La oposición insiste en utilizar atajos antidemocráticos para destruir la Revolución Bolivariana y restaurar el oprobioso pasado de un neoliberalismo que sembró el país de hambre y miseria en nombre de una democracia privatizadora. Cada atajo se le convierte en un tortuoso vericueto que los conduce a una nueva derrota. La pretensión de deslegitimar al […]
La oposición insiste en utilizar atajos antidemocráticos para destruir la Revolución Bolivariana y restaurar el oprobioso pasado de un neoliberalismo que sembró el país de hambre y miseria en nombre de una democracia privatizadora. Cada atajo se le convierte en un tortuoso vericueto que los conduce a una nueva derrota.
La pretensión de deslegitimar al Presidente Nicolás Maduro recibió un duro golpe la semana pasada cuando el Presidente de la OEA, José Miguel Insulza, anunció que no existe ninguna razón valedera para revisar los resultados de las elecciones presidenciales celebradas en Venezuela el 14 de abril de 2013 porque ya el Tribunal Supremo de Justicia emitió el veredicto final. Inmediatamente, CAPriles respondió calificándolo de inepto por no satisfacer sus pretensiones.
Los argumentos del Insulza fueron claros y precisos aunque más contundente resultó la declaración del gobernador del estado Lara, Henry Falcón, quien afirmó que ya era tiempo de reconocer la legitimidad del Presidente Nicolás Maduro porque todos los argumentos han sido derrotados. No hubo respuesta de CAPriles. ¿Otro inepto?
La legitimidad del Presidente Nicolás Maduro no está en duda, ni constituye un argumento válido para intentar desestabilizar el país porque el gobierno demostró apoyo popular y estabilidad institucional para mantener y profundizar los cambios políticos en el marco de un proceso de transformación social que nos conducirá a una nueva sociedad y porque los preceptos legales han sido cubiertos a cabalidad.
Ante esta nueva derrota, la oposición apura el paso por los vericuetos de la desestabilización. La «guerra económica» se torna más intensa y se expresa en campañas mediáticas que anuncian la escasez de nuevos productos de la cesta básica con la intención de crear una angustia colectiva que provoque compras nerviosas y mantenga la escasez artificial.
Los grupos económicos, en armonía con la oposición, mantienen un monopolio y control de la producción que utilizan para crear desequilibrio en el abastecimiento y con ello transmitir una sensación de escasez que se refleja en anaqueles vacios aunque los depósitos están llenos de productos que no se exhiben para la venta normal.
Las grandes cadenas distribuidoras de alimentos someten a los ciudadanos a inmensas colas en los horarios más incómodos para provocar molestia y desconfianza en las instituciones y el gobierno. Nadie puede estar contento en una cola bajo el sol para comprar harina de maíz, leche, pollo y/o aceite. ¿Por qué no se obliga a los supermercados a exhibir en los anaqueles los productos y controlar la cantidad a vender desde la caja registradora?
Otro aspecto de la ofensiva de la oposición con la «guerra económica» es la creciente especulación financiera con el mercado del dólar paralelo. Comerciantes de todos los niveles justifican el desmedido incremento de precios con el argumento de no recibir dólares de CADIVI, oportunamente. Todos los precios son calculados con base al dólar paralelo y eso alimenta una espiral inflacionaria que deriva de problemas estructurales propios de de una sociedad en transición. ¿Por qué no se establece la etiqueta que identifique los productos financiados con dólares de CADIVI?
Frente a esta embestida de la oposición y las amenazas de un octubre de desestabilización, es imprescindible explicarle a la gente que el desequilibrio en el abastecimiento, la escasez artificial, las colas y el incremento en los precios de los productos de la cesta básica es parte de un plan desestabilizador. Es el plan perverso de una oposición que ha sido derrotada y, en su desespero, busca atajos antidemocráticos sin importar el daño que causan a la población.
Los esfuerzos del Presidente Nicolás Maduro y el Órgano Superior para la Defensa Popular de la Economía para superar esta situación, no tendrán resultados inmediatos sin participación popular. Gobernadores, alcaldes, parlamentarios, colectivos, organizaciones sociales y toda la estructura del PSUV deberían convocar a la movilización popular contra la «guerra económica». Movilizaciones simultáneas en cada estado, asambleas populares en todo el país y una gran marcha nacional en defensa de la economía popular sería un buen comienzo para un octubre de victoria…Desplegarse por todos los rincones de la Patria como ordenaba el Comandante Chávez en estos casos…movilización popular para derrotar los planes desestabilizadores…
@dariomorandy
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