Luis Herrero pasa por ser un «enfant terrible» de la derecha española. Opinador de oficio en la emisora de la Conferencia Episcopal española (COPE) e íntimo amigo y colega de Federico Jiménez Losantos (el que dijo que la oposición tenía que haber matado a Chávez el 11 de abril y que a Fidel había que colgarlo), tuvo una fugaz pero estelar actuación en el numerito opositor del 15-F, aunque, dicho sea con perdón para el entrañable Mario Moreno, algo cantinflesca…
Han pasado pocas horas desde que el Gobierno venezolano conminó al señor Luis Herrero a que abandonara el país, tras haber violentado la normativa que regula su papel como «acompañante» del proceso electoral y haber calumniado al jefe de Estado, algo que en el Reino de España le habría costado un disgusto muy serio, puesto que es un delito penado por la ley.
Han pasado pocas horas, decimos, desde que este tertuliano metido a político fue expulsado de Venezuela, y ya han corrido ríos de tinta sobre el episodio. El diario «El País», por tomar una fuente no proclive al PP, afirma que Herrero fue expulsado «por cargar contra Chávez» (ver), por no mencionar al monárquico ABC, que habla de un «secuestro en toda regla» (ver).
Pero ¿qué dijo Luis Herrero? ¿Por qué lo están conminando a abandonar el país, 36 horas antes de un referéndum en el que los venezolanos deben decidir si eliminan la limitación que la Constitución impone actualmente a los cargos de elección popular, que solamente pueden postularse dos veces consecutivas, y posibilitan, como en Europa, que los candidatos puedan postularse al cargo cuantas veces lo quieran sus organizaciones políticas?
He aquí las declaraciones de Luis Herrero que provocaron la indignación del Consejo Nacional Electoral (ojo, que no del presidente Chávez: el CNE es un poder autónomo, que vigila que los procesos electorales en Venezuela se realicen con todas las garantías, avalado por todos los partidos políticos opositores que auspicia el PP):
«Es intolerable desde todos los puntos de vista democráticos y de defensa de los derechos humanos, que se puedan provocar situaciones de amedrentamiento, situaciones de violencia, de amenaza, como las que yo personalmente he escuchado en boca del propio presidente de la República de Venezuela».
Aclaraciones para el lector «occidental»: Los únicos hechos de violencia que se han registrado a lo largo de la campaña electoral, han sido protagonizados por grupos de oposición: pseudo-estudiantes opositores de las universidades privadas de Caracas, apertrechados de materiales como morteros, lanza-morteros, bombas molotov, máscaras anti-gas y sofisticados escudos, tratando de quemar el monte que constituye el pulmón vegetal de la ciudad (Waraira-Repano); grupos opositores en el estado Táchira (fronterizo con Colombia) que han agredido violentamente, ultrajado y abierto la cabeza a seguidores del chavismo, apedreado y destruido camiones que trasladaban alimentos subvencionados para la población del programa PDVAL; cerrado info-centros instalados por el gobernador chavista anterior para que los sectores populares tengan acceso gratuito a Internet; energúmenos de la oposición que han agredido a médicos cubanos que atienden gratuitamente a TODA la población en el programa gubernamental «Barrio Adentro»; que reventaron a golpes a un chofer durante la marcha opositora del pasado sábado en la Plaza Altamira de Caracas, porque se negó a atravesar su autobús en la calle para cortar el tráfico… etc, etc, etc
Lo que el presidente Chávez ha afirmado en la presente campaña es que votar por la opción que él defiende es votar por la paz, porque darle vía de entrada a la oposición supone entrar en un escenario de violencia, confrontación y guerra, dado su desconocimiento de todas las instituciones democráticas, y su recurso sistemático al atropello, el abuso y la agresión a los sectores populares.
Continúa el eurodiputado del PP:
«Ésas son unas declaraciones que no admiten la más mínima «contrastación» con ningún parámetro democrático occidental. Ninguna».
Aclaración para el lector venezolano: «Contrastación» no es un término del español que se habla en la madre patria, sencillamente no existe esa palabra. Es una aberración léxica. Aunque entendemos lo que quiso decir este profesional del micrófono, que se tiene por amante de la buena literatura y se las da de culto. Lo que se entiende peor es a qué se refiere con eso de «parámetros democráticos occidentales». ¿Serán los niveles de democracia que existen en España? ¿Ese país donde acaban de impedir que dos partidos políticos se presenten a las elecciones en el País Vasco y se cierran medios de comunicación recurriendo a una ley que ilegaliza las ideas?
Y sigue Herrero:
«Y por lo tanto, quiero que sepan que la delegación del Partido Popular Europeo, que se encuentra aquí como invitado internacional para asistir a este proceso electoral, de un referéndum que Chávez ya perdió hace un año, no dejará en ningún momento de denunciar públicamente en todas las instituciones europeas un comportamiento que considera profundamente lesivo para la dignidad del ser humano».
Aclaración para el lector «occidental»: Es un retruécano hábil por parte de Herrero decir que «Chávez ya perdió hace un año el referéndum que se va a celebrar». Sólo que es mentira. Hace un año, el 2 de diciembre de 2007, el pueblo venezolano rechazó en referéndum una propuesta de reforma constitucional, que incluía más de 60 artículos. Ahora se le está consultando al «soberano» (que en Venezuela no es el rey, sino el pueblo… ¡imagínate!) si quiere eliminar el límite al número de veces que se pueden presentar a ELECCIONES sus cargos electos. ¿Dónde está el carácter antidemocrático de la propuesta?
Pero sigamos, porque después de esto un periodista le preguntó a Luis Herrero: «Ustedes han solicitado presenciar el referéndum como observadores internacionales. ¿Han recibido respuesta del CNE?»
«Todavía no, pero lo normal es que nos concedan sencillamente una acreditación como acompañantes y que, por lo tanto, no tengamos estatus de observadores internacionales; lo cual, por otra parte, no me produce una gran preocupación, porque me da mucha más libertad para manifestarme, como lo estoy haciendo ahora, con absoluta libertad».
Comentario para el lector venezolano: Esto es lo que en Madrid se llama «pa’chulo yo». O sea: «vengo a Venezuela, y me la suda (con perdón) que el poder electoral me acredite o no: pienso decir lo que me dé la gana…»
Y continúa:
«Permítanme decirle a todos los venezolanos que nos estén escuchando, que no pierdan de vista que son ciudadanos libres y que tienen que votar en libertad, que tienen que votar lo que quieran. Yo no estoy diciendo que voten ni que sí ni que no. Estoy diciendo que voten en libertad, y que jamás voten dejándose llevar por el miedo que premeditadamente un dictador está tratando de trasladar a su ánimo».
Comentario general: Si los venezolanos son ciudadanos libres ¿por qué tiene que venir un súbdito extranjero a decirles cómo tienen que votar? Y si en Venezuela hay un dictador en el poder, como afirma después, ¿en qué se basa para decir que los venezolanos son ciudadanos libres? Es más, ¿cómo es posible que si hay dictadura en Venezuela los venezolanos vayan a votar?
Comentario para el lector venezolano: Si un ciudadano cualquiera injuria al jefe del Estado, como lo está haciendo abiertamente el señor Herrero al llamar «dictador» al presidente Chávez, en España afronta una querella judicial y onerosas sanciones.
Veamos cómo sigue el exabrupto:
«Nosotros estaremos muy atentos a los procesos que se puedan producir. Yo tengo que decir que a mí me produce una cierta preocupación la decisión que ha tomado la oficina electoral de prolongar el cierre de los colegios desde las 4 de la tarde, que era cuando se cerraban habitualmente en otros procesos electorales, el prolongar o extender este horario hasta las 6 de la tarde. Creo que eso no se justifica en una elección que es infinitamente más sencilla que las últimas elecciones regionales, donde algunos ciudadanos tuvieron que votar hasta 9 veces en un proceso de votación muy lento. Ahora se trata sencillamente de votar sí o no: el proceso es mucho más rápido, creo que no hay ninguna razón que sea medianamente sensata o inteligible que justifique la extensión de ese horario electoral, y tengo temor a que pueda ser utilizada esa nocturnidad, digámoslo así, para tratar de hacer algún tipo de maniobra que no sea transparente y que no sea democrática».
Aclaración para el lector «occidental»: Como sabe muy bien el señor Luis Herrero, que ha asistido a otros procesos electorales venezolanos, la normativa en Venezuela estipula que los centros electorales permanecerán abiertos mientras haya electores en las colas pendientes de ejercer su derecho al voto. Esto hace que, aunque formalmente hay estipulada una hora de cierre de los colegios, la realidad es que siempre hay colegios que cierran más tarde, dependiendo de la cantidad de votantes pendientes de sufragar. En el último proceso electoral del 23 de noviembre pasado, la decisión del CNE de ampliar el horario de votación generó un revuelo extraordinario en las filas de la oposición, que a punto estuvieron de cantar fraude… hasta que se dieron cuenta de que les convenía reconocer el resultado, porque no habían ido a votar tantos pobres como ellos temían. En Venezuela hacer fraude no es tan fácil como en España, donde el voto es físico, el recuento es manual, y el voto de un ciudadano puede ser impugnado, anulado o mal contado en el colegio electoral y en la Junta Electoral Central. Todos los que hemos sido interventores o miembros de mesa electoral en España sabemos eso. En Venezuela el voto está automatizado, pero además la máquina emite un comprobante del voto, que se puede auditar físicamente. Nadie, ni siquiera la oposición más ultramontana, dice ya que en Venezuela hay fraude… al menos, antes de estar segura que ha perdido la elección.
«Yo digo que el comportamiento de Chávez, cuando hace las declaraciones que hace, diciendo que hay que gasear con gas del bueno a los estudiantes, o cuando sencillamente amenaza a las fuerzas del orden público que no le obedezcan a la hora de reprimir a los manifestantes con rasparles, yo digo que esos son comportamientos típicos de un dictador y que son incompatibles con cualquier parámetro democrático».
Aclaración para el lector «occidental»: «Raspar», en el español de Venezuela, significa «catear o suspender». En este contexto, en la más radical de las interpretaciones, que el presidente diga que va a raspar a los policías que no cumplan sus órdenes, significa que los va a suspender del cargo.
Aclaración para el lector «venezolano»: Sabe Dios qué videos le habrán puesto a Luis Herrera para que piense que el presidente Chávez es un represor de pacíficos estudiantes de la calaña de José María Aznar, el jefe y compañero de padel de Luis Herrero, quien cuando era presidente del Gobierno español, desató una brutal represión contra todos los colectivos que intentaban manifestarse en defensa de sus derechos, con momentos estelares como la huelga general del 20 de junio de 2002, en la que hubo cientos de heridos y la policía nacional allanó las sedes sindicales, las protestas de la Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa (cuando la policía antidisturbios la emprendió a porrazos contra personas que realizaban una protesta pacífica, sentados en las escaleras del Congreso de los Diputados: sólo un detalle, la paliza fue tan brutal, que varios policías se abrieron las muñecas por la fuerza con la que golpeaban las cabezas de los manifestantes… y los denunciaron por lesiones) y por supuesto la orgía de sangre de febrero y marzo de 2004, cuando la represión de las protestas contra la guerra hizo recordar a los españoles los días oscuros del franquismo.
Una vez que Herrero había llamado «dictador» al presidente venezolano, y había anunciado «fraude» de parte del Consejo Nacional Electoral, es decir, había dinamitado el respeto a la institucionalidad del país y la credibilidad del proceso electoral, los periodistas le preguntaron si no temía correr la misma suerte de la última persona que vino a hacer eso antes de unas elecciones, el mercenario de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco. Ésta fue su respuesta:
«Si me invitan a abandonar el país, yo abandonaré el país. No quiero ser ningún héroe. Yo pretendo que los héroes sean los electores venezolanos. Y yo quiero que los venezolanos adquieran plena conciencia de que ellos son libres, y que la libertad es incompatible con el miedo. Y, por lo tanto, yo lo único que pido y vuelvo a repetir, para que, si me echan del país, pues quede constancia del mensaje de fondo que estoy haciendo».
Y ya como que Luis Herrero admitía que no le parecía muy improbable que lo fueran a expulsar del país que había venido a insultar…
Los periodistas vuelven a la carga: «¿Cuál va a ser su agenda si no le dan las credenciales del CNE?»
«Nosotros nos reuniremos con representantes de todos los partidos de la oposición, me congratulo de que toda la oposición democrática venezolana, con independencia de cuál sea la posición ideológica que ocupe, esté unida, y que por lo tanto, mantenga una opción transideológica, que vaya más allá de la pura ideología. No estamos hablando ahora de una lucha ideológica. Estamos hablando de preservar la libertad, de preservar la Constitución venezolana tal y como en este momento está en vigor y, por lo tanto, nosotros hablaremos con todos aquellos que estén dispuestos a hablar con nosotros».
Esta parte no merece comentarios: es lo que en España se llama una «perogrullada» y en Venezuela «una completa huevonada»…
Y aquí viene el «toque de color» de Luis Herrero:
«Yo creo que el presidente Chávez, no quiero hacer un juicio de intenciones, no ha permitido el acceso a Lech Walesa porque ha dicho que no podía garantizar su seguridad. A mí me extraña mucho que Chávez no pueda garantizar la seguridad de alguien que entra en su país, porque no tengo ninguna duda de que Chávez tiene la posibilidad de garantizar la seguridad de cualquiera que él quiera. Y por lo tanto, tiendo a pensar, aunque reconozco que es un juicio de intenciones, que esa excusa formal que dio era sencillamente una coartada para no permitir que una persona de reconocido prestigio como Lech Walesa, pudiera venir a observar el proceso electoral del próximo domingo».
Todavía no sabemos cuál es el color que le ha asignado el Departamento de Estado a la oposición venezolana para su particular «revolución de colores» contra el «rrrrrrrrrégimen de Chávez», como les gusta llamarlo. Pero si había alguna duda de que por ahí iban los tiros, el puzzle se completó con la irrupción del ex presidente polaco, Lech Walesa, en el tablero de la oposición. Lo que pasa es que Luis Herrero, que es un periodista muy mal informado, parece que no sabe que a Walesa no se le ha impedido la entrada en Venezuela, y que nadie en el Gobierno ha argumentado que no pueda garantizar su seguridad. El señor decidió suspender su viaje, cuando el Gobierno venezolano advirtió que vigilaría el cumplimiento de las leyes por parte de este señor en suelo venezolano. Vea aquí el pronunciamiento del Gobierno venezolano al respecto.
Y aquí viene el broche de oro de la declaración de Luis Herrero:
«Yo, particularmente, y el Partido Popular Europeo, que es un partido democrático, que es un partido que defiende los derechos humanos, reprueba cualquier régimen político, con independencia de quién lo presida, que no se esmere por respetar los derechos humanos, por respetar la libertad de las personas y por mantener el Estado de Derecho. Si no se dan esas condiciones, y yo creo que hay algunas evidencias, más allá de cualquier duda, de que en Venezuela no siempre se dan esas circunstancias, eso merece nuestra reprobación».
Comentario para el lector venezolano: El Partido Popular no ha emitido, que se conozca, ni una sola condena o «reprobación» contra Estados Unidos, Israel o Colombia, por mencionar tres de los países que menos respetan los derechos humanos y la libertad de las personas, por no hablar del estado de Derecho. Sencillamente es mentira. Si el PP tuviera en tanta estima los derechos humanos, no habría mandado soldados españoles a invadir Afganistán e Iraq, y no habría colaborado en los vuelos secretos de la CIA para secuestrar y torturar «sospechosos».
«¿Cuánto piensa permanecer en Venezuela?»
Hasta el lunes, si puedo.
Parece que no pudo, pero algo en estas palabras hace pensar que ya estaba en sus planes…
Sobre la degeneración moral, la corrupción y los escándalos del Partido Popular y sus planes de injerencia en América Latina puede leer aquí. Este artículo se propone solamente dejar constancia de la provocación y la afrenta de Luis Herrero a las instituciones y al pueblo venezolano. En breve sabremos si se trata de un exabrupto aislado o responde a un engranaje más complejo, para dinamitar el proceso electoral y abrir otro capítulo en la larga historia de la desestabilización opositora.