustancialmente con un dólar fortalecido. Parece que, después de todo, «Donald» puede ser una buena cosa para el capital.

Gran parte de este optimismo es una ilusión. Pero, no olvidemos que con «ilusiones» trabajan los mercados de futuro. La especulación está basada en las políticas que Trump propone: rebajas de impuestos para el sector empresarial y reducciones de impuestos sobre la renta personal para beneficiar al 1% de los ingresos más altos.

Además, Trump asegura que va a gastar hasta 1 billón de dólares en nuevos proyectos de infraestructura y de inversión en todo el país y que va a desregular la banca y reducir los derechos laborales (lo que queda de ellos).

A pesar de la general aversión con que los «gurús keynesianos» han rechazado las diatribas de «Donald» las medidas de estímulo son música para los oídos de los economistas keynesianos.

En efecto, si estas políticas se implementan, durante los próximo años, los «Trump-economics» serán el próximo gran test para la solución keynesiana a esta larga depresión de la economía mundial .

Sin embargo, no habrá que olvidar que los «Abe-economics», en Japón, que utilizaron políticas similares en el gasto público, con recortes de impuestos y flexibilización cuantitativa, ha fracasado estrepitosamente. El crecimiento del PIB de Japón casi no se ha movido, mientras que los ingresos salariales y los precios se mantienen paralizados.

PIB Japón

 

Ahora algunos keynesianos están aplaudiendo el enfoque de Trump como «un pausa en el neoliberalismo». El historiador y biógrafo de Keynes, Robert Skidelsky se muestra de acuerdo con lo que «Trump ha prometido; un programa de inversión en

infraestructura de 800 billones de dólares ( financiados con bonos ) y, una reducción masiva del impuesto de sociedades. Ambas medidas están dirigidas a estimular el crecimiento y, a la creación de 25 millones en nuevos empleos. Todo esto, sumado al compromiso de mantener la asistencia social, equivaldría a una forma moderna de política fiscal keynesiana «.

Skidelsky explica: » A medida que Trump se mueve hacia el populismo, los liberales deben alejarse del disgusto y la desesperación, más bien deben entender el potencial positivo de Trumpismo. Sus propuestas deben ser analizadas con refinamiento, no deben ser descartadas como un delirio de ignorantes. «

Los liberales keynesianos pueden fácilmente «enganchar» con Trump y adoptar los «Trump-economics», pero aquellos que quieren mejorar la suerte de los trabajadores, esa gran mayoría que no pertenece al uno por ciento, deben tener una visión diferente.

Veremos como funcionará los «Trump-economics».

Al parecer, Skidelksy piensa que la reducción del impuesto de sociedades creará nuevos puestos de trabajo y aumentará el crecimiento. Bueno, no hay ninguna evidencia que (en las principales economías del mundo) los recortes al impuesto de sociedades haya funcionado.

De hecho, las tasas a los impuestos corporativos se redujeron durante el período neoliberal y, sin embargo, el crecimiento económico ha fracasado. Lo que ha sucedido es que ha aumentado la proporción destinada a los beneficios del capital a costa del trabajo y ha crecido la especulación financiera improductiva. Oficialmente, los EE.UU. tiene una tasa marginal del impuesto a las corporaciones de un 35 por ciento, pero después de las excepciones propias del sistema, esta tasa es sólo de un 23 por ciento; un porcentaje que se encuentra entre los más bajos del mundo.

Beneficios de las grandes corporaciones

El plan de infraestructuras de Trump es forzoso. En mi blog, a menudo he divulgado el terrible estado de los servicios públicos y de las comunicaciones en los EE.UU. La antigüedad promedio de estos activos fijos es de 22,8 años. El gasto en infraestructura se encuentra en mínimos desde hace 30 años . Puentes, carreteras y ferrocarriles se están desmoronando ante nuestros ojos.

De acuerdo con un informe de la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles ( 2013) los EE.UU. tienen serias insuficiencias en infraestructuras. Necesita más de 3.4 billones de dólares hasta el 2020. Estas inversiones comprenden 1.7 billones de dólares para carreteras, puentes y circulación; 736 mil millones para redes eléctricas; 391 millones para escuelas; 134 millones de dólares para aeropuertos; y 131 millones de dólares para los cursos de agua y proyectos relacionados. Sin embargo, la inversión federal en infraestructura se ha reducido a la mitad durante las últimas tres décadas, del 1% al 0,5% del PIB.

Sin lugar a dudas, la inversión pública en infraestructuras ayudaría a la economía aumentando un poco el crecimiento. Goldman Sachs estima este crecimiento en 0,2 por ciento al año. En realidad, la propuesta de Trump de llegar a un billón de dólares en inversiones (en los próximos cuatro años) es simplemente una engaño.

No habrá inversión pública de esa magnitud. Los gastos públicos serán limitados. Los fondos se obtendrán de fuentes privadas, que, como era de esperar, recibirán incentivos para proporcionar el dinero. Las grandes empresas constructoras y promotoras (como Trump Inc. ) obtendrán rebajas de impuestos y también, el derecho a poseer los puentes, las carreteras, etc. que finalmente serán financiados por los usuarios, mediante el pago del peaje.

Caídas inversiones públicas

Por otra parte, como he sostenido en muchos artículos, hay poca evidencia que los programas de estímulo keynesianos proporcionen trabajo y estimulen el crecimiento.

Skidelsky habla de la » Era Roosevelt» en la década de 1930. En realidad, con Roosevelt. se crearon muy pocos puestos de trabajo permanentes o nuevos trabajos. La tasa de desempleo se mantuvo hasta el comienzo de la guerra. Tal como lo documenta el libro » El fin de la depresión» ( de Paul Krugman , gurú estadounidense keynesiano) solo con la guerra se alcanzó el pleno empleo y la recuperación económica.

Cuando los gobiernos utilizaron los excedentes presupuestarios para recortar la deuda pública – en el período de «austeridad»; en el que todavía estamos – los keynesianos sostuvieron que el «efecto multiplicador» de la austeridad es enorme (es decir, el crecimiento se esta reduciendo drásticamente en más de uno-a-uno del PIB con la reducción en los déficits presupuestarios o del gasto público ).

Bueno, en artículos anteriores, he demostrado que este » efecto multiplicador» está seriamente en tela de juicio. De hecho, hay poca correlación entre la reducción y, el aumento de los déficits o los gastos públicos con el estancamiento del crecimiento desde 2009. La mejor correlación para el análisis del crecimiento se encuentra en estudios de las ganancias del capital, no del gasto público .

Recientemente, Nora Traum, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, presentó un documento titulado «Aclaración acerca del efecto multiplicador fiscal «. El documento explica como «diferentes supuestos producen diferentes efectos multiplicadores». Ella utilizó tres tipos diferentes de modelos y tres diferentes propuestas de reforma tributaria para predecir el efecto del gasto fiscal sobre el crecimiento . En una de las reformas, las predicciones, sobre el crecimiento, variaron en el corto plazo del 4,2 al 16,4 por ciento y, en el largo plazo de un 1,7 al 7,5 por ciento

En otras palabras , las investigaciones han demostrado que para el capital , es una buena noticia, recortar el gasto publico en lugar de aumentar los impuestos . La reducción de los gastos del gobierno ofrece más espacio para el capital privado . Y, aumentar el impuesto de sociedades, es perjudicial para el capital y por tanto para su crecimiento.

Ahora veremos que pasará con la expansión fiscal de la era Trump ( habrá que verlo…). La reducción de los impuestos al capital , no implicará el aumento gasto publico, especialmente si este ,interfiere o sustituye la inversión privada directa que obtendrá los contratos . Este es el acierto en contra de este tipo de estímulo keynesiano sustentada por post-keynesiano Michael Kalecki.

La economía marxista da una explicación a este tema ; la rentabilidad de los proyectos es lo que realmente impulsa la inversión en las economías capitalistas modernas, donde siempre predomina la inversión del capital privado. Cuando la rentabilidad es muy baja, la inversión privada no existe, pero aún si esto llega a ocurrir, en este modelo el sector público no debe interferir.

Esta es la gran diferencia entre el plan de Trump y el plan del gobierno Chino con su masiva inversión en infraestructuras y urbanización desde 2009. China ha gastado

unos 11 billones de dólares en infraestructura en la última década – más de 10 veces de lo que propone Trump. Esta inversión pública, financiado por los bancos estatales y llevado a cabo por empresas estatales, ha debilitado el crecimiento del sector privado en China. A pesar que el Estado Chino controla la economía nacional y, a las grandes empresas extranjeras (para disgusto del Banco Mundial), las grandes inversiones no se detendrán, permitiendo a los chinos alcanzar un crecimiento real anual del 6.7%, durante esta larga depresión.

Inversiones públicas en China

Por tanto la probabilidad que las «Trump-economics» vaya a funcionar, produciendo un crecimiento económico de un 4% al año, es muy baja. Es irónico, porque los asesores

Bernie Sanders sugirieron adoptar un programa similar al de Trump para lograr un 4% de crecimiento del PIB real. Los economistas de la corriente de Friedman (como Romer1) – pusieron el grito en el cielo, exclamando que esas medidas eran una quimera. Ahora que Trump lo enarbola, resulta atractiva, e incluso posible, para los mercados financieros y para los keynesianos .

Al igual que los «Abe-economics» japoneses, los «Trump-economics» son realmente una combinación de keynesianismo y neoliberalismo. Los nuevos recortes en gastos e impuestos serán pagados, al parecer, por una mayor desregulación de los mercados y la creación de condiciones para aumentar sus ganancias. Esto supone que al aumentar la tasa de crecimiento con un «modelo dinámico», que antes se llamaba ‘economía del goteo’ . Un sistema, donde los ricos disfrutan de recortes en los impuestos que gastarían en los bienes y servicios, de manera tal, que el resto de la población obtendría algo más de ingresos y puestos de trabajo.

El principal incentivo según los expertos económicos de Trump no son las reducciones del impuesto personal o corporativo, sino en permitir que las empresas amorticen sus inversiones de inmediato, en lugar de hacerlo a través del tiempo.

Skidelsky ignora, en medio de su satisfacción, que en las políticas de Trump esta el sello del proteccionismo comercial y las restricciones a la inmigración. Estas políticas se aplicarán antes que practicar «un estímulo al estilo keynesiano».

Trump planea dejar TTP (el acuerdo comercial regional con Japón y Asia) y TTIP (con Europa) y «renegociar» el NAFTA, el acuerdo comercial regional con México y Canadá. El objetivo es «proteger» los empleos en Estados Unidos y poner fin a la obra barata mexicana.

Cuando en el mes de marzo «Donald Trump » dice: «Voy a conseguir que Apple comience hacer sus ordenadores y sus iPhones en nuestra tierra, y no en China» en realidad, esta diciendo que quiere imponer un arancel de un 45% a las importaciones chinas.

De acuerdo con Daiwa Capital Markets, se ha estimado que esto podría hacer descender el PIB de China en un 4,8% y las exportaciones chinas a los EE.UU. en un 87% en tres años. Si Apple, encuentra suficientes trabajadores para montar sus artefactos en EE.UU, según Jason Dedrick (profesor de la Escuela de Estudios de la Información en la Universidad de Syracuse) el coste de fabricación de un iPhone de Apple podría aumentar de 30 a 40 dólares.

Ahora, dado que el trabajo representa sólo una pequeña parte de los costes totales de un dispositivo electrónico, la mayoría de estos mayores gastos provendrían de las piezas enviados hacia los EE.UU. Si los componentes de iPhone se hicieran en los EE.UU., los costos del dispositivo podría subir hasta $ 90. Esto significa que, si Apple elige por pasar estos costes a los consumidores, el precio de venta del dispositivo podría subir alrededor del 14%. De esta manera, las políticas comerciales de Trump significarían un fuerte aumento de los precios de los bienes en los EE.UU, incluso suponiendo que no haya represalias por parte de China.

Valor agregado a la cadena productiva mundial

 

Tal como John Smith explica en su libro, «El Imperialismo del siglo XXI», globalización, sobre-explotación, y crisis final del Capitalismo» : » Alrededor del 80 por ciento del comercio mundial (en términos de exportaciones brutas) está vinculada a la producción internacional de las redes de empresas transnacionales «.

La UNCTAD estima que » cerca del 60 por ciento del comercio mundial. . . consistente en el comercio de bienes y servicios incorporan intermediarios en las diversas etapas del proceso su producción». Esto significa que una característica fundamental de la globalización contemporánea es que una gran y creciente proporción de la fuerza de trabajo, en cadenas de valor mundial, ahora se encuentran en las economías en desarrollo.

En una frase, el centro de gravedad de la mayor parte de la producción industrial del mundo se ha desplazado desde el Norte hacia el Sur de la economía mundial. (lo dice Smith cuando cita a Gary Gereffi ).

Revertir esta característica clave de lo que se ha llamado «globalización» sólo puede ser perjudicial para las empresas estadounidenses, mientras que al mismo tiempo, a la larga estas desplazarán la carga del costo y de los precios a los hogares estadounidenses.

La globalización – expansión transfronteriza de los flujos comerciales y del capital mundial y, desarrollo de cadenas de valor agregado a nivel internacional – ha sido un importante factor que se ha impedido temporalmente la tasa de ganancia decreciente – experimentada desde mediados de la década de 1960 hasta principios de 1980- en las economías capitalistas avanzadas.

La desregulación de los derechos laborales ( aplastando el poder de los sindicatos ) y la privatización de los activos del sector público nacional fueron de la mano con la expansión global de las multinacionales. Trump habla ahora de revertir este factor compensatorio para beneficiar a su electorado del «cinturón de óxido» ( del medio oeste americano) que ha sufrido por la deslocalización de las multinacionales norteamericanas que se trasladaron a explotar la mano de obra barata en México, Asia y América Latina.

La ironía (y la preocupación del capital) es que la gran recesión y la consiguiente larga depresión parece que terminará ,de todos modos, con la globalización. La globalización ya estaba en problemas antes Trump y del «Brexit».

La crisis financiera mundial, la Gran Recesión y la consiguiente Larga Depresión (similar a la década de 1930) desde 2009 habían traído la expansión del comercio mundial a un punto muerto.

Comercio mundial

Según el FMI , la participación de las cadenas globales de valor y el aumento de la rentabilidad de las principales multinacionales, también se ha estancado.

Deterioro de los beneficios del capital transnacional

Es cierto que los flujos de información (tráfico en Internet y llamadas telefónicas) han crecido, pero los flujos comerciales y de capital están todavía por debajo de los máximos previos a la recesión. Por otra parte la inversión extranjera directa, como porcentaje del PIB está cayendo.

Los flujos de capital en las llamadas economías emergentes han caído en picado.

Cuando los líderes del G-20 se reunieron, poco antes de la victoria Trump, ya preveían la crisis de la globalización. Por tanto, señalaron que se oponían al proteccionismo comercial «en todas sus formas». Los economistas de Deutsche Bank lo habían adelantado: «Sentimos que estamos llegando al final de una era económica … y el tiempo se acaba para evitar un cambio de régimen económico y político dadas las tensiones existentes en el sistema «.

Los «patronos» del capital internacional están preocupados porque las «Trump-economics» sólo empeora las cosas para sus ganancias a nivel mundial. Bin Smaghi, ex miembro del BCE y líder estratega del capital financiero , ha comentado: «Tratar de revertir la globalización puede ser perjudicial, especialmente para los país que van adelante . Se trata de economías avanzadas que se enfrentan al mayor desafío del ultimo tiempo . Los movimientos anti-globalización están ganando apoyo y los gobiernos se ven tentados a volcarse en sí mismos. Sin embargo, debido a que sus economías son tan grandes y están atadas a las redes de la globalización, no podrán revertir el curso, a menos que los mercados emergentes también se retiren «.

Por otra parte, el riesgo para las economías emergentes es que podrían ser conducidas a una depresión comercial que reduciría aún más las entradas de capital.

Reducción de las inversiones

Las economías emergentes han ido acumulando grandes cantidades de deuda (crédito) concedidas por los bancos estadounidenses y europeos para invertir, no siempre en los sectores productivos. Esto no ha causado ningún problema hasta ahora porque las tasas de interés a nivel mundial han sido muy bajos y el dólar de EE.UU. ha estado débil por lo que el endeudamiento en dólares todavía no ha sido un problema acuciante .

Pero, debido en parte a los «Trump-economics» esto está empezando a cambiar. Este año Moody ‘s Investors ha presentado 35 degradaciones crediticias a países como Alemania, Austria, Turquía y Arabia Saudita, mientras que ha reconocido solo cinco actualizaciones de primer nivel. Actualmente, solo 35 de los 134 países evaluados, por esta firma de calificaciones, tienen una perspectiva positiva. Estos datos descubren que unos 7 billones de dólares en deuda pública este situación de riesgo de pago, según datos del Banco Internacional de Pagos.

La proporción de países con una perspectiva negativa, según Moody – la más grande desde 2012 – no ha podido llegar en peor momento. Las tasas de interés de los bonos, especialmente, los que tienen plazos más largos, están aumentando drásticamente. Si este es el final del mercado de bonos los gobiernos – después de casi 35 años de bajas tasas de interés . deberían estar preparándose para costes, significativamente mayores, del crédito.

Al mismo tiempo, el dólar estadounidense se ha disparado con fuerza, hacia arriba, en comparación con otras principales monedas.

Aumento dólar estadounidense

Por otra parte, el global de la deuda, en relación con la inversión productiva, se halla en franco aumento.

Deuda mundial

Y el ratio de la deuda del sector empresarial, de las economías emergentes, también ha aumentado considerablemente.

Aumento deuda de capital

En definitiva, al bajo crecimiento económico, la desaceleración a nivel mundial, el aumento del coste del crédito y, un comercio estancado, ahora hay que agregarle los «Trump-economics». Todo el paisaje económico tiende a aumentar el riesgo de una crisis mundial. La política económica de Trump no lo evitará de ninguna manera.

Traducción: Emilio Pizocaro

Michael Roberts, es un economista marxista británico, que junto al economista paquistaní Anwar Shaikh, adelantó en sus artículos la crisis financiera del 2008. Ha trabajado como analista económico en la City de Londres durante más de 30 años.

Fuente: http://socialismo21.net/los-trump-economics-a-prueba/