Lee Chang-kyu, jefe de los corresponsales económicos del periódico coreano «JoongAng», resolvió venir a Brasil para matar su «curiosidad sobre como un hombre que hiciera fama como líder de un sindicato radical volcara sus políticas tan completamente para la derecha después de tornarse presidente» Innecesario decir que él está hablando de Luiz Inácio Lula da […]
Lee Chang-kyu, jefe de los corresponsales económicos del periódico coreano «JoongAng», resolvió venir a Brasil para matar su «curiosidad sobre como un hombre que hiciera fama como líder de un sindicato radical volcara sus políticas tan completamente para la derecha después de tornarse presidente»
Innecesario decir que él está hablando de Luiz Inácio Lula da Silva. Chang-kyu quedó satisfecho con lo que vió, habló bien de Lula, pero no dejó de compararlo al presidente coreano Roh Moo-hyun, que tuvo por allá sus dificultades en la infancia y la juventud, pero no una historia tan «tocante».
Rescato dos comparaciones:
1) «Mientras (el presidente) de Corea está a la izquierda del centro, la administración Lula se está moviendo hacia la derecha del centro frente a la resistencia y a las críticas de algunos de sus antiguos apoyos.»
2) «Es espantoso como un ministro de Finanzas como ese (Palocci) y un presidente del Banco Central como ese (Meirelles) pudieron durar tanto. Si fuese en la administración Roh Moo-hyun, ellos no hubieran sido designados, pero si lo hubieran sido, habría sido destituidos años atrás».
No quedó claro si esta segunda comparación es una crítica al coreano y un elogio al brasilero o viceversa. Pero la primera, muestra que hasta incluso analistas independientes y suficientemente lejanos de Brasil como para hablar de el con poca pasión, colocan al gobierno Lula a la derecha, ya ni en el centro.
Ser de derecha o practicar políticas de derecha no es pecado. Es verdad que la derecha siempre estuvo en el poder, en Brasil como en América Latina, y basta mirar la realidad para concluir que su obra no es exactamente brillante, sino todo lo contrario. Pero hay que dejar a ella el derecho de continuar intentando aprender y acertar.
Lo que es pecado es fingir que se continúa siendo de izquierda, incluso con políticas «a la derecha del centro», para ser piadoso. Ya no engañan ni al otro lado del mundo.
6-8-04
Traducción de Correspondencia de Prensa